La vida despu¨¦s de dejar las armas
En los ¨²ltimos 13 a?os se han desmovilizado 59.000 personas de grupos armados en Colombia. El estigma es la principal barrera cuando intentan reintegrarse en la vida civil
La primera vez que agarr¨® un arma ten¨ªa 18 a?os. Desde entonces no dej¨® de sentir miedo. Francisco, como pide que le llamen porque todav¨ªa hoy no se atreve a decir su nombre y apellido, entr¨® a las FARC cuando ten¨ªa 15, pero hasta que no fue mayor de edad no le permitieron usar el uniforme y cargar un fusil. Antes de hacerlo se dedic¨® a hacer trabajo pol¨ªtico en Bogot¨¢. Era un guerrillero aunque no estuviera en el monte. ¡°Empec¨¦ con trabajo de propaganda en la ciudad, pero se present¨® la oportunidad de ir a un campamento y acept¨¦¡±, recuerda hoy, dos a?os despu¨¦s de su desmovilizaci¨®n.
¡°Cuando llegu¨¦ me presentaron a los comandantes, yo estaba bajo el mando de ¡®El Paisa¡¯ [uno de los l¨ªderes m¨¢s sanguinarios]. Cre¨ªa que conoc¨ªa mucho de las FARC, pero al estar all¨¢ fue todo muy complejo¡±, dice. Cuenta que acoplarse a la vida en el campo le tom¨® tiempo. Su pesada contextura, su baja estatura y un par de gafas de vidrio grueso le impidieron participar en combates. Le dejaban echarse encima un arma para que la usara en caso de que hubiera una emboscada del Ej¨¦rcito, pero su trabajo siempre fue pol¨ªtico. Y a¨²n estando en lo ¡°m¨¢s seguro¡± dentro de las FARC, sent¨ªa miedo. ¡°Llega un momento en el que el ideal se pierde y el miedo crece. Uno no sabe si al siguiente minuto va a estar vivo. Casi nunca se duerme en el mismo lugar, la muerte siempre est¨¢ ah¨ª¡±, dice Francisco, uno de las 59.000 desmovilizados que han entrado en los ¨²ltimos trece a?os en procesos de inclusi¨®n a la vida civil, seg¨²n cifras de la Agencia Colombiana para la Reintegraci¨®n (ACR).
¡°Yo empec¨¦ a planear salirme de las FARC cuando me enferm¨¦. Tuve una infecci¨®n estomacal y no ten¨ªa posibilidad de acceder a medicinas. Fue muy duro. Pensaba que si iba a morir en el monte deb¨ªa ser en un combate y como no ten¨ªa opci¨®n de estar en uno, tom¨¦ la decisi¨®n de salvarme, de salir de all¨ª¡±, recuerda Francisco, que opt¨® por no regresar al campamento, tras uno de sus viajes a la ciudad, que eran habituales en su papel dentro la guerrilla. Dejar a las FARC no fue f¨¢cil. Sab¨ªa que aunque podr¨ªa salir de all¨ª, como lo hab¨ªa hecho en otras oportunidades, lo perseguir¨ªan por ¡°traici¨®n¡±. Al llegar a Bogot¨¢ fue hospitalizado. Estaba a punto de una peritonitis. Tras su recuperaci¨®n, se present¨® ante la justicia para formalizar su proceso de desmovilizaci¨®n. El delito que le aparec¨ªa en su expediente era el de rebeli¨®n. No pag¨® un solo d¨ªa de prisi¨®n.
Desde el sur de la ciudad, cuenta que ¡°al volver del monte¡± busc¨® un lugar donde vivir lejos de donde resid¨ªa antes de entrar a las FARC. No solo ten¨ªa que cargar con el estigma de desmovilizado, tambi¨¦n tuvo que soportar por mucho tiempo llamadas intimidatorias, amenazas. Incluso hoy dice sentir la persecuci¨®n de la guerrilla por haberse escapado. Las personas con las que hab¨ªa hecho trabajo pol¨ªtico antes de irse para la selva, lo acosaban. ¡°Ellos [los guerrilleros] saben d¨®nde est¨¢ uno y eso se siente¡±. Francisco trata de no tomar siempre la misma ruta y no da su n¨²mero de tel¨¦fono. Le tiene miedo a la venganza de las FARC por haber escapado y al rechazo de la sociedad por haber sido parte de la guerrilla.
Para Joshua Mitrotti, director de la ACR, el reto de la sociedad colombiana es entender lo que implica dejar las armas. ¡°Los desmovilizados son de carne y hueso. Tienen sue?os, tienen temores. La diferencia entre ellos y nosotros es simplemente que ellos estuvieron en el lugar equivocado y les toc¨® vivir cosas muy complejas en torno a la guerra¡±. El 75% de personas que han empezado un proceso de reintegraci¨®n tras dejar las armas eran analfabetas. Hoy, seg¨²n cifras de la ACR, m¨¢s de 22.000 han culminado la b¨¢sica primaria, 14.000 alcanzaron el bachillerato, 2.800 han accedido a educaci¨®n superior y 500 son profesionales.
Luis Bar¨®n, de 35 a?os, se vincul¨® a las FARC cuando ten¨ªa 13 porque no le gustaba la escuela y ten¨ªa fascinaci¨®n por las armas. ¡°No fui obligado¡±, asegura. En Caquet¨¢, la regi¨®n donde naci¨®, era ¡°normal¡± entrar a la guerrilla. A los tres meses de su ingreso, le dieron se primer fusil. ¡°Cuando llegu¨¦ a ser comandante, las FARC intensificaron las tomas a los pueblos y a las bases militares¡±. Las emboscadas y las bombas eran parte de su cotidianidad. Contarlo como lo hace ahora le cost¨® tiempo. Tal vez sinti¨® por primera vez que pod¨ªa hacerlo cuando tuvo de frente a una de sus v¨ªctimas. Wilson Barreto, un expolic¨ªa, le perdon¨® que una acci¨®n del grupo que ¨¦l lideraba lo haya dejado ciego.
El Gobierno y las FARC acordaron crear el Consejo Nacional de la Reincorporaci¨®n (CNR), que estar¨¢ dirigida por dos miembros del Estado y dos de la guerrilla, que tendr¨¢n la funci¨®n de definir las actividades, establecer el cronograma y adelantar el seguimiento del proceso de reincorporaci¨®n, seg¨²n los t¨¦rminos acordados en La Habana. Despu¨¦s de los 180 d¨ªas en que estar¨¢n concentrados tras la firma del acuerdo, cada miembro de las FARC recibir¨¢ un pago ¨²nico cercano a los 600 d¨®lares y durante dos a?os un subsidio mensual de 200 d¨®lares, que equivale al 90% del salario m¨ªnimo en Colombia. Tras cumplirse ese periodo y si se comprueba que el beneficiario ha continuado su ruta educativa en funci¨®n de los prop¨®sitos de reincorporaci¨®n, se establecer¨¢ otra asignaci¨®n mensual cuyo monto se definir¨¢ a trav¨¦s de una ley. Un modelo que no var¨ªa del que existe actualmente, en donde los desmovilizados de diferentes grupos armados tambi¨¦n reciben subsidios por valores similares.
Una investigaci¨®n realizada en el 2014 por la Fundaci¨®n Ideas para la Paz analiz¨® la situaci¨®n de 1.158 desmovilizados de grupos paramilitares y guerrilleros de diferentes partes del pa¨ªs y determin¨® que el 76% no hab¨ªa vuelto a incurrir en cr¨ªmenes, frente al 24% que s¨ª lo hab¨ªa hecho. ¡°En la c¨¢rcel el 70% vuelve a reincidir al cabo de tres a?os. Es menor la reincidencia de quienes se desmovilizan¡±, advierte el director de la ACR. Como el caso de Luis, que hoy camina por Bogot¨¢ con Wilson, anta?o enemigo, como dos ciudadanos m¨¢s.
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