Occidente duda sobre el rearme de las milicias Libias
El ISIS controla m¨¢s de 200 kil¨®metros de costa mediterr¨¢nea alrededor del municipio de Sirte
El avispero de Libia parece m¨¢s convulso y peligroso que nunca desde que cayera hace cinco a?os Muamar el Gadafi. Por un lado, tenemos la avispa negra del Estado Isl¨¢mico (ISIS, en sus siglas inglesas) controlando m¨¢s de 200 kil¨®metros de costa mediterr¨¢nea alrededor del municipio de Sirte. Hay entre 3.000 y 6.000 yihadistas en Libia. Y solo les separan 100 kil¨®metros de Misrata, la segunda ciudad m¨¢s poblada del pa¨ªs, a cuyas milicias infligieron la ¨²ltima semanas 80 muertos.
Por otra parte, las dos fuerzas militares que tendr¨ªan opciones de expulsar al Estado Isl¨¢mico se preparan para atacar Sirte, una desde el este del pa¨ªs (Tobruk) y otras desde el oeste (Misrata y Tr¨ªpoli). Eso ser¨ªa tal vez una buena noticia si no fuera porque las dos tienen tantas ganas de combatir al ISIS por s¨ª mismas como de enfrentarse entre ambas. Cualquier cosa, menos batallar unidas contra el enemigo com¨²n.
Las principales potencias del mundo no saben c¨®mo actuar, se encuentran paralizadas mientras miles de inmigrantes se ahogan cada d¨ªa frente a las costas libias y el ISIS amenaza con tomar el control de los yacimientos petroleros. Los libios no quieren tropas en su pa¨ªs, solo asesor¨ªa y armas. El primer ministro del auto proclamado Gobierno de Unidad, Faiez Serraj, alega que no tiene sentido que la ONU le apoye cuando a la hora de la verdad les impiden el acceso a las armas con las que podr¨ªan combatir al ISIS.
Pero nadie quiere cometer los mismos errores que en 2011. El peor error en los ocho a?os del mandato de Barack Obama, seg¨²n confes¨® el propio presidente de Estados Unidos, fue no haber pensado en el d¨ªa despu¨¦s de derrocar a Gadafi. Aquella vez, Francia, Reino Unido y, sobre todo, Estados Unidos, ofrecieron armas y asistencia t¨¦cnica a miles de libios que meses despu¨¦s comenzaban a matarse entre ellos.
La semana pasada en Viena se celebr¨® un encuentro con 25 ministros de Exteriores en el que la comunidad internacional se mostr¨® partidaria de levantar el embargo de armas que pesa sobre Libia para entrenar y equipar a la Guardia Presidencial que formar¨¢ el Gobierno de Unidad, apoyado por la ONU.
Ahora bien: si algo ha aprendido en estos a?os la comunidad internacional es que una cosa es lo que en Libia se escribe sobre el papel y otra es la triste realidad. Sobre el papel existe un decreto por el que se cre¨® la Guardia Presidencial un d¨ªa antes de celebrarse el encuentro de Viena. El Consejo Presidencial acord¨® que la Guardia estar¨¢ compuesta por unos 1.500 miembros de los cuales un 75% ser¨ªan antiguos militares y polic¨ªas y el resto, vendr¨ªan de las actuales guerrillas. Alrededor de esa Guardia comenzar¨ªa a formarse el nuevo Ej¨¦rcito libio. Pero hoy por hoy, no se ha alcanzado un acuerdo para nombrar un comandante, quien a su vez tendr¨¢ que designar un equipo y su equipo habr¨¢ de elegir los 1.500 hombres.
Sobre el papel existe en Tr¨ªpoli desde el 30 de marzo un Consejo Presidencial, apoyado por la ONU, al que han expresado su lealtad las principales milicias del Este y los responsables del Banco Central libio y de la Compa?¨ªa Nacional de Petr¨®leo (NOC, en sus siglas inglesas). Sobre el terreno, lo cierto es que no son nueve sino siete los miembros del Consejo, porque dos de ellos rechazan el acuerdo de unidad; y los siete se encuentran recluidos desde su llegada a Tr¨ªpoli en una base naval, sin apenas libertad de movimiento. Sobre el papel, ese Consejo empezar¨¢ a nombrar sus ministros en los pr¨®ximos d¨ªas.
Conforme pasan los d¨ªas y los hombres que apoy¨® la ONU no resuelven los problemas cotidianos de la gente, el Consejo Presidencial se debilita
Sobre el terreno, todo sigue igual en Tr¨ªpoli y en Libia desde que desembarc¨® el Consejo Presidencial: hay un corralito financiero que impide a los libios sacar m¨¢s de 80 euros al mes del banco, hay colas cada ma?ana en las oficinas bancarias, hay cortes de luz y el poder real est¨¢ en manos de las milicias, que son las que controlan el mercado negro de divisas.
Todo eso lo saben los diplom¨¢ticos que acudieron a Viena la semana pasada. ¡°Siempre hemos tenido miedo a levantar el embargo¡±, indica a este diario uno de los asistentes a la reuni¨®n de Viena, con la condici¨®n del anonimato. ¡°Somos conscientes de que este es un pa¨ªs con 20 millones de armas y solo seis millones de habitantes. Y siempre tienes la duda de que no sabes en qu¨¦ manos van a terminar las armas. Por eso, se ha tomado la precauci¨®n de entregar las armas cuando haya una petici¨®n formal del Gobierno de Unidad¡±.
La llegada del Consejo Presidencial a Tr¨ªpoli, el 30 de marzo, se efectu¨® sin derramamientos de sangre. Las principales milicias de la capital, tras meses de negociaciones con la ONU, accedieron a expresar su lealtad al Gobierno de Unidad. Pero conforme pasan los d¨ªas y los hombres que apoy¨® la ONU no resuelven los problemas cotidianos de la gente, el Consejo se debilita. ¡°De momento, lo protegen varias milicias de Tr¨ªpoli¡±, indica la fuente diplom¨¢tica consultada. ¡°Pero estas milicias esperan integrarse pronto en una Guardia Presidencial. Y pueden comenzar a ponerse nerviosos si no se integran pronto. Estamos hablando de mercenarios, gente que ha hecho de este caos su modo de vida¡±.
Mientras tanto, las milicias de Misrata desear¨ªan conquistar Sirte. Pero Misrata no tiene ni camas de hospitales disponibles ni personal sanitario suficiente para afrontar un ataque al Estado Isl¨¢mico. ¡°Nos piden visados para desplazar los heridos a Europa. Pero tememos que ocurra lo mismo que en 2011, que se nos colaron miles de libios que no estaban heridos¡±.
Desde el flanco este del pa¨ªs. hay un viejo conocido de la CIA que se prepara tambi¨¦n para un posible ataque a Sirte. Se trata del general Jalifa Hafter, de 72 a?os, al mando de lo que ¨¦l proclam¨® en 2014 como Ej¨¦rcito Nacional Libio. En su d¨ªa fue el hombre con el que la CIA quiso derrocar a Gadafi. Y desde 2014, el que plant¨® cara al Gobierno (islamista) de Salvaci¨®n de Tr¨ªpoli, nunca reconocido por la comunidad internacional. Ahora, sin embargo, act¨²a por su cuenta, desoye a Estados Unidos y no recibe desde hace varias semanas al enviado especial de la ONU, Martin Kobler. Y ha advertido que solo se integrar¨¢ en un Gobierno de Unidad cuando se disuelvan las milicias. As¨ª que, de momento, no reconoce al ¨²nico Ejecutivo que reconoce la ONU y la comunidad internacional.
Para mucha gente de Misrata y Tr¨ªpoli el general Hafter es un criminal de guerra. Para otros, el ¨²nico que los puede salvar del yihadismo. ¡°En Viena nos ha quedado claro que Hafter no es parte del problema sino de la soluci¨®n. Hay que contar con ¨¦l¡±, indic¨® la citada fuente diplom¨¢tica. ¡°Pero el problema es que no quiere escuchar a nadie. Y un Hafter ensoberbecido, que conquiste Sirte y se haga con el control de los principales yacimientos petroleros del Este, se considerar¨¢ un salvador de la patria. Y, entonces, nos habr¨¢n crecido los enanos¡±.
La comunidad internacional trata de unir a marchas forzadas al general Hafter con las milicias de Misrata. Pero no parece que lo vaya a conseguir. As¨ª que se limita a prestarles asesor¨ªa militar para combatir al ISIS. Las fuentes diplom¨¢ticas consultadas aseguran que hay fuerzas especiales de Francia en Libia que est¨¢n ayudando a Hafter, otras del Reino Unido asesoran a las milicias de Misrata y las de Estados Unidos tambi¨¦n se encuentran en Libia. Eso es todo lo que Occidente puede hacer, hasta ahora, para evitar la expansi¨®n de los yihadistas.
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