Un exguardia rojo: ¡°?No pod¨ªa creer que hubiera matado a alguien!¡±
Wang Jiyu mat¨® en 1967, a los 16 a?os, a un muchacho de su edad. Es uno de los pocos que ha pedido perd¨®n p¨²blicamente
Wang Jiyu, nacido en 1951, es actualmente el encargado de un establo en las afueras de Pek¨ªn. No es, probablemente, la vida que hubiera so?ado para ¨¦l su padre, oficial de la Fuerza del Aire china y mando comunista privilegiado en los a?os sesenta. Wang, como los j¨®venes hijos de altos funcionarios de los que se rodeaba, estaba siendo criado para convertirse en uno de los dirigentes de la Nueva China. Pero la Revoluci¨®n Cultural (1966-1976), de la que este lunes se han cumplido 50 a?os, se cruz¨® en su camino. Muy desde el principio se alist¨® como miembro de los Guardias Rojos, los grupos de estudiantes -adolescentes, casi ni?os- que se arrogaron la defensa ciega de la ideolog¨ªa del presidente Mao Zedong. Sembraron el terror tratando de imponer un mundo nuevo mediante la violencia, la destrucci¨®n y las purgas sin fin contra enemigos reales o creados. Hoy, Wang, con la muerte de uno de sus compa?eros a sus espaldas, es uno de los pocos que ha pedido disculpas p¨²blicamente.
¡°Me hice guardia rojo porque la mayor¨ªa de nosotros, los hijos de mandos, hab¨ªamos recibido una educaci¨®n comunista y revolucionaria que enfatizaba la lucha de clases. Se nos hab¨ªa inculcado que est¨¢bamos llamados a dirigir el pa¨ªs bajo el liderazgo del presidente Mao y hab¨ªa que obedecerle. La mayor¨ªa de los guardias rojos ven¨ªamos de ese ambiente, compart¨ªamos esa educaci¨®n y esos ideales¡±, explica en una entrevista telef¨®nica.
Al principio todo parec¨ªa maravilloso, estaban creando -a sus ojos- un mundo nuevo libre de las viejas ataduras: la vieja cultura, las viejas ideas, las viejas costumbres, la vieja educaci¨®n. Mao era Dios, y su libro rojo, la Biblia. Se hab¨ªan abolido las escuelas y los guardias rojos pod¨ªan viajar gratuitamente en tren para llevar la revoluci¨®n a todos los rincones del pa¨ªs. Pero el 5 de agosto de 1967 la vida dio un vuelco para Wang.
¡°Un compa?ero de clase me dijo que uno de nuestros amigos hab¨ªa sido atacado y humillado por otra facci¨®n. Inmediatamente reun¨ª a otros compa?eros y fuimos a la escuela a vengarnos. Mi ¨²nica obsesi¨®n era devolver el golpe. En seguida, la pelea se convirti¨® en un amasijo de gente enfurecida¡±, cuenta.
En medio del caos, un muchacho de su edad, vestido con un mono de obrero, le golpe¨® en el brazo con un ladrillo. ¡°Le persegu¨ª como loco. Le golpe¨¦ primero en la nuca con un bate de madera muy pesado. ?l cay¨® desliz¨¢ndose por una pendiente como si fuera una bolsa vac¨ªa¡ Cuando intent¨® levantarse, volv¨ª a estamparle el bate en la frente. El bate qued¨® salpicado de sangre. Ah¨ª le dej¨¦ y me fui a perseguir a otros, sin darme cuenta de lo serios que hab¨ªan sido mis golpes¡±.
"Como el Partido fue el que inici¨® todo aquello, prefiere que la gente olvide el pasado"
¡°Unos minutos m¨¢s tarde alguien me dijo que el chico se estaba muriendo. Fui a la cl¨ªnica donde le hab¨ªan llevado. Respiraba muy superficialmente y le goteaba sangre del cuello. La cara era blanca como el papel. Casi me desmay¨¦ ah¨ª mismo. ?No pod¨ªa creer que hubiera matado a alguien¡!¡±.
Esa misma noche, cuenta, llam¨® a la Polic¨ªa para inculparse. Pero en medio del caos en que se hab¨ªa convertido el pa¨ªs, nadie le hizo caso. Acabar¨ªa encarcelado por esa muerte en diciembre, aunque solo cumpli¨® nueve meses entre rejas. ¡°Los padres del chico dieron permiso para que me pusieran en libertad. Eran buenas personas y quisieron perdonarme¡±.
Desde entonces, padeci¨® con frecuencia pesadillas que le recordaban el homicidio. Vag¨® de un lado a otro. Trabaj¨® en varias granjas, sirvi¨® en el Ej¨¦rcito y en empresas estatales hasta asentarse en el establo donde hoy trabaja. En 1971 perdi¨® un ojo en un accidente. ¡°Siempre he cre¨ªdo en el karma. Si haces mal a otros, lo acabas pagando¡±.
Hoy d¨ªa se declara completamente opuesto a la Revoluci¨®n Cultural y a todo lo que signific¨®. Cerca de 2 millones de muertos, generaciones enteras perdidas, una econom¨ªa y un patrimonio cultural hechos jirones y una sociedad profundamente traumatizada. ¡°Era un sistema basado en la complicidad para perpetrar cr¨ªmenes¡±. Pero, justifica, ¡°a los hijos de los mandos nos hab¨ªan educado as¨ª, hab¨ªa que obedecer al presidente Mao. Nos hab¨ªan lavado el cerebro a todos¡±.
El arrepentimiento por la muerte del muchacho nunca le abandon¨®. Finalmente, en 2008 public¨® un art¨ªculo en una revista hist¨®rica china en la que contaba su caso y ped¨ªa perd¨®n. Fue uno de los primeros, y de los pocos, que han dado ese paso. Otras confesiones han recibido duras cr¨ªticas de los ciudadanos e incluso advertencias del r¨¦gimen.
Pese a que hayan transcurrido ya 50 a?os desde el comienzo de la campa?a, China apenas ha dado pasos para asumir lo que ocurri¨®. El lunes ha transcurrido sin ning¨²n acto oficial. Aquellos que sufrieron entonces prefieren no revivir lo que en muchos casos fueron los momentos m¨¢s amargos de sus vidas. Y el Partido Comunista, ¨²nico instigador de aquella barbarie, no quiere pasar revista al papel que desempe?¨®, para no poner en duda la legitimidad de su mando.
¡°Como el Partido fue el que inici¨® todo aquello, prefiere que la gente olvide el pasado. Hay un rechazo a recordar, y la causa de que lo haya es el sistema pol¨ªtico¡±, cuenta Wang. En su opini¨®n, ¡°si no se reforma el sistema, no podr¨¢ haber una verdadera reconciliaci¨®n o una disculpa oficial. Sin democracia, es imposible resolver este problema hist¨®rico pendiente¡±.
El antiguo guardia rojo lanza tambi¨¦n una advertencia: ¡°Estoy seguro de que la Revoluci¨®n Cultural se repetir¨¢ si contin¨²a este sistema pol¨ªtico. Al fin y al cabo, aquello fue una inmensa purga pol¨ªtica que vino desde arriba. No la empezaron las masas, fue el resultado de una dictadura. En tanto contin¨²e el mismo sistema, el l¨ªder que haya, no importa qui¨¦n sea, usar¨¢ el sistema para consolidar su mandato y garantizar sus intereses".
Wang atribuye a la mala acogida y al desencanto el hecho de que, despu¨¦s de una etapa m¨¢s prol¨ªfica entre 2012 y 2013, menos guardias rojos se decidan a pedir perd¨®n p¨²blicamente. ¡°Muchos de los que dimos el paso hemos sido criticados, algunos recibieron presiones de las autoridades. Adem¨¢s, insisto, aquel era un sistema que nos hizo a todos c¨®mplices. Nadie quiere hablar y delatar a otros. Pero tambi¨¦n nos sentimos desencantados con el sistema y con el partido¡±.
Y resume, con abatimiento: ¡°Aunque hayamos pedido perd¨®n, no ha cambiado nada¡±.
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