M¨¦xico ¡®limpia¡¯ de sicarios la nueva c¨¢rcel de El Chapo para evitar que le ataquen
El Gobierno traslada 81 presos a otros penales, entre ellos integrantes de La L¨ªnea, enemigos mortales del capo
Es dif¨ªcil saber si El Chapo dormir¨¢ mejor. Pero sus guardianes seguro que s¨ª. 81 presos de la c¨¢rcel de Ciudad Ju¨¢rez (Chihuahua) han sido trasladados a otros centros penitenciarios para evitar altercados y aumentar el blindaje del mayor narcotraficante del planeta. Entre los desplazados figuran sicarios de La L¨ªnea, el brazo armado del c¨¢rtel de Ju¨¢rez, el enemigo mortal de Joaqu¨ªn Guzm¨¢n Loera. La guerra entre ambos, iniciada en 2008, abri¨® en M¨¦xico uno de los cap¨ªtulos m¨¢s negros de su historia.
El Chapo ingres¨® en la prisi¨®n de Ciudad Ju¨¢rez hace apenas una semana. El viernes por la noche, sin aviso previo, fue sacado de la c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad de El Altiplano y llevado en avi¨®n 1.800 kil¨®metros al norte, hasta la penitenciar¨ªa de Chihuahua. El movimiento no deja de ser un misterio. Las autoridades lo han presentado, aunque con escaso ¨¦xito, como parte de la rotaci¨®n que impone el protocolo de seguridad. La importancia de El Chapo y la misma insistencia del Ejecutivo en que la vigilancia que rodeaba al narcotraficante en El Altiplano era insuperable, han puesto en duda esta explicaci¨®n. En contra juegan, adem¨¢s, que el centro sea uno de las peor calificados del ¨¢mbito federal y que en marzo de 2014 mostr¨® sus debilidades cuando cinco convictos escaparon saltando el muro con cuerdas y ganchos.
Otro punto d¨¦bil del trasladado radicaba en la presencia en el penal de destacados integrantes de La L¨ªnea. Este grup¨²sculo ultraviolento fue creado en 2007 por el entonces l¨ªder del c¨¢rtel de Ju¨¢rez, Vicente Carrillo Fuentes, El Viceroy, para frenar la entrada de los hombres de El Chapo en Ciudad Ju¨¢rez, un enclave estrat¨¦gico en la distribuci¨®n de droga en Estados Unidos. La guerra abierta entre ambas organizaciones criminales fue abismal. La ciudad fronteriza se volvi¨® la m¨¢s peligrosa del mundo. De una tasa de 18 homicidios por cada 100.000 habitantes pas¨® a una de casi 200. Hubo meses con m¨¢s de 350 asesinatos. 10.000 personas murieron en la vor¨¢gine. La intervenci¨®n federal, pero tambi¨¦n el desgaste de ambos contendientes, aminoraron la violencia. Pero no el encono. De ah¨ª que la presencia de sicarios de La L¨ªnea en la misma c¨¢rcel que El Chapo fuese vista como un potencial peligro.
En el nuevo penal, seg¨²n las autoridades, se ha clonado el blindaje que rodeaba a El Chapo en El Altiplano. En la celda, la ¨²nica de la zona de m¨¢xima seguridad, el preso vive bajo constante vigilancia. Un equipo de 75 agentes se encarga de ello. Los perros prueban su comida y guardias vigilados por otros guardias siguen sus movimientos d¨ªa y noche.
En este castillo insomne, la comunicaci¨®n con el narcotraficante est¨¢ prohibida. El ¨²ltimo agente que le dirigi¨® la palabra fuera del protocolo (le pregunt¨® si era su cumplea?os) fue despedido. Alejada de cualquier n¨²cleo urbano, la c¨¢rcel misma se levanta sobre un terreno rocoso, donde, seg¨²n fuentes oficiales, es casi imposible horadar un t¨²nel, la especialidad del c¨¢rtel de Sinaloa que le permiti¨® a Guzm¨¢n Loera fugarse de El Altiplano en julio pasado. Y, en todo caso, se han instalado barrotes en el suelo de la celda para evitar la tentaci¨®n.
Para conjurar el peligro de fuga tampoco se descarta un segundo traslado. Una medida excepcional pero que se ajustar¨ªa a las dimensiones hist¨®ricas del desaf¨ªo. El Chapo es una cuesti¨®n de Estado. Otra huida pulverizar¨ªa la presidencia de Enrique Pe?a Nieto. Ante esta amenaza, el Gobierno juega una carrera contrarreloj. El tr¨¢mite de extradici¨®n avanza inexorable. Tanto Estados Unidos como M¨¦xico est¨¢n de acuerdo. Y un juez federal la ha autorizado. Pero la catarata de recursos lanzada por El Chapo y su equipo de abogados retrasar¨¢n en meses su env¨ªo. Durante este tiempo, el peligro de huida es m¨¢ximo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.