Viva el Partido Liberal
Una senadora cristiana de ese movimiento propuso un referendo que busca que solo las parejas de heterosexuales puedan adoptar
En el episodio anterior, Colombia, un ruidoso pa¨ªs sudamericano que ha sido su propio enemigo desde que tiene memoria, hab¨ªa experimentado ¡ªa finales de 2015¡ª un arrebato de sensatez liberal: y en una sociedad en la que el 84% de las madres son madres solteras, y apenas la mitad de los hogares cuentan con los dos padres, no solo era uno de los 19 pa¨ªses en los que es legal el matrimonio entre personas del mismo sexo, sino uno de los 27 pa¨ªses que permiten la adopci¨®n por parte de parejas homosexuales. En el cap¨ªtulo siguiente, descorazonador por decir lo menos, Colombia fue el piso por donde miles de defensores de la supuesta familia tradicional marcharon contra un enemigo imaginario ¡ªuna conspiraci¨®n gay¡ª de aquellos que tanto unen a los abatidos: repitieron que no se es homosexual, sino que se es educado en aquella ¡°ideolog¨ªa¡±.
Fue a principios de agosto. Fue verdad. Fue en serio. March¨® un padre orgulloso con un cartel que dec¨ªa ¡°Prefiero un hijo muerto a un hijo gay¡±, por ejemplo, pero tambi¨¦n elev¨® su queja una disciplinada senadora cristiana del viejo Partido Liberal ¡ªas¨ª es¡ª que amparada en su fe y alentada por la firma de 1.740.000 colombianos propuso un referendo desolador que busca que solo las parejas de heterosexuales puedan adoptar.
En el episodio de hoy la senadora en cuesti¨®n, de apellido Morales ¡ªs¨ª¡ª, celebra como una reivindicaci¨®n de las buenas costumbres que el vergonzoso proyecto de referendo haya sido aprobado por una comisi¨®n del Senado: si el plan es ratificado por el Congreso, de la plenaria del Senado a la plenaria de la C¨¢mara, entonces no solo quedar¨¢ en manos de las mayor¨ªas la decisi¨®n de vida o muerte de si ac¨¢ en Colombia solo pueden adoptar las parejas heterosexuales, sino tambi¨¦n la determinaci¨®n absurda ¡ªporque los padres responsables han sido aqu¨ª la excepci¨®n a la regla, porque las familias no se decretan, sino que suceden¡ª de impedirles a los hu¨¦rfanos que encuentren por fin una madre soltera que los est¨¦ buscando, de convertir en imposible el tortuoso proceso de adoptar en un pa¨ªs donde millones de ni?os viven entre la pobreza, entre la guerra.
Qu¨¦ es lo peor del asunto: no es que la senadora sea prueba de que en esa sede del Partido Liberal en la Avenida Caracas # 36-01 es tolerada la intolerancia, ni que as¨ª quede claro que los partidos colombianos son expedidores de credenciales, ni que estemos ante una lecci¨®n de doble moral, ni que est¨¦ poni¨¦ndose en riesgo el principio democr¨¢tico de convertir a las mayor¨ªas en defensores de las minor¨ªas, ni que una sociedad permita que sus legisladores pierdan el tiempo de un pa¨ªs en atentar contra sus ciudadanos, ni que este montaje de pol¨ªticos religiosos sea una escalofriante misi¨®n en la Tierra, pero tambi¨¦n una astuta manera de captar votos, sino que es otra terrible demostraci¨®n ¡ªotra como la posibilidad de que el No gane el plebiscito por la paz¡ª de c¨®mo demasiados se han habituado a vivir en su teor¨ªa, en su desvar¨ªo, en su pa¨ªs.
Su pa¨ªs donde no hay madres solteras y los ni?os desamparados no envejecen y las familias est¨¢n hechas a imagen y semejanza de alguna valla de los a?os cincuenta. Donde le ven l¨®gica a votar No a la adopci¨®n, aunque adoptar igual sea una pesadilla kafkiana, en ese referendo infame que habr¨¢ de hundirse si esto sigue siendo una democracia. Donde le ven sentido a votar No a la paz, en ese plebiscito que deber¨ªa despertarnos, porque la guerra est¨¢ pas¨¢ndoles a otros. Colombia es un pa¨ªs sudamericano patas arriba que a¨²n no decide si todos sus ciudadanos tienen los mismos derechos, ni tiene todav¨ªa claro que ha vivido de combate en combate a fuerza de cerrarles las puertas a los pobres, a los raros, a los hu¨¦rfanos.
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