Golpe a golpe
El alzamiento militar contra Erdogan se convierte en la ¨²ltima excusa para convertir Turqu¨ªa en una autocracia
No hace falta recurrir a la paranoia de un autogolpe para concluir que el alzamiento militar fallido en Estambul ha convenido a Erdogan en un su concepci¨®n autocr¨¢tica de la rep¨²blica turca, hasta el extremo de que depura un contrapoder hist¨®rico -el Ej¨¦rcito- y emplea el escarmiento para organizar una purga en la Justicia.
El fervor de sus compatriotas -inducido o espont¨¢neo- es su argumento plebiscitario, m¨¢s a¨²n cuando la sugesti¨®n de unos tanques y unos cazas subversivos ha proporcionado un argumento de cohesi¨®n tan primario como el miedo. Erdogan va a utilizarlo para llevar m¨¢s lejos su dimensi¨®n providencial y patriarcal. Y para transformar Turqu¨ªa en una democracia imitativa que curiosamente aspira a ingresar en la UE.
Imitativa quiere decir que hay elecciones, instituciones y hasta la dramaturgia de un Estado de derecho, pero s¨®lo como un escenario decorativo donde el sult¨¢n ha pisoteado la separaci¨®n de poderes, cohibido a la oposici¨®n, amordazado a la prensa y devastado los derechos humanos en un ejercicio de progresiva putinizaci¨®n.
Se reflejan como modelo el presidente ruso y el colega turco. Aspiran ambos a instalar sus respectivos delirios imperiales. No ya por la megaloman¨ªa, la opulencia, la desmesura propagand¨ªstica, la longevidad, sino por haberse convertido mano a mano en un autoridad pol¨ªtico-religiosa que impone las leyes divinas y las temporales.
Aunque no haya sido as¨ª, Erdogan podr¨ªa haberse organizado un golpe de estado a s¨ª mismo como coartada de un estado de excepci¨®n permanente, entre otras razones porque maneja con habilidad su papel de excepci¨®n geopol¨ªtica. Occidente no se atreve a discutir la islamizaci¨®n que ha impuesto Erdogan en un pa¨ªs laico. Ni osa a cuestionar una deriva autoritaria que lo acerca al precipicio de un condotiero otomano.
Estados Unidos necesita a Turqu¨ªa como actor de primera relevancia en la OTAN, del mismo modo que la UE le ha consentido a Erdogan la prostituci¨®n de la democracia a cambio de externalizar la crisis migratoria. Y lo sabe el presidente turco, como sabe tambi¨¦n que cualquier hip¨®tesis de victoria sobre el ISIS requiere la implicaci¨®n de su patria, bien sea por motivos militares, bien por la posici¨®n geoestrat¨¦gica, o bien porque Turqu¨ªa es un pa¨ªs musulm¨¢n sun¨ª al que corresponde rectificar, neutraliza, la desviaci¨®n yihadista o terrorista de sus hermanos. Y combatirlos con mayor contundencia que hasta ahora, pues sucede que el papel sacrificial del conflicto lo ha desempe?ado la infanter¨ªa kurda en una guerra de dos frentes.
El golpe de estado fallido y el cinismo de la comunidad internacional en sus emergencias garantizan a Erdogan su consagraci¨®n como gran sult¨¢n vitalicio o eterno de Turqu¨ªa. Pronto lo veremos a lomos de Al Burak. Que era la yegua divina de Mahoma.
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