La afinidad de Trump con Putin rompe con la pol¨ªtica exterior de EE UU
Las simpat¨ªas del magnate hacia el presidente ruso han irrumpido en la campa?a electoral
Donald Trump, que ha alejado al Partido Republicano de la tradicional beligerancia ante Rusia, posee un largo historial de v¨ªnculos con ese pa¨ªs. Los intentos de Trump de hacer negocios con Mosc¨² datan de los a?os ochenta. M¨¢s recientes son las declaraciones de simpat¨ªa por el presidente Vlad¨ªmir Putin. Este fin de semana ha abierto la puerta a reconocer, si llega a la presidencia, la anexi¨®n de la pen¨ªnsula ucrania de Crimea. Rodeado de asesores con intereses en Rusia, el candidato amenaza con romper la OTAN y anima a los rusos a robar correos electr¨®nicos de su rival en las elecciones de noviembre, la dem¨®crata Hillary Clinton.
Trump tiene un sue?o incumplido, y no es la presidencia de Estados Unidos. Su ambici¨®n, desde los a?os ochenta, es construir un rascacielos en Mosc¨².
En su primer libro, The art of the deal (El arte de la negociaci¨®n), publicado en 1987, Trump relata un almuerzo con el entonces embajador sovi¨¦tico en EE UU, Yuri Dubinin. ¡°Una cosa lleva a la otra, y ahora hablo de construir un gran hotel de lujo, justo enfrente del Kremlin, asociado al Gobierno sovi¨¦tico¡±, escribe. Unos meses despu¨¦s, Dubinin llama a Trump y le dice que el proyecto va adelante. Trump viaja a Mosc¨² con su primera esposa, Ivana. ¡°Nos hospedamos en la suite Lenin del hotel Nacional, y me impresion¨® la ambici¨®n de los funcionarios sovi¨¦ticos por llegar a un acuerdo¡±, dice.
Aquel viaje marca el inicio de una relaci¨®n duradera ¡ªmezcla de fascinaci¨®n y tropiezos, complicada y nunca del todo exitosa¡ª entre Trump y Rusia. La relaci¨®n ha alcanzado su momento m¨¢s intenso en las ¨²ltimas semanas, cuando Trump ya no es s¨®lo un constructor con proyectos megal¨®manos sino un candidato a dirigir la primera potencia mundial, adversaria durante d¨¦cadas de Rusia.
En los ¨²ltimos 15 d¨ªas, Trump ha multiplicado los gestos hacia Mosc¨². El colof¨®n lleg¨® este fin de semana, cuando un periodista le pregunt¨® si reconocer¨ªa la anexi¨®n en 2014 de la pen¨ªnsula ucrania de Crimea por Rusia. Estados Unidos y la UE no la han reconocido. ¡°Lo estudiar¨¦¡±, dijo Trump. ¡°Pero, ?sabes?, el pueblo de Crimea, por lo que oigo, preferir¨ªa estar con Rusia que donde estaban. Y esto tambi¨¦n hay que tenerlo en cuenta¡±.
C¨®mo el Kremlin irrumpi¨® en campa?a
La irrupci¨®n de Rusia en la campa?a de EE UU no se explica sin el ascenso al frente de los republicanos de un heterodoxo con ideas e intereses alejados de la historia de su partido.
El 20 de julio, en plena convenci¨®n republicana en Cleveland, Trump dijo que si Rusia invadiese un pa¨ªs b¨¢ltico miembro de la OTAN, EE UU no se ver¨ªa obligado a defenderlo.
Dos d¨ªas despu¨¦s, Wikileaks public¨® miles de correos electr¨®nicos del Partido Dem¨®crata. La formaci¨®n y varios expertos se?alaron a Rusia como responsable de una maniobra para beneficiar al candidato republicano frente a Clinton.
El 27 de julio, mientras los dem¨®cratas celebraban su convenci¨®n, Trump anim¨® en una rueda de prensa a Rusia a hacerse con los emails de Clinton. Despu¨¦s aleg¨® que no hablaba en serio.
Que el candidato del Partido Republicano, el de los halcones de la Guerra Fr¨ªa, sugiera una posible adhesi¨®n a las posiciones de Putin en Ucrania, el contencioso principal entre ambos pa¨ªses, supone un viraje abrupto en la pol¨ªtica norteamericana. Otros pol¨ªticos han tenido v¨ªnculos con Rusia ¡ªlos propios Clinton, se?alan sus detractores¡ª pero son m¨¢s raros los casos en los que al mismo tiempo promuevan las posiciones del Kremlin dentro de EE UU.
Trump no abandon¨® nunca los intentos de construir un rascacielos despu¨¦s del primer viaje y de la ca¨ªda del imperio sovi¨¦tico. El periodista Mark Singer, que lo conoce y escribi¨® sobre ¨¦l en los noventa, relata en el libro Trump and me (El show de Trump. Perfil de un vendedor de humo, Debate, 2016) una iniciativa con el Gobierno ruso para erigir en Manhattan un monumento a Crist¨®bal Col¨®n m¨¢s alto que la estatua de la Libertad.
Singer tambi¨¦n da testimonio de un encuentro en aquellos a?os entre Trump y el general Alexander Lebed, aspirante a la presidencia rusa. ¡°Pronto ir¨¦ a Mosc¨²¡±, le promete Trump. ¡°Es un proyecto muy grande. Creo que es el hotel m¨¢s grande del mundo¡±. Lebed le responde: ¡°Si Trump va a Mosc¨², creo que Am¨¦rica ir¨¢ detr¨¢s¡±.
Elogios a Putin
Trump, pese a los intentos reiterados, no fue a Rusia: Rusia fue a Trump. ¡°Despu¨¦s de su bancarrota en 2004, los grandes bancos [norteamericanos] no quer¨ªan ni acercarse a ¨¦l¡±, escribe en Slate Franklin Foer, uno de los periodistas que m¨¢s ha escrito sobre la relaci¨®n entre Trump y Rusia. ¡°Pero los inversores rusos ayudaron a impulsar los proyectos de megaedificios de Trump, que resultar¨ªan cruciales para su imagen como hombre que hace cosas, no s¨®lo como una estrella de la telerrealidad¡±. La torre Trump en el Soho de Nueva York no existir¨ªa sin el capital ruso, seg¨²n Foer.
¡°Los rusos son una muestra bastante desproporcionada de muchos de nuestros activos¡±, dijo Don Jr., el hijo del magnate, en 2008. ¡°Vemos mucho dinero que llega desde Rusia¡±.
Foer cree que Trump ha actuado con Rusia como el empresario inmobiliario que es, cortejando al poder pol¨ªtico para poder realizar sus proyectos. Los elogios a Putin no son nuevos. Trump ve en ¨¦l a un l¨ªder fuerte, en contraste con los presidentes recientes de EE UU, a los que considera d¨¦biles.
¡°Estuve en Mosc¨² recientemente y habl¨¦, indirecta y directamente, con el presidente Putin, que no habr¨ªa podido ser m¨¢s amable, y tuvimos un ¨¦xito tremendo¡±, dijo en 2014.
En los ¨²ltimos d¨ªas, ha matizado la versi¨®n: ¡°No tengo ninguna relaci¨®n con Putin. Ha dicho cosas muy amables sobre m¨ª, pero no tengo ninguna relaci¨®n¡±.
Un grupo de asesores rusos
Las simpat¨ªas de Donald Trump hacia el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, ponen el foco en el grupo de asesores del candidato republicano. Algunos han mantenido relaciones profesionales con Mosc¨² y han defendido intereses pr¨®ximos al Kremlin.
El caso m¨¢s conocido es el de Paul Manafort, jefe de campa?a y veterano consultor republicano. Empez¨® a colaborar en marzo con Trump y en mayo se convirti¨® en el director de la campa?a. Su misi¨®n era poner orden en un equipo novato. Como consultor y lobista, llegaba con una trayectoria larga y una cartera de clientes que inclu¨ªa a dictadores como el congole?o Mobutu Sese Seko y el filipino Ferdinand Marcos. Su cliente m¨¢s reciente es Viktor Yanuk¨®vich, el presidente prorruso de Ucrania que acab¨® refugi¨¢ndose en Mosc¨² tras la revuelta de 2014. Tambi¨¦n ha trabajado para varios oligarcas prorrusos, seg¨²n The Guardian.
Otro asesor de Trump es Carter Page, que dirigi¨® la oficina en Mosc¨² del banco Merrill Lynch y aconsej¨® al gigante energ¨¦tico Gazprom, afirma The Washington Post.
Tambi¨¦n asesora a Trump el teniente general Michael Flynn, que fue jefe de la inteligencia militar con la Administraci¨®n Obama. Ahora es una de las voces m¨¢s beligerantes contra el presidente. Flynn asisti¨® el a?o pasado a una cena en Mosc¨² de la cadena de televisi¨®n rusa RT a la que tambi¨¦n acudi¨® el presidente Putin. ¡°Rusia tiene su propia estrategia de seguridad nacional, y debemos respetarlo¡±, dijo.
Trump ya admiraba a Putin antes de rodearse de estos asesores, e incluso antes de presentarse a las elecciones. Pero su equipo es un indicio del cambio que el magnate supone para el Partido Republicano. Otra visi¨®n del mundo y de las relaciones con el viejo rival geopol¨ªtico se ha instalado en el partido de Reagan.
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