Un test y varios robots
La preocupaci¨®n por las tecnolog¨ªas que destruyen empleos se ha hecho cr¨®nica
Comencemos con un test. ?El texto a continuaci¨®n fue publicado A) en 1961; B) en 1987, o C) la semana pasada?
¡°El n¨²mero de puestos de trabajo que se pierden debido a m¨¢quinas m¨¢s eficientes es s¨®lo parte del problema. Lo que m¨¢s preocupa a los expertos es que la automatizaci¨®n puede impedir que la econom¨ªa produzca suficientes nuevos empleos... En el pasado, las nuevas industrias contrataban a muchas m¨¢s personas de las que perd¨ªan su trabajo en las empresas que cerraban por no poder competir con las nuevas tecnolog¨ªas. Hoy, esto ya no es cierto. Las nuevas industrias ofrecen comparativamente menos empleos para trabajadores no cualificados o subcualificados, es decir, la clase de trabajadores cuyos puestos est¨¢n siendo eliminados por la automatizaci¨®n¡±.
?La respuesta correcta? C) 1961.
La cita es de un art¨ªculo de la revista Time de febrero de ese a?o. Pero podr¨ªa haber sido publicado la semana pasada. Y en 1970, o 1987, 1993 o en cualquier momento del ¨²ltimo medio siglo. La preocupaci¨®n por las tecnolog¨ªas que destruyen puestos de trabajo se ha hecho cr¨®nica. Y, hasta ahora, infundada. Gracias a las nuevas tecnolog¨ªas aparecieron nuevas industrias que crearon m¨¢s empleos de los que se perdieron por razones tecnol¨®gicas y aumentaron tanto la productividad como los ingresos de los trabajadores. Esto ya lo hab¨ªa pronosticado en 1942 el economista Joseph Schumpeter, quien llam¨® a este fen¨®meno ¡°el vendaval de destrucci¨®n creativa¡±. Seg¨²n ¨¦l, ¡°en la econom¨ªa se da un proceso de mutaci¨®n industrial que incesantemente revoluciona la estructura econ¨®mica desde dentro destruy¨¦ndola, para luego crear una nueva¡±.
Y as¨ª ha sido. Hasta ahora.
Resulta que hay quienes creen que ¡°esta vez es diferente¡± y que la destrucci¨®n de puestos de trabajo producida por los revolucionarios cambios tecnol¨®gicos es de una magnitud y una velocidad sin precedentes. Opinan que las nuevas industrias y ocupaciones que seguramente van a aparecer ni van a llegar a tiempo ni van a ser suficientes para dotar de un empleo y de un salario digno a los millones de trabajadores desplazados por las nuevas tecnolog¨ªas. En las ¨²ltimas semanas he tenido la oportunidad de visitar diferentes centros de innovaci¨®n y conversar con algunos de los l¨ªderes mundiales en el campo de la tecnolog¨ªa de la informaci¨®n y la rob¨®tica. Como siempre, en este ambiente se respira un optimismo contagioso. Pero tambi¨¦n encontr¨¦ mucha preocupaci¨®n acerca del impacto que tendr¨ªan las nuevas tecnolog¨ªas y muchas dudas sobre la capacidad de la sociedad, de la econom¨ªa y de la pol¨ªtica para adaptarse a ellas.
El jefe de una conocida empresa tecnol¨®gica, que me pidi¨® que no divulgase su nombre, me dijo: ¡°Pronto lanzaremos al mercado un robot que podr¨¢ llevar a cabo muchas de las tareas que ahora se le dan a quienes tienen educaci¨®n secundaria o menos que eso. El robot solo va a costar 20.000 d¨®lares. Y no somos los ¨²nicos; nuestros competidores en distintas partes del mundo est¨¢n en lo mismo. Cuando estos robots baratos, confiables y eficientes se popularicen, no tengo idea de cu¨¢les son los trabajos que se le podr¨ªan ofrecer a personas que no tengan habilidades y destrezas superiores a las que se aprenden en la escuela secundaria. Pero tambi¨¦n creo que esta revoluci¨®n tecnol¨®gica es indetenible. No s¨¦ cu¨¢l es la soluci¨®n¡±.
En otro ejemplo, estos d¨ªas Uber ha anunciado que comenz¨® las pruebas de coches sin conductor. Y no es solo Uber. Google, Mercedes-Benz, General Motors, Toyota y Tesla son solo algunas de las decenas de empresas que est¨¢n invirtiendo en esta tecnolog¨ªa. Los veh¨ªculos sin conductor son tan inevitables como el robot de 20.000 d¨®lares.
Sobre esto, Andy Stern, el anterior presidente del sindicato estadounidense SEIU, ha dicho que la popularizaci¨®n de los veh¨ªculos sin conductor destruir¨ªa millones de empleos. ¡°En EE UU hay tres millones y medio de conductores de camiones y por eso veo la posibilidad de que se d¨¦ la mayor dislocaci¨®n del mercado laboral en la historia de la humanidad¡±, afirma Stern.
Pero Marc Andreessen, uno de los m¨¢s respetados inversionistas de Silicon Valley, y fundador entre otras empresas de Netscape, tiene una opini¨®n dr¨¢sticamente diferente y mucho m¨¢s optimista. Seg¨²n ¨¦l, ¡°los robots no van a producir desempleo sino que van a desatar nuestra creatividad. Defender la idea que un enorme grupo de gente no va a tener trabajo porque no tendremos nada que ofrecerles es apostar en contra de la creatividad humana. Y a m¨ª siempre me ha ido bien cuando he apostado a favor de la creatividad humana¡±.
Andreessen tiene raz¨®n. Pero necesitamos urgentemente aplicar la m¨¢xima creatividad para hacer menos traum¨¢tica esta transici¨®n. C¨®mo garantizar un cierto nivel de ingreso para quienes sufran las consecuencias negativas de esta revoluci¨®n tiene que formar parte de cualquier conversaci¨®n sobre el maravilloso potencial de las nuevas tecnolog¨ªas.
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