Cartas contra Trotski
Una inmersi¨®n en el archivo de misivas enviadas por los estalinistas mexicanos a su Gobierno para que no asilase al revolucionario ruso, protegido hasta el final por el presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas
Mientras el viejo Le¨®n Trotski cuidaba sus queridos cactus y escrib¨ªa de pol¨ªtica en casa, el presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas no dejaba de recibir cartas para que ordenase su expulsi¨®n de M¨¦xico. El mito proscrito de la Revoluci¨®n rusa, el l¨¢tigo errante del Kremlin, el hombre al que Stalin quer¨ªa muerto, dos veces muerto, rematadamente muerto, deb¨ªa ser perseguido y hostigado all¨¢ donde fuese y los estalinistas mexicanos cumpl¨ªan con su parte de la estrategia de acoso y derribo. Desde cada rinc¨®n del pa¨ªs donde hubiese una c¨¦lula comunista sal¨ªa un telegrama o una misiva contra el ¡°agente de las compa?¨ªas petroleras y del Imperialismo yanqui¡±, como, por ejemplo, lo calificaba en su carta el Sindicato Gremial de Alba?iles de Papantla, un pueblo de Veracruz.
¡°Podemos decir que Trotski no ha tra¨ªdo ning¨²n beneficio a M¨¦xico y s¨ª en cambio a [sic] venido a maniobrar veladamente en contra de nuestro buen r¨¦gimen y a lanzar calumnias en contra de trabajadores mexicanos¡±, dec¨ªa el Sindicato de Carpinteros de Tampico. La Sociedad de Estudiantes Vanguardistas Alma Huasteca juzgaba que era un ¡°extranjero peligroso (¡) de quien toda la juventud de M¨¦xico se queja por temer de ¨¦ste bochornosos enredos pol¨ªticos en el interior del pa¨ªs¡±. No menos contundente era el Comit¨¦ Municipal Femenil de Arcelia, Guerrero, que lo situaba como ¡°enemigo n¨²mero uno de los trabajadores¡±. Casi todos inclu¨ªan en sus cartas la petici¨®n de que lo echasen de M¨¦xico; as¨ª lo hac¨ªa el brevemente denominado?Comit¨¦ regional de defensa de la nacionalidad contra el imperialismo y la reacci¨®n, que en su circular enviada a las autoridades con 11 puntos prioritarios para la naci¨®n colocaba en el n¨²mero tres la expulsi¨®n de Trotski, por encima de otros asuntos como la atenci¨®n m¨¦dica a los campesinos o el acceso al agua potable.
El dosier gubernamental de cartas se resguarda en el Archivo General de la Naci¨®n. EL PA?S ha tenido acceso a la copia que posee la Casa Museo Le¨®n Trotski, donde vivi¨® y muri¨® el revolucionario ruso, un lugar de gran valor hist¨®rico que se esfuerza por reunir los apoyos b¨¢sicos para subsistir.
Jefe de una banda de atracadores, esp¨ªa de Inglaterra o agente de las petroleras de EE UU; la lista de acusaciones a Trotski era variopinta
El grueso de los documentos son del verano de 1940. En mayo un comando asalt¨® la casa de Trotski y reg¨® de balas la vivienda, pero el objetivo y su familia sobrevivieron. Varios militantes comunistas fueron arrestados por el atentado y la ola de misivas de las semanas posteriores ten¨ªa como prop¨®sito que dejasen a los camaradas en libertad y que aplicasen a Trotski el art¨ªculo 33 de la Constituci¨®n para la expulsi¨®n de extranjeros inconvenientes. En el archivo tambi¨¦n se encuentran cartas previas a su llegada a M¨¦xico. El 7 de diciembre de 1936 la Alianza de Tranviarios enviaba un telegrama pidiendo que no se permitiese la entrada del [sic] ¡°m¨¢s grande contrarevolucionario mundial ligado fachismo alem¨¢n¡±. En enero, Trotski arrib¨® a M¨¦xico en barco asilado por el Gobierno del general C¨¢rdenas, que hab¨ªa mantenido como una l¨ªnea estrat¨¦gica prioritaria de su pol¨ªtica exterior la concesi¨®n de refugio a los exiliados en aquellos tiempos de profundas turbulencias mundiales.
Entre las cartas contra Trotski se encuentran acusaciones de lo m¨¢s variopinto. Desde la asociaci¨®n de vecinos que afirma que es el ¡°jefe de una banda internacional de atracadores¡± al Comit¨¦ Estatal de Yucat¨¢n del Partido Comunista Mexicano que lo acusa de trabajar ¡°como agente del Intelligence Service ingl¨¦s¡±. El Comit¨¦ Pro-reorganizaci¨®n de la Escuela y Redenci¨®n del Ciego Mexicano lo define como un ¡°fat¨ªdico instrumento del Imperialismo Internacional¡± y un miembro de un tal Club M¨¦xico para los Mexicanos propone desde Los ?ngeles, California, que adem¨¢s de a Trotski tambi¨¦n se aplique el art¨ªculo 33 ¡°a todos los espa?oles refugiados en M¨¦xico¡±.
C¨¢rdenas no hizo caso a la campa?a contra su hu¨¦sped. El presidente nunca lleg¨® a verse en persona con ¨¦l para evitar echar le?a al fuego de la propaganda estalinista y no ten¨ªa lazo ideol¨®gico alguno con el trotskismo, pero jam¨¢s rompi¨® su compromiso personal de refugiarlo. Hasta el 20 de agosto de 1940, cuando Trotski sufri¨® en su casa el atentado mortal de Ram¨®n Mercader, un agente espa?ol de la Inteligencia sovi¨¦tica. A¨²n d¨ªas despu¨¦s, cuando el legendario bolchevique ya hab¨ªa dejado de existir, en las oficinas del Gobierno segu¨ªan recibiendo protestas contra Trotski, perseguido por carta hasta el m¨¢s all¨¢.
Lombardo Toledano, el urdidor de Stalin
El nieto de Trotski, Esteban Volkov, a sus 90 a?os cabeza del museo y tenaz divulgador de la verdad hist¨®rica sobre la persecuci¨®n a su abuelo, apunta como ¡°cerebro¡± de todo aquello a Vicente Lombardo Toledano, secretario general de la Confederaci¨®n de Trabajadores de M¨¦xico. ¡°Recib¨ªa un salario de Mosc¨², seg¨²n el expediente Venona, un programa de la Inteligencia de EE UU para descifrar mensajes encriptados de la KGB¡±, dice. Y expresa su gratitud hacia el presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas. ¡°La campa?a de los estalinistas era tremenda. Lombardo moviliz¨® a todas sus c¨¦lulas para inundar la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n con telegramas y cartas de protesta, pero C¨¢rdenas fue inamovible. ?l no aceptar¨ªa ¨®rdenes ni de Stalin ni de nadie. Nunca, nunca tuvo ni un titubeo¡±.
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