Sobrevivir a la matanza
May se pasea sobre los cad¨¢veres ¡®tories¡¯ con una calma que hace pensar que lo controlaba todo
No es casualidad que el creador de la serie House of Cards, Michael Dobbs, fuera tambi¨¦n secretario general segundo del Partido Conservador brit¨¢nico en tiempos de Margaret Thatcher. En los d¨ªas posteriores al refer¨¦ndum sobre el Brexit, su partido se enzarz¨® en una guerra fratricida de deslealtades, asesinatos pol¨ªticos y maniobras maquiav¨¦licas de tal magnitud que el propio Dobbs lamentaba que la realidad estuviera superando a la ficci¨®n. Entre tanto derramamiento de sangre pol¨ªtica Theresa May se mantuvo tranquila. Hoy, cuando los dem¨¢s yacen muertos, May se ha paseado sobre sus cad¨¢veres con una calma que ¡ªcon los guiones de Dobbs en la mano¡ª invita a sospechar que lo controlaba todo desde el primer momento.
Todo lo anterior ser¨¢ una exageraci¨®n, pero Theresa May sigue siendo un misterio. Es, a la vez, la ministra que llen¨® las calles de Londres con carteles dici¨¦ndoles ¡°Go home!¡± a los inmigrantes irregulares y la que predica la compasi¨®n con los pobres y m¨¢s d¨¦biles. Es la hija buena del t¨ªpico cura anglicano de pueblo que, con sus zapatos de piel de leopardo, escandaliz¨® y excit¨® a la sexualmente reprimida y casposa militancia tory.
La pr¨®xima primera ministra es una mujer de contrastes y de car¨¢cter. En medio del periodo m¨¢s deprimente de la historia de su partido, avis¨® a sus correligionarios de que se hab¨ªa convertido en el ¡°nasty party¡± (¡°el partido antip¨¢tico¡±). Tanto quejarse del dinero que los m¨¢s pobres recib¨ªan del Estado, de los inmigrantes, de la Uni¨®n Europea, de los empleados p¨²blicos, de los gais y de los j¨®venes les hab¨ªa dejado como un partido resentido, alejado de la realidad social de un pa¨ªs multicultural y moderno.
Acert¨® en su an¨¢lisis y su partido pas¨® m¨¢s de una d¨¦cada en la oposici¨®n mientras la sonrisa y el cool Britannia de Tony Blair triunfaban. Aquel discurso en el a?o 2002 marc¨® el inicio de un lento cambio de estilo en su partido que trajo, finalmente, David Cameron, un primer ministro que se marcha diciendo que su mayor logro fue la ley de matrimonio homosexual.
Este lunes, en su discurso de presentaci¨®n, parec¨ªa todav¨ªa m¨¢s insistente en posicionar a su partido como el protector de los m¨¢s necesitados y el azote de los m¨¢s privilegiados. Todo esto, claro, lo har¨¢ para los brit¨¢nicos. De los dos millones de ciudadanos de la UE que viven en Reino Unido, tiene poco que decir. Se niega a prometer que los que est¨¢n se podr¨¢n quedar. Y ha dejado claro que los que quieran ir a trabajar a Reino Unido despu¨¦s del Brexit lo tendr¨¢n m¨¢s dif¨ªcil. Son dos jugadas muy astutas. El radicalismo del Partido Laborista de Jeremy Corbyn ha dejado el centro pol¨ªtico yermo. Y el Brexit ha demostrado que, fuera del sofisticado y siempre vibrante Londres, los brit¨¢nicos tenemos miedo a casi todo.
Este mi¨¦rcoles ser¨¢ primera ministra de la quinta mayor econom¨ªa del mundo. Nadie, ni siquiera los militantes de su partido, le han votado para semejante tarea.
Giles Tremlett es contributing editor de The Guardian y fellow de la Ca?ada Blanch Centre, London School of Economics.
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