El riesgo de ¡®Brexit¡¯ fuerza a la UE a prepararse para un desaf¨ªo in¨¦dito
Los Bancos centrales est¨¢n listos para responder a corto plazo, pero Bruselas teme una sacudida pol¨ªtica si Reino Unido sale de la UE o incluso si gana el 's¨ª' por escaso margen
El presidente de EE UU, el G-7, el FMI, la OTAN y una mir¨ªada de hombres vestidos con traje oscuro llevan semanas dici¨¦ndoles a los brit¨¢nicos que salir de la UE ser¨ªa un desastre. El refer¨¦ndum es un reflejo del zeitgeist, del esp¨ªritu de una ¨¦poca: Europa pierde brillo a la misma velocidad que ascienden el populismo, los movimientos antiestablishment, el recelo hacia los inmigrantes o la globalizaci¨®n. Pero el voto brit¨¢nico es algo m¨¢s: fuerza a Europa a mirar hacia lo desconocido. Londres amenaza con quebrar 60 a?os de ¡°uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha¡± y abre la veda a una crisis pol¨ªtica marcada por el riesgo de desintegraci¨®n.
El asesinato de la laborista Jo Cox ha dejado en suspenso la campa?a en Reino Unido, pero el nerviosismo en las canciller¨ªas europeas est¨¢ lejos de aplacarse. A cuatro d¨ªas de la votaci¨®n, un Brexit supondr¨ªa un jaleo en los mercados, aunque los bancos centrales est¨¢n listos para disparar. En Bruselas se preparan planes de choque y se habla de los aspectos t¨¦cnicos del refer¨¦ndum, de sus consecuencias jur¨ªdicas, de c¨®mo encarar el 24-J, esas cosas. Pero en los despachos altos de las diversas instituciones lo que m¨¢s preocupa son las consecuencias puramente pol¨ªticas de un posible Brexit. Incluso de un voto a favor de la UE por escaso margen.
¡°La Uni¨®n no puede ser una jaula¡±, asegura a este diario Jean-Claude Piris, que estuvo varios lustros al mando de los servicios jur¨ªdicos de la UE. Todo socio es libre de dar marcha atr¨¢s, como reflejan los tratados. Y la querencia de Europa por autolesionarse es de sobra conocida, pero tras casi una d¨¦cada de crisis sucesivas nadie, ni siquiera Piris, esperaba que ese mel¨®n se abriera as¨ª, de sopet¨®n. El cuchillo, eso s¨ª, penetra por el flanco m¨¢s previsible: ¡°Estamos con vosotros, pero no somos uno de los vuestros¡±, dec¨ªa el inevitable Winston Churchill como resumen de la historia de desamor entre Europa y las islas.
Las encuestas auguran un resultado re?ido, pese a que la campa?a es cuando menos decepcionante: los proeuropeos se han limitado a meter miedo agitando el espantajo de una especie de apocalipsis econ¨®mico; los del Brexit insisten en lemas antiinmigraci¨®n, pese a que los datos refutan miserablemente ese argumentario. En los ¨²ltimos a?os entran en Reino Unido tantos inmigrantes de la UE como de terceros pa¨ªses, pese a que Londres tiene en su mano la posibilidad de eliminar el flujo de migraci¨®n no europea. Pese al largo pliego de cargos que pende sobre las ¨¦lites europeas, no ha habido verdadero debate sobre la UE, sobre su respuesta a la crisis, sobre los grandes y espinosos asuntos del proyecto europeo.
El l¨ªo puede ser morrocotudo. En el peor de los casos, m¨¢s all¨¢ de la sacudida en los mercados cada vez es m¨¢s evidente que Europa penalizar¨ªa a Londres si el voto es negativo. Nadie en Bruselas quiere que la UE se convierta en una suerte de ¡°vest¨ªbulo de estaci¨®n¡±, de la que se pueda entrar y salir a su antojo, afirman fuentes diplom¨¢ticas. Nadie quiere, en fin, que un abandono brit¨¢nico envalentone a los esp¨ªritus euroesc¨¦pticos que anidan en la Uni¨®n.
Frente a las hip¨¦rboles desesperadas de los ¨²ltimos d¨ªas (¡°ser¨ªa el fin de la civilizaci¨®n occidental¡±, ha dicho Donald Tusk, presidente del Consejo; Cameron ha citado ¡°la III Guerra Mundial¡±), la respuesta inicial ser¨¢ m¨¢s simb¨®lica que sustantiva, a la vista de que no hay apetito por un salto adelante pol¨ªtico a solo unos meses de las elecciones en Francia y Alemania. Berl¨ªn y Par¨ªs se han acostumbrado a ¡°gobernar por abstenci¨®n¡± en Europa, seg¨²n la feliz expresi¨®n del jefe de la Comisi¨®n, Jean-Claude Juncker, pero su equipo espera una declaraci¨®n conjunta de Angela Merkel y Fran?ois Hollande, tanto m¨¢s enf¨¢tica cuanto m¨¢s negativo sea el resultado. Los dos gobernantes subrayar¨¢n el 24-J que el proyecto com¨²n sigue adelante, con o sin Londres. Y en funci¨®n del susto, pueden dejar caer iniciativas conjuntas en defensa y seguridad, y quiz¨¢ algo, no mucho, en materia de pol¨ªtica econ¨®mica.
Lo m¨¢s probable, a pesar del nerviosismo, es que Reino Unido siga en el club. Y en caso de ruptura hay dos salidas: una separaci¨®n ordenada o uno de esos divorcios con la vajilla por los aires. Pero lo que de veras teme Bruselas es una suerte de contagio pol¨ªtico: que los populismos recojan el testigo del refer¨¦ndum brit¨¢nico y los Le Pen del continente prometan m¨¢s consultas. En Suecia y Dinamarca, por ejemplo. O en plena eurozona: en Holanda. En ese caso, m¨¢s improbable, la crisis pol¨ªtica podr¨ªa encender de nuevo la mecha de la crisis del euro. Tambi¨¦n el Este puede llamar a la puerta de salida, pero la lluvia de fondos estructurales es a¨²n muy atractiva en esos pa¨ªses.
A veces, el curso de la historia se decide en un d¨ªa, incluso en unas pocas horas: en un solo acontecimiento, como un gran se¨ªsmo, se concentran procesos estructurales complejos, que a partir de ah¨ª se hacen perceptibles, comprensibles y tangibles. ?Es el pr¨®ximo jueves uno de esos d¨ªas? ¡°Europa, a pesar del drama, ha demostrado una capacidad de resistencia excepcional, pero es indudable que el refer¨¦ndum abre un periodo de transformaciones que exige respuestas m¨¢s pol¨ªticas¡±, apunta el historiador Luuk Van Middelaar. ¡°No veo el apocalipsis, pero Londres pone a prueba, una vez m¨¢s, a la UE¡±, cierra.
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