Ortega confirma su giro autoritario al nombrar a su esposa candidata a vicepresidenta
El mandatario nicarag¨¹ense se postula para la reelecci¨®n en los comicios de noviembre. El Tribunal Electoral, controlado por ¨¦l, despoj¨® el viernes a la oposici¨®n de sus esca?os parlamentarios
Rosario Murillo, la primera dama de Nicaragua, se coloc¨® el martes constitucionalmente en la l¨ªnea de sucesi¨®n del poder en este pa¨ªs, al ser nombrada por su esposo, el presidente Daniel Ortega, como su compa?era de f¨®rmula en el oficialista Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional (FSLN), de cara a las elecciones generales de noviembre.
De esta manera Ortega despeja meses de incertidumbre e instaura un modelo de gobierno en el que todo el poder queda en manos de su familia y allana el camino para imponer una nueva dinast¨ªa. Seg¨²n la Constituci¨®n, en caso de falta del presidente asumir¨¢ el Gobierno su vice, en este caso Rosario Murillo.
Ortega asisti¨® la tarde del martes con Murillo a la sede del Consejo Supremo Electoral (CSE) para inscribir la f¨®rmula presidencial. El Frente Sandinista es el ¨²nico partido importante que participar¨¢ en lo que la oposici¨®n ya ha catalogado como una ¡°farsa¡±. Ortega, que controla el Tribunal Electoral y la Corte Suprema, ha logrado sacar de la competencia a la oposici¨®n, al despojarla de una casilla electoral, la del Partido Liberal Independiente (PLI), cuya representaci¨®n legal fue arrebata al opositor Eduardo Montealegre. En este caso fue clave el control sobre el Supremo y la lealtad de los magistrados de ese poder del Estado. En otro fallo, este emitido por los jueces electorales, Ortega se hizo con el control total del Parlamento, al despojar a la oposici¨®n de sus curules.
Por lo tanto, las elecciones de noviembre son un mero tr¨¢mite con el que el presidente pretende legitimar la imposici¨®n de su modelo de gobierno de partido ¨²nico y mando familiar. Hasta ahora Ortega gobernaba Nicaragua al lado de su esposa, una poderos¨ªsima primera dama cuyas funciones inclu¨ªan la administraci¨®n diaria de todas las instituciones del Estado, una s¨²per ministra, que maneja con un control f¨¦rreo todas las instancias del Ejecutivo. Nada se hace en la administraci¨®n p¨²blica si no cuenta con el visto bueno de la llamada ¡°compa?era Rosario¡±.
Ese mando, sin embargo, carec¨ªa del legitimidad, al no haber recibido Murillo ni un solo voto y por haber sido impuesta a dedo por su esposo. En la l¨®gica de la familia presidencial, el participar en las elecciones de noviembre y ser electa por voto popular garantiza la legitimidad que necesita la sucesi¨®n de la familia Ortega en el poder. No importa si esas elecciones carecen de los elementos b¨¢sicos de una democracia: que sean libres, en las que participe un amplio abanico de partidos y candidatos o que los votos se cuenten correctamente.
Desde que Daniel Ortega regres¨® al poder en 2007 un halo de oscuridad se ha ce?ido sobre la legitimidad de su mandato. En aquella ocasi¨®n regres¨® al Gobierno tras pactar con el presidente corrupto Arnoldo Alem¨¢n una reforma constitucional que reduc¨ªa la cantidad necesaria de votos para convertirse en presidente, al pasarla del 45% al 35%. Luego Ortega se garantiz¨® el control total del Tribunal Electoral y las sucesivas elecciones han sido denunciadas como fraudulentas, incluidas las de 2011, donde repiti¨® mandato. En esa ocasi¨®n la Misi¨®n de Observaci¨®n de la Uni¨®n Europea calific¨® el proceso como ¡°opaco¡± y con tantas trabas que era dif¨ªcil confirmar el triunfo sandinista.
El primer paso que dio el presidente para lograr la sucesi¨®n familiar en Nicaragua fue que la Corte Suprema emitiera en 2011 un fallo en el que declaraba inaplicable para Ortega la prohibici¨®n constitucional que le prohib¨ªa repetir mandato. La Constituci¨®n establec¨ªa que no pod¨ªa ser presidente de Nicaragua el mandatario en funciones y si ya hab¨ªa sido presidente en otra ocasi¨®n, ambas prohibiciones eran aplicables a Ortega. M¨¢s tarde, tras el triunfo electoral de 2011, Ortega us¨® su mayor¨ªa parlamentaria para reformar la Constituci¨®n y eliminar esa prohibiciones, con lo que se garantizaba ser el candidato perpetuo a la Presidencia.
Desde entonces el mandatario ha reformado profundamente el Estado, imponiendo un mando familiar basado en la sumisi¨®n de la Polic¨ªa Nacional y la lealtad del Ej¨¦rcito, el control absoluto de los poderes judicial y electoral y todas las instituciones y la mayor¨ªa de municipios del pa¨ªs, que controla ya sea por supuestos fraudes electorales o por destituciones ilegales de alcaldes de la oposici¨®n. Era el parlamento -y la voz inc¨®moda de los diputados opositores- la ¨²ltima pieza que quedaba suelta, pero Ortega la liquid¨® con el fallo del Tribunal Electoral y un poco de ayuda de pol¨ªticos oportunistas salidos de la oscuridad para jugar el papel de comodines a cambio de prebendas: un esca?o como diputado que garantiza un buen salario (en d¨®lares) y beneficios de los que carecen la mayor¨ªa de los pobladores de este pa¨ªs sumido en la miseria.
¡°Todo lo que ha hecho Ortega desde 2007 ha sido acumular el poder, todo el poder. La equivocaci¨®n es creer que Ortega se va a detener. ?l no tiene l¨ªmites¡±, dijo a El Pa¨ªs la ex comandante guerrillera Dora Mar¨ªa T¨¦llez, quien combati¨® desde el sandinismo a la dictadura de Somoza. T¨¦llez nuevamente se ve frente a la imposici¨®n de una familia que controla el poder en este pa¨ªs aunque el somocismo nunca us¨® la vicepresidencia como plataforma para consolidar el poder. Lo que no es novedoso en la historia de Nicaragua es una familiar gobernando el pa¨ªs como si fuera su hacienda. ¡°En Nicaragua las dictaduras no han sido dictaduras militares, sino familiares¡±, dijo la tambi¨¦n historiadora. Se abre ahora una nueva p¨¢gina de la historia de este pa¨ªs que Cort¨¢zar ya defini¨® como tan violentamente dulce.
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