?Reinstaurar la mili para combatir el terrorismo?
Los franceses identifican en el Ej¨¦rcito un espacio que los conforta del peligro exterior y que re¨²ne los valores de la integraci¨®n, la autoridad, el orden y, sobre todo, el patriotismo
El pasaje m¨¢s ardoroso de La Marsellesa, ¡°a las armas, ciudadanos¡±, ha adquirido notoriedad en Francia porque la reaparici¨®n del servicio militar ha entrado en el debate pol¨ªtico. El ¨²ltimo reemplazo se produjo en 2001, pero la amenaza yihadista, el terrorismo de vecindario y hasta el fervor patri¨®tico en tiempos de emergencia nacional han convertido la mili en un poderoso argumento electoral cara a 2017.
Y no s¨®lo porque la reclame Nicolas Sarkozy desde su consustancial alarmismo, sino porque la restauraci¨®n del servicio militar tambi¨¦n forma parte de las reflexiones en voz alta de Arnaud Montebourg, diputado socialista en minor¨ªa que ha anunciado su candidatura. Ambos l¨ªderes son conscientes de que la opini¨®n p¨²blica (80%) se declara favorable al servicio militar obligatorio. El doble que los alemanes, pero la distancia de la sociedad germana no contradice que el Bundestag haya acu?ado un nuevo concepto de defensa civil, entre cuyas ambiciones destaca la reac?tivaci¨®n del reclutamiento obligatorio y temporal.
Las motivaciones son parecidas a las de Francia en el contexto de la psicosis terrorista, pero el Gobierno de Merkel incorpora a su argumentario la amenaza de Rusia, tan expl¨ªcita en sus aspiraciones expansionistas que los pa¨ªses n¨®rdicos tambi¨¦n han inculcado entre sus compatriotas el retorno m¨¢s o menos inminente del servicio militar.
Es el caso de Noruega y el de Suecia, cuyo ministro de Defensa, Peter Hultqvist, parece dispuesto a promoverlo en 2019, sin distinci¨®n de sexos y con la pretensi¨®n de proporcionar a la poblaci¨®n una suerte de autodefensa. Con m¨¢s raz¨®n cuando el peligro yihadista se manifiesta tanto desde c¨¦lulas sofisticadas como desde f¨®rmulas imitativas, indetectables, pero susceptibles de neutralizarse con los recursos de una poblaci¨®n militarmente instruida y preparada para una emergencia.
Estas mismas razones de aprensi¨®n, de autodefensa y de exposici¨®n al terrorismo isl¨¢mico podr¨ªan trasladarse a Espa?a, aunque la hip¨®tesis de restaurar el servicio militar, abolido por Aznar en 2001, todav¨ªa se antoja remota. Y no ya por la propia interinidad de un Gobierno en funciones, o por la impopularidad de la iniciativa, sino por la convicci¨®n de que un ej¨¦rcito profesional preparado, bien financiado y dotado de medios tecnol¨®gicos representa todav¨ªa la mejor alternativa a las amenazas contempor¨¢neas.
Fran?ois Hollande no discrepa de semejante concepci¨®n tecnocr¨¢tica, pero ha organizado una Guardia Nacional de 15.000 soldados entre cuyas filas hay militares en la reserva y civiles voluntarios. Vienen en llamarse ¡°reservas operativas¡±. Y en cierto sentido abren el camino hacia la evocaci¨®n del servicio militar.
La historiadora B¨¦n¨¦dicte Ch¨¦ron, experta en las relaciones de ej¨¦rcito y sociedad, sostiene que el fervor hacia el regreso de la mili no puede desvincularse de la nostalgia ni de la idealizaci¨®n. ¡°Los franceses piensan que es la soluci¨®n a todos los males, precisamente porque identifican en el ej¨¦rcito un espacio que los conforta del peligro exterior y que re¨²ne los valores de la integraci¨®n, la autoridad, el orden, la disciplina y, sobre todo, el patriotismo¡±.
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