Los republicanos nominan a Donald Trump y consagran su giro
Los l¨ªderes conservadores arropan al candidato pese a las reticencias y los recelos
A las 19.16, hora local en Cleveland (Ohio), el Estado de Nueva York dio al neoyorquino Donald Trump los 1.238 delegados necesarios para ser el nominado a las elecciones presidenciales del pr¨®ximo noviembre.
Mientras en el pabell¨®n donde se celebra la Convenci¨®n Republicana sonaban los acordes de New York, New York, de Frank Sinatra, nac¨ªa el nuevo Partido Republicano y el viejo quedaba aparcado en el armario. Los delegados en la convenci¨®n de Cleveland, unidos a los l¨ªderes del partido ya resignados al cambio, consagraron al magnate y showman Trump como candidato ante la dem¨®crata Hillary Clinton. El ritual voto estado por estado, con proclamas encendidas de cada delegaci¨®n, confirm¨® que Trump ten¨ªa la mayor¨ªa de delegados. Cuando el jueves acepte la nominaci¨®n en el discurso de clausura, comenzar¨¢ el tramo final de la carrera que puede llevarle a la Casa Blanca.
La votaci¨®n ¡ªun proceso vivo en el que cada delegaci¨®n estatal, por orden alfab¨¦tico, anuncia el reparto de sus votos mientras un portavoz loa las virtudes del estado en cuesti¨®n¡ª ratific¨® el dominio del empresario en el nuevo Partido Republicano. Pero tambi¨¦n la existencia de peque?os focos de resistencia en los delegados que recolectaron otros candidatos como los senadores Ted Cruz y Marco Rubio, o el gobernador de Ohio, John Kasich. Los delegados est¨¢n ligados por los resultados de las primarias que se celebraron entre febrero y junio.
Trump obtuvo 1.725 delegados. Cruz, 475. Kasich, 120. Rubio, 114. El neurocirujano Ben Carson, 7. El exgobernador de Florida Jeb Bush, 3. El senador Rand Paul, 2.
"Ganaremos la presidencia y cambiaremos las cosas de verdad", dijo Trump en un mensaje por v¨ªdeo, desde Nueva York.
Las divergencias en el Partido Republicano ¡ªsobre la econom¨ªa y la pol¨ªtica exterior¡ª persisten, as¨ª como los recelos sobre las posibilidades del republicano ante la dem¨®crata Clinton. Pero ya nada puede frenar a Trump.
Nadie encarna mejor el poder del Partido Republicano en Washington que los l¨ªderes del Congreso. Los oradores estrella en la segunda de las cuatro jornadas de la Convenci¨®n Nacional Republicana son el speaker Paul Ryan, presidente de la C¨¢mara de Representantes y autoridad moral del partido, y el l¨ªder de la mayor¨ªa republicana en el Senado, Mitch McConnell. Si existe el mitificado establishment, esta ¨¦lite conservadora que hace un a?o ve¨ªa a Trump como una an¨¦cdota pasajera y despu¨¦s asisti¨® at¨®nica a su paseo triunfal en las elecciones primarias, Ryan y McConnell son sus representantes m¨¢s conspicuos.
Ryan, aun cuando estaba claro que Trump ser¨ªa el nominado, se resisti¨® a declararle su apoyo expl¨ªcito. McConnell fue m¨¢s r¨¢pido. Que hayan asistido a Cleveland y que hablen en favor del candidato equivale a una bendici¨®n. Al final el realismo pol¨ªtico, el inter¨¦s a corto plazo ¡ªla prioridad de derrotar a Clinton y desmontar el legado del presidente Barack Obama, dem¨®crata como Clinton¡ª ha prevalecido sobre el espanto que provocaba la idea de un presidente Trump. Este ha cambiado de partido varias veces, carece de experiencia pol¨ªtica y sus ideas, poco articuladas, se alejan de lo que ha sido el dogma republicano.
Charles Bruckendorff, un delegado del estado de Connecticut, en el nordeste, es representativo del grueso de republicanos que no se formula demasiadas preguntas. Ni sobre la ortodoxia ideol¨®gica de Trump ni sobre su temperamento.
?Discrepancias entre el proteccionismo de Trump y el dogma en favor del libre comercio del Partido Republicano? ¡°Usted est¨¢ mejor informado¡¡±, responde, en los pasillos del pabell¨®n que acoge la convenci¨®n, Bruckendorff, empresario de profesi¨®n y veterano de la guerra de Vietnam.
?C¨®mo conciliar el aislacionismo de Trump con el intervencionismo republicano de las ¨²ltimas d¨¦cadas? Trump asegura que ¨¦l se opuso a la guerra de Irak de 2003, durante la presidencia del tambi¨¦n republicano George W. Bush. ¡°No tengo suficientes conocimientos para analizar esta cuesti¨®n¡¡±, dice.
Trump es y no es republicano. Nada se parece tanto a una convenci¨®n republicana como otra convenci¨®n republicana: la distribuci¨®n de los delegados en la cancha, la escenograf¨ªa, los globos, los atav¨ªos de los asistentes. Incluso los mensajes m¨¢s salidos de tono de los oradores ¡ªla primera jornada consisti¨® en reiterados discursos que criminalizaban a los inmigrantes sin papeles y a la candidata Clinton¡ª son solo una versi¨®n m¨¢s extrema del discurso que gusta a los votantes de la derecha m¨¢s desacomplejada.
Trump es un espejo extremo y deformado de un Partido Republicano que, en los a?os de Obama, se ha alejado del centro, se ha convertido en un aut¨¦ntico lobby obstruccionista en Washington y ha adoptado la identidad del partido del no.
Pero tambi¨¦n es un elemento extra?o, que desmonta los principios que ha regido a la derecha en las ¨²ltimas d¨¦cadas: intervencionismo militar, recortes en el estado del bienestar, libre comercio, reconocimiento de la necesidad de abrirse a la inmigraci¨®n¡
Las deserciones son significativas. La convenci¨®n se celebra en Ohio, pero no han asistido ni el gobernador del estado, Kasich, ni el senador Rob Portman. Ambos son republicanos y deber¨ªan actuar como anfitriones del c¨®nclave. No son los ¨²nicos. Los movimientos para situarse en el caso de una derrota de Trump en noviembre han comenzado.
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