La coca, el gran negocio a erradicar en Colombia
El Gobierno y las FARC han pactado desarrollar programas para sustituir cultivos il¨ªcitos
La expresi¨®n ¡°coronar¡± tiene varias acepciones y casi todas sirven para explicar una tendencia al alza en Tumaco. Muchachos j¨®venes que regresan a sus casas como reyes despu¨¦s de haber completado una obra perfecta, de haber llegado a lo m¨¢s alto del pico, esto es, haber cruzado buena parte de la costa pac¨ªfico de Am¨¦rica Latina con un cargamento de coca¨ªna. De vuelta al barrio, lucen cadenas de oro, coches antes impensables y donde hab¨ªa casas desvencijadas se levantan edificios de dos o tres pisos. En Nuevo Milenio, conviven la pobreza m¨¢s cruda con esa nueva riqueza Una tendencia que preocupa a los que como Daniele Zarantonello, cura italiano instalado en la zona desde hace a?os, trabajan para que los j¨®venes no caigan en estas trampas tan seductoras. ¡°Si vuelven, lo hacen como iconos. Los chicos me dicen: ¡®A m¨ª llegar pobre a viejo no me interesa. Prefiero morir con 35 y tenerlo todo¡±.
Referirse a una de las zonas m¨¢s golpeadas del conflicto se ha vuelto casi una redundancia en Colombia, donde 52 a?os de guerra han sacudido pr¨¢cticamente todos los rincones del pa¨ªs. En Tumaco, la expresi¨®n se puede quedar peque?a. El municipio del departamento de Nari?o, en el Pac¨ªfico colombiano, una de las zonas m¨¢s pobres del pa¨ªs, ha sufrido todo tipo de violencias: guerrillas, paramilitares, ausencia del Estado, corrupci¨®n de las instituciones¡ Una lacra acentuada en los ¨²ltimos tres lustros por un crecimiento ingente de la producci¨®n de hoja de coca y el consiguiente negocio del narcotr¨¢fico: Tumaco es el municipio con m¨¢s cultivos il¨ªcitos, del departamento (Nari?o) con m¨¢s cultivos il¨ªcitos, del pa¨ªs con m¨¢s cultivos il¨ªcitos. Un negocio ilegal en manos de los grupos armados (FARC, anta?o los paramilitares), con redes en los principales carteles del continentes.
A principios de siglo, en 2001, el departamento del Putumayo, en el sur del pa¨ªs, ten¨ªa m¨¢s de 47.000 hect¨¢reas de plantaciones de coca. En Nari?o, la cifra apenas superaba las 7.000 hect¨¢reas. A partir de dese a?o, el Plan Colombia, la alianza para combatir el narcotr¨¢fico con financiaci¨®n de Estados Unidos, golpe¨® de lleno al Putumayo y al Guaviare, otro departamento con grandes cantidades de cultivos il¨ªcitos. Las fumigaciones a¨¦reas provocaron que los campesinos cultivadores, el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la cadena, migraran hacia Nari?o, un enclave ideal para sacar la coca¨ªna del pa¨ªs. Entre 2001 y 2004, el n¨²mero de hect¨¢reas de coca sembradas no lleg¨® a sobrepasar nunca la cifra de 20.000. El pasado a?o, la ONU, quien aporta todas estas cifras, apuntaba que en el departamento del Pac¨ªfico hab¨ªa casi 30.000 hect¨¢reas: el 66% se encontraban en Tumaco.
A una hora en bote se empiezan a percibir los lugares donde se planta la coca. Tabl¨®n Dulce, una vereda que da la bienvenida con una bandera de las FARC en lo que viene a ser una suerte de muelle, colinda con muchas de esas comunidades.Varios ni?os juegan al futbol en un escampado rodeados de casas de adobe a las que les falta parte de los tejados. En junio de 2015, durante la ¨²ltima gran arremetida de la guerrilla durante el proceso de paz, hubo una operaci¨®n del Ej¨¦rcito para tratar de capturar a guerrilleros. La fuerza de los helic¨®pteros al aterrizar revent¨®. As¨ª siguen. ?A qui¨¦n denunciar? ¡°La misma ausencia del Estado ha hecho que el productor se incline hacia lo il¨ªcito¡±, admite Jersinho Boya, l¨ªder comunitario.
La regi¨®n m¨¢s afectada suma 30.000 hect¨¢reas sembradas
Tabl¨®n tratar de convertirse en un ejemplo a seguir. Boya defiende que en su comunidad apenas hay rastro de coca. Lo corroboran agricultores de la vereda, como ?scar, 62 a?os y manos ajadas de cultivar coco, platano, cacao: ¡°Nuestra microempresa es la finca, es lo que nos da sustento¡±. En Tabl¨®n se benefician de algunos programas de sustituci¨®n de cultivos que han implementado organismos internacionales, como Usaid, la cooperaci¨®n estadounidense. Desde hace a?os son programas estables. Antes, la violencia no lo permit¨ªa. Los habitantes de Tabl¨®n, no obstante, miran al futuro cercano con incertidumbre: ¡°Ac¨¢ hemos estado abandonados por el Estado. El posconflicto es algo que nos tiene preocupados porque no sabemos cu¨¢l va a ser la intervenci¨®n del Estado¡±, afirma Boya.
La guerrilla se ha comprometido a romper su relaci¨®n con el narcotr¨¢fico
Erradicar los cultivos il¨ªcitos es uno de los grandes desaf¨ªos del posconflicto. Durante las negociaciones de paz, el presidente, Juan Manuel Santos, prohibi¨® la fumigaci¨®n con glifosato, lo que, para muchos, permiti¨® un auge de los cultivos. El Gobierno y las FARC acordaron poner en marcha un Programa Nacional Integral de Sustituci¨®n (PNIS). La guerrilla se comprometi¨® a ¡°poner fin a cualquier relaci¨®n, que en funci¨®n de la rebeli¨®n, se hubiese presentado con este fen¨®meno¡±, en referencia a las drogas il¨ªcitas. Las FARC siempre han negado cualquier v¨ªnculo con el narcotr¨¢fico y aseguran que el ¨²nico dinero que han recibido se debe al impuesto que le cobran a las redes que operan en sus territorios, para proteger al campesino. En el acuerdo no se especifica si la guerrilla contribuir¨¢ con informaci¨®n a desmontar las cadenas del narcotr¨¢fico.
Esa promoci¨®n de la sustituci¨®n voluntaria es lo que, muchos en Tumaco, consideran el motivo del repunte de la coca. A la espera de que frag¨¹en los acuerdos, ¡°ellos¡±, como se refieren a los grupos armados, en este caso la guerrilla, han incitado a que se cultive m¨¢s. Es un comentario que sobrevuela pero que pocos se atreven a decir en voz alta. La violencia como se conoci¨®, la de las bombas retumbando cada dos por tres, la de las fronteras invisibles entre las zonas guerrilleras y las de los paramilitares, ha desaparecido. El padre Zarantonello, no obstante, advierte: ¡°El narcotr¨¢fico es transversal en el pueblo¡±. Coronar la paz a¨²n est¨¢ lejos.
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