Invasiones
El presidente de Rep¨²blica Dominicana plantea que la OEA pida perd¨®n
Era 1965 en Santo Domingo. El 24 de abril un golpe militar intent¨® restituir el gobierno constitucional de Juan Bosch, aquel ilustre profesor, escritor, poeta y presidente depuesto en 1963 tambi¨¦n por un golpe. Los cables de la embajada de Estados Unidos hablaban de violencia generalizada. Dec¨ªan que las vidas de los estadounidenses corr¨ªan peligro. Con ello regresaba la antigua¡ªy err¨®nea¡ªcaracterizaci¨®n de Bosch y sus seguidores como castristas.
No es solo que la informaci¨®n enviada por la embajada estuviera equivocada. Para Lyndon Johnson la diferencia entre el reformismo de Bosch y el comunismo era insignificante. Poco le importaba que esa agenda, que inclu¨ªa la reforma agraria, hubiera estado patrocinado por su propio gobierno, es decir, por la Alianza para el Progreso de Kennedy, presidente a quien ¨¦l mismo hab¨ªa sucedido en 1963. Las ¨¦lites de las plantaciones, agradecidas por la paradoja.
As¨ª llegaron los marines a socorrer al gobierno de facto. Era la l¨®gica de la Guerra Fr¨ªa de aquellos a?os pero tambi¨¦n era gunboat diplomacy, estrategia usada para regir el Caribe a voluntad desde fines del siglo XIX. La ocupaci¨®n dur¨® 14 meses, siendo complementada por una Fuerza Interamericana de Paz, organizada por la OEA, la cual permaneci¨® en la isla hasta despu¨¦s de los comicios de 1966. Sesgada en perjuicio de Bosch, aquella elecci¨®n le entreg¨® la presidencia a Balaguer.
Los hechos son un parte aguas en la historia dominicana, con p¨¦rdida de vidas y una afrenta al orgullo nacional. Dio origen a una profunda divisi¨®n, ruptura en la pol¨ªtica y la sociabilidad que tomar¨ªa d¨¦cadas suturar. La OEA tuvo un rol preponderante entonces, y por cierto que desafortunado. Por ello, no podr¨ªa llamar la atenci¨®n que Danilo Medina, presidente dominicano y anfitri¨®n de la Asamblea de la OEA realizada en Santo Domingo, hiciera menci¨®n a aquellos hechos en su discurso de bienvenida.
Lo que s¨ª llam¨® la atenci¨®n es que fue m¨¢s all¨¢. A la ¡°bienvenida¡± en cuesti¨®n no le falt¨® la cr¨ªtica directa a la OEA, retrospectivamente, y una solicitud de desagravio hoy. Como si fuera posible, o tuviera sentido, solicitar que la OEA pida perd¨®n, como plante¨® Medina, siendo que las instituciones son siempre cambiantes y las personas que hoy est¨¢n en posiciones de responsabilidad estaban en su infancia en 1965, si es que hab¨ªan nacido.
Maduro parece no temer a nada ni nadie, excepto la Carta Democr¨¢tica de la OEA
Hay una cierta ahistoricidad en esto de los perdones. Son narrativas para cambiar la especificidad de esa historia, a menudo tr¨¢gica y miserable. Imaginemos el desagravio que M¨¦xico deber¨ªa exigirle a Estados Unidos (por haber perdido casi la mitad de su territorio original), Colombia a Panam¨¢ y Estados Unidos (ahora que se inaugura el canal ampliado), Bolivia a Chile (lo cual hace en su demanda de acceso al mar), Paraguay a Argentina y Brasil (por una guerra que decim¨® su poblaci¨®n masculina), y as¨ª sucesivamente.
Con esa l¨®gica probablemente no existir¨ªa un sistema interamericano. No es que el presidente de la Rep¨²blica Dominicana no hubiera tenido raz¨®n o careciera de rigor hist¨®rico en su apreciaci¨®n de aquella invasi¨®n. Muy por el contrario, pero fue curioso lo prolongado y extempor¨¢neo del discurso, o sea, el lugar y el momento escogido para exigirle a la OEA que pida perd¨®n por lo que hizo m¨¢s de medio siglo atr¨¢s. De ah¨ª las comillas a la palabra bienvenida, que no fue tal en definitiva.
Pero toda extra?eza qued¨® aclarada al d¨ªa siguiente cuando habl¨® la canciller de Venezuela ante el plenario de la asamblea. La par¨¢bola complet¨® el circulo. As¨ª como Estados Unidos invadi¨® la Rep¨²blica Dominicana con marines¡ªy con la complicidad de la OEA, claro est¨¢¡ªahora hacen lo mismo en Venezuela pero por medio de la Carta Democr¨¢tica. La cr¨ªtica a la OEA ya hab¨ªa dejado de ser retrospectiva. As¨ª de simple razonan el gobierno de Caracas y sus cada vez m¨¢s escasos sat¨¦lites.
Maduro parece no temer a nada ni nadie, curiosamente, excepto la Carta Democr¨¢tica de la OEA. Sus aliados le facilitan el tr¨¢mite discursivo y trabajan para seguir dilatando el refer¨¦ndum revocatorio, tratando de evitar la aplicaci¨®n de la Carta por medio de un di¨¢logo que no existe, que ha concluido a¨²n antes de comenzar.
La Carta Democr¨¢tica no impone sanciones comerciales ni crediticias, no produce embargos de ning¨²n tipo. La Carta solo impone una sanci¨®n moral. Tal vez sea ese el temor de Maduro. Aquellos que contin¨²an mirando hacia otro lado¡ªcomo en el sutil, o no tan sutil, discurso del presidente Medina¡ªcargar¨¢n con la misma sanci¨®n moral. Su inacci¨®n y su deliberada negativa a intervenir, sin otro objetivo que proteger a una dictadura, lo pagan las vidas inocentes perdidas en esta tragedia humanitaria y de derechos humanos.
Entre tantas otras, esta es tambi¨¦n una crisis de conciencia.
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