Mois¨¦s Na¨ªm, en un mundo convulso (1)
?Qui¨¦n manda hoy aqu¨ª? ?Hay algo parecido a un nuevo orden mundial en el que alguien ejerza el papel que anta?o tuvieron las superpotencias? ?Qu¨¦ est¨¢ sucediendo con el poder en nuestras sociedades y en el conjunto del globo?
Esta es la primera parte de la transcripci¨®n de la conversaci¨®n que mantuvimos Mois¨¦s y yo en Barcelona, el pasado 22 de abril, y que ha publicado la revista F, del Foment de Treball.
--En pocas cosas se comprueban de forma mejor los cambios del poder en el mundo como en las clases medias. Unas, las europeas, sienten que lo pierden, y a las otras, las de los pa¨ªses emergentes, les sucede lo contrario. ?Son vasos comunicantes?
--Los cambios en las clases medias afectan a la prosperidad, no al poder. En China no puedes decir a la gente que antes era muy pobre y que ahora forma parte de la clase media, que ahora tiene m¨¢s poder, porque no es as¨ª. Tiene m¨¢s prosperidad. Y desde el punto de vista de la prosperidad, no hay vasos comunicantes en lo que unos ganan los otros lo pierden, sino una situaci¨®n de win-win en la que todos salen favorecidos.
--Quien pierde prosperidad, aunque sea relativa, tiene la sensaci¨®n de que tambi¨¦n est¨¢ perdiendo influencia y poder y sobre todo que tiene expectativas de perder todav¨ªa m¨¢s.
--Recientemente tuve una experiencia reveladora en Washington, donde yo vivo. Vino un grupo de j¨®venes pol¨ªticos europeos, todos muy bien formados y con buena educaci¨®n universitaria. Parte de la visita era para charlar conmigo. Era un grupo muy pesimista. Por casualidad, con pocos d¨ªas de diferencia estuve en Pek¨ªn y desde all¨ª me fui a una f¨¢brica donde la mayor¨ªa de los trabajadores eran mujeres j¨®venes cuyas familias estaban a miles de kil¨®metros de distancia y viv¨ªan en barracas en condiciones inaceptables. Trabajan duramente y ahorran dinero. Ese fue?el grupo de personas m¨¢s optimista?con el que me he reunido recientemente. Est¨¢n seguras de que el futuro les pertenece y que el de sus hijos ser¨¢ mejor que el suyo y el de sus padres. Los l¨ªderes pol¨ªticos, en cambio, estaban convencidos de que sus hijos iban a tener condiciones m¨¢s precarias. Hay que matizar que estas muchachas viven en un r¨¦gimen dictatorial y los europeos salen de la cuna de la democracia y la libertad. Son dos contrastes muy importantes, pero ni siquiera las condiciones precarias de estas muchachas les llevan a ser pesimistas.
--Hasta ahora hemos cre¨ªdo que era? el pasado el que condicionaba el presente pero ahora aparentemente parece que sea el futuro el que influye en el presente. ?Es posible que las expectativas negativas deterioren e incluso neutralicen los efectos favo- rables de las pol¨ªticas correctas que hagamos ahora?
--Este es uno de los temas esenciales ?del libro de Samuel Huntington Orden pol¨ªtico en las sociedades en cambio de 1968, en el que nos describe c¨®mo las expectativas de los ciudadanos crecen m¨¢s r¨¢pidamente que las respuestas que da el Estado en prosperidad y servicios p¨²blicos. Hay una brecha entre lo que la gente espera del Estado y lo que el Estado es capaz de ofrecer. Y son las expectativas respecto al futuro las que dominan las pol¨ªticas actuales.
--Vamos de nuevo a la pregunta sobre el poder que hace usted en sus dos libros. ?No ser¨¢ en realidad una pregunta occidental de un mundo que se encuentra en declive y con expectativas negativas que se traduce por tanto en una sensaci¨®n de p¨¦rdida irremisible de poder y de influencia?
--No. Los determinantes del poder no son solo las expectativas. El poder ya no es lo que era por tres razones: porque es m¨¢s dif¨ªcil de obtener, m¨¢s dif¨ªcil de usar y m¨¢s f¨¢cil de perder, y eso ocurre porque las barreras que proteg¨ªan a los poderosos son ahora m¨¢s f¨¢ciles de saltar. Yo agrup¨¦ en tres categor¨ªas o revoluciones los factores que est¨¢n debilitando las protecciones que proteg¨ªan a los poderosos. Una es la revoluci¨®n del m¨¢s. Vivimos en un mundo de proliferaci¨®n donde hay abundancia de todo, gente, ideas, armas, empresas y grupos pol¨ªticos y terroristas. Adem¨¢s, todo se mueve m¨¢s que antes. La segunda es la de la revoluci¨®n de la movilidad: se mueve la gente, las ideas, los productos y los servicios, mientras que el poder necesita una audiencia fija, un per¨ªmetro delimitado, mercados cautivos, de modo que cuando todo es m¨¢s fluido?se encuentra con mayores dificultades para ejercerlo. La tercera categor¨ªa?es la revoluci¨®n de la mentalidad, con profundos cambios en expectativas, aspiraciones, posibilidades, exigencias, tolerancias e intolerancias. Tenemos estad¨ªsticas impresionantes desde hace mucho tiempo sobre estos cambios de mentalidad que erosionan las barreras del poder y las hace m¨¢s vulnerables. Cuando comparamos las series de encuestas con diez a?os de diferencia, nos damos cuenta de que ya estamos en un planeta diferente. ?Y cu¨¢l es el pa¨ªs donde m¨¢s se perciben estas tres revoluciones? China. Esta es la respuesta a la pregunta sobre si se trata de un fen¨®meno occidental.
--Algunos piensan que estamos ante una especie de refeudalizaci¨®n o regreso a un mundo organizado desde la fragmentaci¨®n.
--Discrepo de la visi¨®n neomedievalista. Creo que es una met¨¢fora insuficiente. Quienes la utilizan tienen como ancla emp¨ªrica lo que pas¨® en el medievo en Europa, un fen¨®meno extraordinariamente local, muy acotado y que afectaba ¨²nicamente al territorio donde se produc¨ªa. Ahora no tan solo es global, sino que adem¨¢s es instant¨¢neo y simult¨¢neo, afecta a todos y a todo el mundo, en todas partes por igual, y tiene una din¨¢mica, una velocidad y unos determinantes que hace muy dif¨ªcil que aparezcan centros de poder fragmentado permanentes.
--Necesitamos, efectivamente, repensar el mundo. ?Por qu¨¦ repensar y no pensar??
--Porque hay buenas ideas que hay que utilizar y cuidar, s¨ª. Al igual que hay otras que desechar, ideas zombis que son las que gustan a quienes practican la necrofilia ideol¨®gica, tal y como explico en mi ¨²ltimo libro.
--Hay muchas formas de abordar el cambio. ?Es entonces una cuesti¨®n de ideas que hay que repensar y seleccionar? ?O es una cuesti¨®n?de instituciones, es decir, de confianza en los partidos, gobiernos, parlamentarios? En ¡®El fin del poder¡¯ a rma que ¡°necesitamos recuperar la confianza en el Gobierno y en nuestros dirigentes pol¨ªticos¡±. ?O es un problema de democracia? A fin de cuentas, la democracia es difusi¨®n del?poder y la difusi¨®n lleva a su vez?a dificultades en el ejercicio de la propia democracia.?
--Yo observo el fen¨®meno de otra manera, concretamente intento comprender el poder en el mundo actual a partir de las variables que ya he mencionado y que est¨¢n repertoriadas en las tres revoluciones del m¨¢s, de la movilidad y de la mentalidad, y eso al final es lo determinante.
--Es decir, que al final el poder es m¨¢s barato, m¨¢s abundante, m¨¢s deteriorable, tiene peor calidad, es m¨¢s vol¨¢til.
--Es un cambio en el que el poder se ha desplazado y en su desplazamiento se ha modificado. En muchos ¨¢mbitos el poder est¨¢ pasando de A a B. Lo que recibe B es m¨¢s degradado que lo que ten¨ªa A. Sirve para entender Podemos o Netflix. El PSOE era un partido pol¨ªtico muy importante y ahora est¨¢ Podemos que le quita votos, pero el poder que obtiene nunca ser¨¢ equivalente al que tuvo el PSOE en su mejor momento. Lo mismo sucede con HBO respecto a Netflix, en este caso el poder pasa de una productora de series televisivas a una empresa que en su origen distribu¨ªa DVD por las casas.
--?Ha cambiado entonces la naturaleza del poder??
--No. La definici¨®n del poder es la misma. Sigue siendo la capacidad de conseguir que otros hagan algo o dejen de hacerlo seg¨²n la voluntad de quien lo ejerce. El poder sigue siendo lo que siempre ha sido. Lo que cambia es c¨®mo lo obtienes, c¨®mo lo defiendes y cu¨¢les son las restricciones que tienes para ejercerlo.
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