¡®To Brexit or not to Brexit¡¯
Reino Unido no est¨¢ plenamente dentro de la UE, no participa de la moneda com¨²n ni del espacio Schengen
No existe un peligro real de que Reino Unido salga de la Uni¨®n Europea. Por una raz¨®n elemental: Reino Unido no est¨¢ plenamente dentro de la UE. No participa de la moneda com¨²n ni del espacio Schengen. Y ha logrado ama?ar con Bruselas unas condiciones inaceptables para chantajear con la permanencia: ni cesi¨®n de soberan¨ªa, ni libertad de movimientos a los ciudadanos comunitarios, ni siquiera igualdad en los derechos laborales.
Eran los presupuestos desde los que David Cameron estaba seguro de haberse granjeado la victoria del refer¨¦ndum. No propon¨ªa a sus compatriotas permanecer en la UE, reivindicaba una situaci¨®n de privilegio y de excepci¨®n que discriminaba a los dem¨¢s pa¨ªses y que retrataba al proyecto comunitario en su extrema fragilidad.
Est¨¢ claro que la Uni¨®n Europea no puede permitirse la salida de Reino Unido. Por razones econ¨®micas. Por motivos geopol¨ªticos y psicol¨®gicos. Y por cuestiones conceptuales, pero es la misma UE la que ha emprendido un camino de involuci¨®n y ha degradado sus razones fundacionales. Lo demuestra la psicosis de la inmigraci¨®n. Lo prueba el alzamiento de las fronteras. Lo explica el rebrote de los nacionalismos y de los neofascismos en la frontera Este. Lo acredita la verg¨¹enza del pacto con Turqu¨ªa.
Se le han dado al aut¨®crata y te¨®crata Erdogan expectativas de integraci¨®n en la UE como prebenda a la externalizaci¨®n de la crisis de los refugiados. M¨¢s lejos est¨¢ Turqu¨ªa de los est¨¢ndares comunitarios ¡ªlibertad de expresi¨®n, presos pol¨ªticos, islamizaci¨®n¡ª, m¨¢s cerca se encuentra de incorporarse al sindi¨®s comunitario.
El problema de idiosincrasia, de sentido, de crisis existencial, le sorprende a Europa en la tesitura de aferrarse a la victoria de Cameron, cuya euforia y temeridad en el momento de proponer el refer¨¦ndum se resiente ahora de la tragedia personal que supondr¨ªa perderlo. Deber¨ªa abdicar, purgar su irresponsabilidad, expiar el abuso del estr¨¦s plebiscitario en las cuestiones viscerales, de Escocia a Bruselas.
Tony Judt tiene escrito que los brit¨¢nicos no son realmente europeos en la connotaci¨®n y evoluci¨®n comunitarias. La peculiaridad insular, la historia y el sentimentalismo del imperio explican que un vecino de Bristol sienta m¨¢s cercana una playa de la India o un paisaje neozeland¨¦s que una aldea de Eslovenia o una isla griega.
Se explica as¨ª la ineficacia de los mensajes apocal¨ªpticos que han coreografiado todas las instituciones, tratando de seducir a los esc¨¦pticos con el miedo y la aprensi¨®n. La cuesti¨®n es que no se vota con la cabeza. Ni siquiera puede decirse que la victoria del Brexit constituya un revulsivo a la xenofobia. Nigel Farage se atribuir¨¢ todos los m¨¦ritos en la eventualidad de la ruptura y en la simplificaci¨®n del debate, pero no se explica el euroescepticismo sin el euroescepticismo que ha fomentado la UE.
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