Todos somos Orlando
Tras ¡®Charlie Hebdo¡¯ y Bataclan, se ataca la libre identidad sexual y su reconocimiento p¨²blico
Muchas explicaciones, pero pocas convincentes cada una por separado. Algunas, por insuficientes o parciales. Otras, incluso, por su car¨¢cter abiertamente perverso.
La matanza de Orlando es un objeto inasible al conocimiento lineal e instant¨¢neo al que estamos acostumbrados. No hay una causa directa a eliminar ni una responsabilidad ¨²nica a dilucidar. De ah¨ª que cr¨ªmenes horrendos como este se ofrezcan como munici¨®n perfecta para su uso pol¨ªtico o electoral m¨¢s desvergonzado.
Es evidente que matanzas como esta solo se producen en un pa¨ªs como Estados Unidos, donde un terrorista, un desequilibrado o un asesino vocacional tiene mayores facilidades que en cualquier otro lugar para hacerse por un m¨®dico precio con armas letales especialmente dise?adas para matar a mucha gente en el plazo de tiempo m¨¢s breve posible.
La mente del asesino, suicida al fin, explica mucho y a la vez muy poco. Recordemos que Albert Camus consideraba el suicidio como el ¨²nico problema filos¨®fico serio. Una parte del misterio la resolver¨¢ la polic¨ªa, pero hay otra que jam¨¢s se conocer¨¢. Mateen se reivindic¨® a s¨ª mismo como un soldado de Daesh, algo que confirm¨® un v¨ªdeo del propio califato terrorista. Tambi¨¦n lo era Larossi Aballa, autor del doble asesinato de una pareja de polic¨ªas en la periferia de Par¨ªs.
Sin embargo, no parece que hayan sido matanzas perpetradas bajo instrucciones concretas, sino m¨¢s bien inspiradas en la ideolog¨ªa terrorista. Encajan, como soldados de la guerra global entre el terror y Occidente, en el prop¨®sito de separar a los musulmanes del resto de la sociedad, para que se sientan identificados con los terroristas y por la misma raz¨®n estigmatizados e incapacitados para integrarse y aceptar nuestras libertades y valores. Siendo obra de combatientes singulares y desconectados, tambi¨¦n responden al momento militar, cuando Daesh est¨¢ a punto de perder Raqa en Siria y Faluja en Irak.
El ambiguo perfil de Mateen no permite conclusiones definitivas. Junto a islamistas radicales y hom¨®fobos, que predican todos los viernes contra el pecado, ha surgido en distintos pa¨ªses occidentales un islam tolerante y liberal, con mezquitas dedicadas a la comunidad LGBT, como ya hacen otras religiones. El asesino pudo ser un homosexual, hom¨®fobo por razones religiosas y arrepentido posteriormente de sus inclinaciones. Hay mucha homofobia en los pa¨ªses occidentales, pero la homosexualidad todav¨ªa es delito en 76 pa¨ªses, casi ninguno de ellos en Europa y las Am¨¦ricas ¡ªsolo en las Antillas¡ª, de los que diez, todos musulmanes y buenos socios occidentales algunos, la castigan con la pena de muerte.
Todos fuimos Charlie en enero de 2015 y Bataclan en noviembre. Estaban en juego la libertad de expresi¨®n en el primer caso y la libertad de vivir y gozar de la vida en el segundo. Ahora es la libre elecci¨®n de la propia identidad sexual y el derecho a su reconocimiento p¨²blico lo que se ha querido asesinar en Orlando. Como con Charlie Hebdo y con Bataclan, la condena compungida queda corta si a la vez no se defienden en¨¦rgicamente las libertades y los valores atacados.
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