La muerte del l¨ªder talib¨¢n amenaza a Afganist¨¢n con m¨¢s inestabilidad
El deseo de di¨¢logo de Kabul choca con la intransigencia de los previsibles sucesores y el riesgo de una lucha por el poder
Las autoridades afganas han confirmado este domingo la muerte en un bombardeo estadounidense del l¨ªder de los talibanes, el cl¨¦rigo Akhtar Mansur, que Washington anunci¨® como probable la v¨ªspera. Kabul espera que su desaparici¨®n facilite las conversaciones de paz con los insurgentes. Sin embargo, los observadores temen que la lucha para remplazarle y la necesidad del sucesor para afirmar su autoridad, agraven a¨²n m¨¢s la campa?a de atentados desatada bajo el mandato de Mansur.
¡°El l¨ªder #talib¨¢n #AakhtarMansur result¨® muerto en un ataque de drones en Queta, #Pakist¨¢n a las 4.30 pm de ayer. Su coche fue alcanzado en Dahl Bandin¡±, ha tuiteado el jefe ejecutivo del Gobierno afgano, Abdulah Abdullah.
Poco antes, la Direcci¨®n de Seguridad Nacional, el servicio secreto afgano, hab¨ªa anunciado la muerte, en la primera confirmaci¨®n oficial de que la operaci¨®n estadounidense hab¨ªa tenido ¨¦xito. Fuentes talibanes citadas por AFP tambi¨¦n confirmaron, aunque no de manera oficial, mientras el Gobierno paquistan¨ª investigaba el ataque y lo denunci¨® como una violaci¨®n de su soberan¨ªa. No es la primera vez que se da por muerto a Mansur, cuyo liderazgo del grupo insurgente en 2013 solo se conoci¨® el pasado verano cuando se revel¨® la muerte de su fundador y l¨ªder espiritual, el cl¨¦rigo Mohamed Omar.
En un comunicado difundido por correo electr¨®nico, la oficina del presidente afgano, Ashraf Ghani, quien se encontraba en Doha, valoraba la muerte de Mansur como ¡°una nueva oportunidad para que aquellos talibanes que quieren acabar la guerra y el derramamiento de sangre regresen al pa¨ªs y se unan al proceso de paz¡±.
Tanto Ghani como Abdullah fueron elegidos en 2014 con el compromiso de acabar con la violencia y consideraban a Mansur el principal obst¨¢culo para lograrlo. De hecho, nada m¨¢s difundirse que estaba al frente del grupo suspendi¨® el di¨¢logo con el Gobierno. Adem¨¢s, intensific¨® la campa?a de atentados para reforzar su autoridad, contestada por algunos de los seguidores de Omar. Bajo su direcci¨®n, los talibanes lograron capturar Kunduz el pasado septiembre, la primera vez que lograban hacerse con una capital provincial en 15 a?os. Aunque fueron expulsados de all¨ª poco despu¨¦s, nunca antes hab¨ªan controlado tanto territorio desde que la intervenci¨®n estadounidense les desaloj¨® del Gobierno en 2001.
La muerte de Mansur apenas diez meses despu¨¦s de aquel relevo constituye sin duda un duro golpe para los talibanes, en un momento en el que tambi¨¦n sufren deserciones hacia el Estado Isl¨¢mico (ISIS). Pero nada indica que vaya a suponer un cambio en su rechazo a las negociaciones de paz. Al contrario, el vac¨ªo de poder, justo cuando hab¨ªa logrado superar las fisuras abiertas cuando sucedi¨® a Omar, puede desatar una nueva lucha de poder.
Adem¨¢s, los candidatos a remplazarle no son mucho m¨¢s partidarios del di¨¢logo. Entre los potenciales sucesores de Mansur se encuentra su n¨²mero dos, Sirajuddin Haqqani, a quien los analistas consideran a¨²n m¨¢s reacio a cualquier relaci¨®n con el Gobierno de Kabul y sus aliados estadounidenses. Hijo de Jalaluddin Haqqani, uno de los dirigentes muyahidin que luch¨® contra la ocupaci¨®n sovi¨¦tica, Sirajuddin uni¨® su temido grupo insurgente a los talibanes el a?o pasado y ha trabajado para reconciliar a las facciones que se negaban a aceptar la autoridad de Mansur.
Estados Unidos considera a la red Haqqani el grupo insurgente m¨¢s letal para las fuerzas afganas (y sus propios asesores) y ha ofrecido una recompensa de 10 millones de d¨®lares por cualquier informaci¨®n que permita detener a Sirajuddin. A su facci¨®n se le responsabiliza de haber introducido los ataques suicidas en Afganist¨¢n, el ¨²ltimo de los cuales caus¨® 64 muertos en Kabul el mes pasado.
Sin embargo, tal como recordaba el analista Thomas Ruttig en un reciente art¨ªculo, ¡°en tanto que alguien de fuera de Kandahar [el feudo talib¨¢n en el sur del pa¨ªs], [Sirajuddin] tendr¨ªa dificultades para granjearse el apoyo de los poderosos jefes militares talibanes del sur que a¨²n dominan el grupo¡±. En su opini¨®n, el sucesor m¨¢s probable ser¨ªa Haibatullah Akhundzada, un cl¨¦rigo que fue miembro del poder judicial bajo el r¨¦gimen talib¨¢n y que tambi¨¦n era adjunto de Mansur. En cualquier caso, la creciente competencia del ISIS pondr¨¢ una gran presi¨®n sobre el designado para probar su liderazgo.
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