La guerra de los ba?os en Green Mountain
El debate sobre los aseos para transexuales rompe la convivencia en un instituto de Estados Unidos
Seg¨²n su propia versi¨®n, AJ Jackson, de 16 a?os, entr¨® en el cuarto de ba?o de los chicos del instituto p¨²blico Green Mountain de Chester y se dirigi¨® a una de las cabinas simulando que manipulaba su tel¨¦fono m¨®vil. Seg¨²n la versi¨®n de otros compa?eros de clase, AJ todav¨ªa era Autumn, una chica vestida de chico que hab¨ªa violado un santuario de la intimidad mientras dos muchachos se encontraban ante los urinarios con sus partes al aire. ¡°Es como si yo me presentase en el ba?o de las chicas con una peluca¡±, dice el estudiante Tanner Bischofberger.
Una queja contra Jackson por utilizar el ba?o de los chicos motiv¨® una protesta de otros alumnos en apoyo de su compa?ero. El pasado 13 de mayo, el Gobierno de Obama emiti¨® una directiva para que todos los institutos p¨²blicos permitieran a los estudiantes transexuales utilizar el cuarto de ba?o que prefiriesen en vez de animarlos a usar uno unisex.
Pero esta semana en Chester ha habido una contraprotesta protagonizada por estudiantes ataviados con camisetas que muestran las figuras masculina y femenina que se?alizan los ba?os y el r¨®tulo ¡°orgullo heterosexual¡±.
Igual que gran parte del pa¨ªs, este instituto rural de 300 alumnos en el que, seg¨²n todos insisten, nunca ha habido problemas, est¨¢ dividido por el asunto de los ba?os, y los adolescentes se enfrentan en una guerra cultural que traslada las divergencias de sus mayores sobre los aseos para alumnos transg¨¦nero. La disputa ha separado a j¨®venes que crecieron juntos y eran amigos.
Hay quien dice que la norma abre las puertas a los abusadores sexuales y a los pederastas que se hacen pasar por lo que no son. Para otros, simplemente, va en contra de la tradici¨®n. A un nivel m¨¢s elemental, los estudiantes de Green Mountain se quejan de que una minor¨ªa ruidosa de gais, lesbianas y uno ¡ªo tal vez dos¡ª estudiantes transexuales de la comunidad est¨¢n pisoteando el derecho de la mayor¨ªa y tratando de imponer las normas.
Esta idea es la que llev¨® al padre de una alumna a encargar por Internet las camisetas del ¡°orgullo heterosexual¡± la semana pasada. Los estudiantes que las llevan se quejan de que se est¨¢ ensalzando a los homosexuales a costa de los heterosexuales. ¡°Quiero dejar clara una cosa: todo el mundo tiene derecho a ser quien es¡±, declara Daniel Baldwin, un joven de 17 a?os. Sentado a una mesa del vest¨ªbulo del instituto con un ejemplar de El guardi¨¢n entre el centeno abierto delante de ¨¦l, lleva una de las camisetas superpuesta a otra dedicada a Slayer, un grupo de trash-metal. Baldwin piensa que la gente tiene que utilizar los ba?os en funci¨®n del sexo que figura en sus certificados de nacimiento. Pero tambi¨¦n a?ade que defender¨ªa a AJ si alguien lo amenazara por ser transexual, o incluso por utilizar los aseos de chicos.
Jackson se confiesa devastado por las grietas que se han abierto entre ellos. ¡°Dios m¨ªo, antes pas¨¢bamos horas hablando de m¨²sica¡±, recuerda.
Grietas sociales
A mayor escala, el asunto ha enfrentado a los habitantes de Chester, a menudo, a partir de las grietas sociales. Este es un lugar donde los trasplantados de la gran ciudad, con sus Birkenstock y sus joyas sofisticadas, se mezclan con la clase trabajadora que calza botas llenas de barro, sabe c¨®mo manejar un arma y habita con orgullo la casa de sus antepasados.
Pese a la imagen de Vermont como un Estado de buc¨®lico igualitarismo, cuna del candidato socialista Bernie Sanders, hierven las tensiones por los privilegios y la tradici¨®n, y la guerra de los ba?os las ha hecho aflorar.
La sociedad no cambia de la noche a la ma?ana, sobre todo en las ciudades peque?as, afirma Deb Brown, miembro del consejo escolar de Green Mountain. Para personas como su hija, que estuvo con AJ en varios equipos femeninos cuando era Autumn, es un asunto personal, no solo filos¨®fico o ideol¨®gico. ¡°Tiene que haber comprensi¨®n por ambas partes¡±, opina Brown. ¡°AJ tiene que entender que durante 15 a?os los alumnos lo han conocido de una manera. Evidentemente, es su opci¨®n, pero ¨¦l tambi¨¦n deber¨ªa mostrar respeto ahora por sus compa?eros de clase¡±.
Jackson ha pasado gradualmente de ni?a vivaracha con largos rizos a muchacho fortach¨®n con el pelo corto te?ido de verde, dos piercings en los labios y dilatadores en los l¨®bulos de las orejas. Lleva el pecho vendado, y como todav¨ªa no ha empezado a tomar hormonas masculinas, su cara es delicada y femenina. Antes pensaba que era lesbiana, y le siguen atrayendo las chicas.
Su madre, Tracy, asistente social, y su padre, Scott, ingeniero, llegaron a Vermont hace 20 a?os. Criaron a AJ y a su hermano mayor en una caba?a en el bosque, donde criaban pollos y patos, entre ellos uno llamado Bernie, no hace falta decir por qu¨¦.
¡°Un bicho raro¡±
Jackson estaba en sexto de primaria cuando se dio cuenta de que era un chico, explica, y se lo hizo saber al instituto el a?o pasado, en tercero de secundaria. Cuando entr¨® en Green Mountain ¡°usaba los ba?os de chicas, porque todav¨ªa no estaba seguro de mi identidad¡±, recuerda. Tambi¨¦n hab¨ªa cuestiones pr¨¢cticas, como la regla. En el ba?o de chicos no hay sitio donde tirar los tampones usados. Pero hab¨ªa empezado a sentirse como un intruso en el aseo de mujeres. ¡°Este curso he empezado a utilizar los ba?os de los chicos. Los t¨ªos me miran como si fuese un bicho raro o se asustan¡±.
Hank Mauti, miembro del consejo escolar, se pregunta por qu¨¦ Jackson tiene que utilizar el ba?o de los chicos cuando en el instituto hay seis aseos independientes que no est¨¢n asignados a ninguno de los dos sexos.
AJ llevaba menos de un mes usando los ba?os de chicos cuando alguien present¨® una queja. Tom Ferenc, director del instituto, llam¨® a la madre de Jackson y le dijo que le iba a pedir a su hijo que utilizase el ba?o unisex, recuerda ella. El lunes siguiente, AJ y unos 30 partidarios se marcharon del instituto como protesta. Tres d¨ªas m¨¢s tarde, el distrito anunci¨® la nueva norma. Ferenc se alegra de tener algo de ¡°claridad¡± sobre c¨®mo proceder. ¡°Me acord¨¦ de Rosa Parks¡±.
Adem¨¢s de la contraprotesta de las camisetas, la decisi¨®n ha levantado una tempestad de debates. Alguien peg¨® un letrero en un cubo de basura que dec¨ªa: ¡°Reservado para Mariah y Tanner¡±, en referencia a Mariah Lique y Tanner Bischofberger, dos l¨ªderes de la contraprotesta. Lique afirma que dicen en alto lo que muchos piensan. No tienen rechazo por los homosexuales: dos de sus profesores favoritos son gais, aseguran. En parte lo que les molesta es que, anat¨®micamente, Jackson no se ha sometido a tratamiento alguno y todav¨ªa es una chica. Y mientras que todo el mundo parece simpatizar con los estudiantes gais, ellos se creen con derecho a agredir, se lamentan. ¡°Nos llaman hom¨®fobos hip¨®critas¡±.
? 2016 New York Times News Service.
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