Fatiga democr¨¢tica
Hay cansancio de urnas. Y donde m¨¢s, all¨ª donde m¨¢s se ha votado. O donde adem¨¢s se ha votado con mayores expectativas de transformaci¨®n pol¨ªtica luego desmentidas.
Esto es lo que ha sucedido en Catalu?a, donde, contando la votaci¨®n de este 27J, los ciudadanos habr¨¢n tenido ocasi¨®n de tomar decisiones electorales en nueve ocasiones en seis a?os, desde 2010, cuando Artur Mas arrebat¨® la presidencia de la Generalitat a los socialistas con el prop¨®sito de iniciar una transici¨®n catalana que iba a llevar a los catalanes a un futuro desconocido pero esplendoroso.
Hasta el momento hemos tenido tres legislativas, dos municipales, tres auton¨®micas y una consulta alegal, a un promedio de una votaci¨®n y media al a?o, algunas convocadas adem¨¢s con pretensiones plebiscitarias y en todo caso con un acompa?amiento propagand¨ªstico de una solemnidad fastuosa. No est¨¢ nada mal, trat¨¢ndose de una ¨¦poca organizada desde unas nuevas hegemon¨ªas pol¨ªticas que han hecho bandera del derecho a decidir.
A la profusi¨®n de urnas, le ha acompa?ado profusi¨®n de promesas, que en alg¨²n caso consist¨ªa en tocar el cielo. En estos seis a?os se les ha prometido a los ciudadanos de Catalu?a en varias ocasiones que iban a tomar la decisi¨®n de su vida, una de estas circunstancias que se presentan en una ocasi¨®n cada generaci¨®n como m¨¢ximo, un poco al estilo del malhadado refer¨¦ndum de Cameron respecto a Europa. E incluso se ha ido m¨¢s lejos, hasta prometer que de esta elecci¨®n excepcional surgir¨ªa un pa¨ªs nuevo, inmaculado e independiente.
A la vista de lo que luego ha sucedido, no es extra?o que muchos prefirieran ayer quedarse en casa o ir a la playa. Nadie se puede quejar por la cosecha de decepciones tras tan abundante siembra de urgentes y brillantes expectativas.
Quienes fueron a votar este domingo en Catalu?a, adem¨¢s, pudieron meditar ante las papeletas sobre la inminente amenaza de una nueva convocatoria, la d¨¦cima en seis a?os, para la vuelta del verano. Descartadas de antemano las terceras elecciones generales consecutivas por falta de mayor¨ªa de gobierno, en el caso catal¨¢n la amenaza empezar¨¢ a planear a partir del 3 de agosto, cuando se cumplir¨¢ un a?o de la ¨²ltima disoluci¨®n y se podr¨¢ convocar de nuevo a las urnas.
En Catalu?a se vota mucho porque tambi¨¦n se disuelve mucho. Artur Mas ha disuelto en dos ocasiones, en 2012 y en 2015, en la primera por sorpresa y en la segunda a plazo fijo, nueve meses antes. Puigdemont de momento ha planteado una moci¨®n de confianza tambi¨¦n a plazo, a tres meses vista, para principios de oto?o, paso previo a esa otra disoluci¨®n que ayer pesaba sobre las cabezas de los fatigados electores catalanes.
La abundancia de votos, promesas y disoluciones es directamente proporcional a la escasez de gobierno. Alguien, alg¨²n d¨ªa, quiz¨¢s volver¨¢ a gobernar. De momento, toca seguir decidiendo.
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