¡®Bachaqueo¡¯: el negocio m¨¢s rentable de Venezuela
Los revendedores de productos b¨¢sicos han tejido una red ilegal que se ha vuelto indispensable
Las oscuras y solitarias calles de Caracas no son a las cuatro de la ma?ana el mejor escenario para pasear, si es que lo son para algo. A esa hora, Daniela, de 27 a?os, una hija de 7 y otra de 11, inicia su particular jornada laboral junto a seis ¡°compa?eras¡±; amigas las llama a veces. Durante tres horas recorren seis o siete locales de venta de comida y distintos mercados. Hay gente ya apostada en las filas, pero Daniela sabe que se la va a saltar, que se va a ¡°colear¡±. Desde hace a?o y medio han tejido una red que les permite saltarse la ley, algo que en Venezuela hace tiempo que se convirti¨® solo en algo que se sugiere cumplir. Daniela es una bachaquera, una revendedora de productos por los que puede obtener 100 veces m¨¢s de lo gastado. El negocio m¨¢s rentable de una Venezuela camino del Guinness de la inflaci¨®n. El cl¨ªmax de la ilegalidad. La supervivencia convertida en rutina.
¡°Yo no soy mala¡±. La obsesi¨®n de esta chica, que como el resto de los consultados pide ocultar su nombre real por seguridad, es argumentar que no le ha quedado otra soluci¨®n. ¡°Yo no soy mala¡±, insiste una y otra vez, sin ocultar tampoco una sonrisa p¨ªcara cuando explica: ¡°Es plata f¨¢cil, ahora ya ni buscas trabajo ni te lo pueden dar. Y la gente necesita los productos¡±.
Cerca del 70% de las personas que hacen las colas a diario son bachaqueros, seg¨²n un informe de la encuestadora Datan¨¢lisis. La firma se?ala que en el ¨²ltimo a?o un cuarto de la poblaci¨®n se ha incorporado a esta pr¨¢ctica. El Gobierno chavista considera que es una de las razones de la escasez de productos b¨¢sicos y el pilar de la supuesta ¡°guerra econ¨®mica¡± que arguye a diario el presidente, Nicol¨¢s Maduro, para resumir la crisis social que consume a Venezuela. El tejido construido, con la connivencia de la polic¨ªa incluida, parece dar la espalda a esos argumentos.
Daniela y sus amigas trabajan de martes a viernes. Cuando abren los supermercados, en torno a las 7.30 de la ma?ana, ya tienen todo su circuito preparado. Los responsables de los locales y de los mercados les han avisado por WhatsApp de qu¨¦ productos regulados ¡ªlos b¨¢sicos, el arroz, la leche, la harina, los de aseo personal, los que escasean¡ª han llegado. La polic¨ªa ya las conoce y les cuela ante el enfado, cada vez m¨¢s descontrolado, del resto. ¡°Dicen que somos sus familiares y que tenemos prioridad, pero no es verdad¡±, cuenta Daniela. Ya dentro de los locales, la anarqu¨ªa contin¨²a. La ley solo permite comprar productos regulados un d¨ªa a la semana y s¨¢bado o domingo, mostrando la huella dactilar. Los bachaqueros se hacen a diario con el cupo que les corresponde ¡ªcada producto tiene un l¨ªmite de unidades¡ª y uno suplementario: parte lo comparten con aquellos que les han facilitado la compra. El resto, lo revenden.
Despu¨¦s de hacer acopio, sobre las 10, Daniela se retira a descansar y a sus tareas dom¨¦sticas. En torno a las 12 manda un mensaje a su red de clientes y hasta las 2 se dedica a revender los productos. Es la hora del almuerzo para mucha gente que no ha podido, ni querido, hacer cola y que est¨¢ dispuesta a pagar un sobreprecio. A veces, hasta 100 veces superior al valor de mercado. Algunos lo vuelven a revender, ya con menos beneficio.
Con una memoria de contable infalible, Daniela desgrana los beneficios: ¡°Un paquete de arroz, de 450 bol¨ªvares, lo vendo a 1.500; la leche, de 800, a 3.000; los pa?ales, de 100, a 1.500¡±. ¡°El otro d¨ªa¡±, empieza a re¨ªr ante un edificio del este de Caracas, la zona acomodada de la capital, ¡°consegu¨ª jab¨®n para lavar la ropa y dos mujeres de aqu¨ª se volv¨ªan locas: ¡°Yo te doy 3.000, pues yo 3.500, no, yo, 4.000. Al final, lo vend¨ª por 5.000¡±. A diario, se saca ¡°30 o 40 bolos¡±, 30.000 o 40.000 bol¨ªvares. Despu¨¦s de la ¨²ltima subida, el 1 de mayo, el salario m¨ªnimo de un venezolano es de 15.051 bol¨ªvares m¨¢s un bono de alimentaci¨®n de 18.585. Hacer la correspondencia con el d¨®lar se ha vuelto quim¨¦rico en un pa¨ªs que funciona con dos tasas de cambio oficiales y una del mercado negro. La tasa de mercado Dicom cerr¨® el viernes en 450 bol¨ªvares por d¨®lares; en el mercado negro estos d¨ªas un d¨®lar se cambia por 1.050 bol¨ªvares. Ma?ana estas cifras seguramente habr¨¢n quedado obsoletas.
La inflaci¨®n, seg¨²n el Banco Central de Venezuela, se dispar¨® el a?o pasado hasta el 180,9%, aunque el FMI cree que este a?o superar¨¢ el 700%. La violencia registra niveles que nadie recuerda, pero queda camuflada ante la necesidad diaria de alimentos y medicinas. ¡°No se trata solo de una econom¨ªa descalabrada o un Estado de derecho desmontado lo que debemos evaluar: es la reacci¨®n en cadena de una comunidad que ante el m¨ªnimo parpadeo se monta en un proyecto de expoliaci¨®n. Que la mitad de la poblaci¨®n se dedique a adquirir masivamente los productos de primera necesidad para revend¨¦rselos a la otra mitad a cien veces su precio ya no corresponde al cat¨¢logo de mal de la viveza, es un acto genocida¡±, explica Miguel ?ngel Campos, soci¨®logo de la Universidad de Zulia.
A principios de la pasada semana, a una amiga de Daniela la detuvieron mientras compraba productos para luego revenderlos. Puso su huella m¨¢s veces de lo permitido. La Guardia Nacional Bolivariana, ante la inacci¨®n de la Polic¨ªa, est¨¢ cada vez m¨¢s presente en las colas de los mercados. La tensi¨®n va a m¨¢s. ¡°Esto se est¨¢ poniendo feo¡±, dice la mujer.
La Ley de Precios Justos establece precios regulados para los productos de primera necesidad, los que suelen mover los bachaqueros. Quienes revenden esos productos se arriesgan a una pena de entre tres y cinco a?os de c¨¢rcel. Daniela es consciente en algunos momentos. ¡°Yo los ¨²nicos d¨ªas que no salgo es cuando mi hija, la mayor, que se entera ya de todo a los 11 a?os me dice: ¡®Mami, te van a llevar presa¡¯. Ese presentimiento me da miedo".
Hay otro temor, cada vez m¨¢s tangible, entre los venezolanos: el miedo a compartir el bachaquero. Cada vez son m¨¢s los casos de personas que no quieren dar el tel¨¦fono de su conseguidor para no quedarse, por ejemplo, sin papel higi¨¦nico. Por si alg¨²n d¨ªa, quiz¨¢s no tan lejano, el escenario es todav¨ªa m¨¢s crudo.
El bachaqueo, sobre todo el contrabando de gasolina, era una pr¨¢ctica tradicional en la frontera entre Colombia y Venezuela. El bachaco, el origen del nombre, es una hormiga culona t¨ªpica de la zona que se caracteriza por cargar sus alimentos encima. Cuando se prende un f¨®sforo y la tierra comienza a arder, los bachacos salen disparados para cualquier lado. Como Daniela a las cuatro de la ma?ana.
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