Europa tiene miedo
La victoria por la m¨ªnima de Van der Bellen es un modesto consuelo frente a la magnitud de la xenofobia en Europa
La euforia con que haya podido recibirse la victoria del candidato ecologista sobre el l¨ªder de la extrema derecha en Austria se resiente de la frustraci¨®n e inquietud que conllevan la imparable pujanza de la xenofobia en Europa.
Ha sido decisivo el voto por correo. Y lo ha sido el veredicto de los austriacos residentes en el extranjero, configurando una paradoja de acuerdo con la cual los austriacos de ultramar han evitado la proeza de Norbert Hofer.
Pero es in¨²til consolarse con las d¨¦cimas que han convertido a Van der Bellen en nuevo jefe de Estado. La propia divisi¨®n del electorado en dos mitades sobrentiende una crispaci¨®n social y sociol¨®gica a la que Hofer pretendi¨® aportar soluciones dr¨¢sticas y paternalistas, garantizando, como Trump en EE UU, una patria segura, sin extranjeros ni musulmanes.
¡°No soy un nazi¡±, proclam¨® el aspirante del FP? el mismo domingo, una embarazosa aclaraci¨®n que plantea cu¨¢nto se ha desquiciado el proceso de involuci¨®n comunitaria, desmintiendo la imagen de un continente fraternal cuyos vecinos tienden la mano al inmigrante o se movilizan para ayudar a los refugiados por inhibici¨®n de los estados noqueados.
Europa tiene miedo. Conviene aceptarlo antes de ensimismarse en la precariedad de la victoria de Van der Bellen. O de congratularse con que Marine Le Pen pierda tambi¨¦n acaso por la m¨ªnima el trono del El¨ªseo.
La xenofobia ha prosperado como un veneno. Y se ha multiplicado por razones tan complementarias como la psicosis terrorista, el buenismo socialdem¨®crata, el auto sabotaje de la UE a sus valores fundacionales ¡ªreaparecen las fronteras, se externaliza en Turqu¨ªa el problema migratorio¡ª y la obscenidad con que los l¨ªderes xen¨®fobos han expurgado los instintos y los sentimientos, recurriendo incluso a la cohesi¨®n que proporciona el relato nacionalista.
S¨®lo Espa?a y Portugal permanecen ajenos a fen¨®menos pol¨ªticos de extrema derecha. La raz¨®n de fondo consiste en la longevidad de las dictaduras de Franco y Salazar, incluso en la habilidad con que el PP ha logrado asumir el discurso patri¨®tico-identitario, pero la psicosis y la sugesti¨®n distan mucho de poder arraigar un territorio de excepci¨®n ib¨¦rico frente a una tendencia que va colonizando adhesi¨®n, poder y gobiernos.
Y no s¨®lo en Europa. Donald Trump ya ha ganado las elecciones americanas independientemente del resultado. Ha vaciado el proyecto pol¨ªtico de Hillary Clinton. La ha convertido en un cataplasma al p¨¢nico que suscita reconocernos delante del espejo o delante de las urnas.
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