La latina que votar¨¢ a Donald Trump
Una hija de mexicanos, delegada en la convenci¨®n de Cleveland, rechaza la deportaci¨®n masiva de inmigrantes indocumentados que promete el republicano
Hilda Garza tiene 62 a?os. Es hija de mexicanos, fue de las primeras latinas en el Partido Republicano y se declara inc¨®moda ante algunas de las propuestas de Donald Trump en inmigraci¨®n. Pero en las elecciones de noviembre votar¨¢ a Trump, que ha hecho de la ret¨®rica contra los inmigrantes mexicanos un emblema de su campa?a. Garza es una de las 155 delegadas de Texas que han acudido a la convenci¨®n republicana en Cleveland para nominar oficialmente al magnate inmobiliario como candidato a la Casa Blanca, aunque ella vot¨® en las primarias al senador de Texas Ted Cruz.
El caso de Garza, que vive en McAllen (a 12 kil¨®metros de la frontera con M¨¦xico), exhibe los dif¨ªciles equilibrios que propicia el auge de Trump entre algunos republicanos.
Ella vot¨® a Cruz en las primarias de marzo por ser ¡°tejano, senador y latino¡±. Esgrime que la propuesta de Trump de construir un muro fronterizo con M¨¦xico no es factible ni econ¨®micamente ni log¨ªsticamente: ¡°En el sur de Texas hay mucha gente que vive en M¨¦xico y trabaja en Estados Unidos legalmente. ?C¨®mo vas a poner la pared?¡±. Tambi¨¦n defiende que solo se deporten a aquellos inmigrantes indocumentados que han cometido un delito, mientras que el candidato aboga por expulsar a todos los indocumentados.
Pero Garza votar¨¢ a Trump en noviembre por ser conservador y tambi¨¦n porque le gusta su estilo agresivo: ¡°Dice lo que muchos piensan pero no se atreven a decir¡±, argumenta en una entrevista en el hotel de la delegaci¨®n texana en Cleveland.
Es martes por la ma?ana. Garza -que se uni¨® en 1976, como universitaria, al Partido Republicano (¡°era la ¨²nica mujer y la ¨²nica hispana¡±, rememora) y que quiere ser congresista en Texas- lleva una camisa roja con el escudo de Texas en la solapa. La delegaci¨®n ha dado a los delegados la ropa que deben llevar cada d¨ªa en la convenci¨®n. El lunes era una camisa con los colores de la bandera texana: azul, blanco y rojo. El mi¨¦rcoles, una camisa blanca; y el jueves, una negra.
Todos los d¨ªas llevan un sombrero blanco de cowboy, lo que permite distinguirles f¨¢cilmente de los otros delegados -hay un total de 2.472- que est¨¢n sentados, por orden alfab¨¦tico de cada Estado, en la pista del pabell¨®n deportivo.
Es la primera convenci¨®n nacional de Garza. ¡°Ha sido muy inspiradora. Vamos adelante con nuestros valores conservadores, no solo con el partido, eso me hace sentir muy orgullosa¡±, dice mientras desayuna en el hotel con dos amigas y su sobrina. Todas han venido desde Texas. Una de ellas, Zoraya Zamora, una venezolana de 58 a?os que lleva 37 en EE UU, es la delegada sustituta de Garza. Una de las dos tiene que estar siempre en la pista del pabell¨®n. Lo mismo sucede en las otras delegaciones.
La delegada texana calcula que a cada una de las cuatro les costar¨¢ unos 2.000 d¨®lares el viaje a Ohio. Se lo pagan ellas. El partido solo les cubre las tasas de la convenci¨®n y algunos actos. Garza prefiere que sea as¨ª: ¡°Si ellos pagaran, nos sentir¨ªamos obligados. Es mejor tener libertad¡±. Asegura que hay ¡°buen ambiente¡± en la delegaci¨®n, y que hay una persona que coordina la agenda de cada d¨ªa. Antes del desayuno, asistieron a un coloquio en el que habl¨® el presidente del Congreso, Paul Ryan.
Garza relata que lo que m¨¢s le est¨¢ gustando de la convenci¨®n es conocer a gente de otras partes de EE UU que piensa como ella. Pero esa armon¨ªa es irregular. Al preguntarle por la deportaci¨®n de inmigrantes, aflora un silencio tenso y miradas de dudas entre las cuatro amigas. ¡°La gente que viene aqu¨ª a trabajar, a buscar un mejor futuro, tiene que haber un proceso para ayudarles a que se queden aqu¨ª¡±, alega la delegada, cuyo padre naci¨® en EE UU pero se cri¨® en M¨¦xico y cuya madre vino de M¨¦xico a EE UU mediante, enfatiza, un ¡°proceso legal¡±.
Garza hace una diferenciaci¨®n constante entre inmigrantes con buenas intenciones o con malas. Defiende la inmigraci¨®n legal y ve paralelismos con Trump. ¡°?l no tiene problemas con la inmigraci¨®n, tiene problemas con la inmigraci¨®n ilegal¡±, dice sobre el multimillonario neoyorquino, que acusa a M¨¦xico de mandar a criminales y violadores a EE UU.
La delegada tiene que estar a las cinco de la tarde en el pabell¨®n para leer los votos de las primarias de Texas, que gan¨® Cruz, y ver c¨®mo Trump es designado oficialmente el candidato republicano. Antes de llegar al pabell¨®n, se va a comprar unas deportivas c¨®modas, cansada de andar con zapatos.
Son las once de la noche. Ha terminado el segundo de los cuatro d¨ªas de convenci¨®n. En los pasillos del pabell¨®n, Garza cuenta que lo que m¨¢s le ha gustado es el discurso de mano dura policial del exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani, nieto de inmigrantes italianos. ¡°Me quedo con la idea de que el partido est¨¢ unido y vamos adelante¡±, dice.
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