¡°?Viva la paz con los ojos abiertos!¡±
Gabo y Santos, igualados por el Nobel y por la lucha contra la guerra
Hace una semana, en Medell¨ªn, en medio de la humedad del Jard¨ªn Bot¨¢nico y de los nervios que sufr¨ªa esa regi¨®n, Antioquia, y Colombia ante el plebiscito cuyo resultado fue triste para la paz, le preguntaron a Ana Mar¨ªa Busquets, viuda del periodista Guillermo Cano, asesinado treinta a?os antes en Bogot¨¢, si perdonaba a los que mataron a su marido.
Guillermo Cano fue un gran amigo de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez?y tambi¨¦n fue su director en El Espectador. Con Cano, el escritor m¨¢s ilustre de Colombia conspir¨® a su manera, antes y despu¨¦s de ser celebrado con el Nobel de Literatura, en 1982. Conspir¨® tambi¨¦n con Virgilio Barco, con Carlos Gaviria, con Belisario Betancur, con todos los que pudo, presidentes de Colombia o mandatarios extranjeros, incluidos Fidel Castro y Bill Clinton, a los que puso en contacto. El objetivo era la paz.
La obsesi¨®n por esa paz que finalmente ha estado al alcance de la mano (y a¨²n no se ha escapado) del presidente Juan Manuel Santos, lo llev¨® a viajar, a ayudar a quienes quisieron dejar la guerrilla (como Antonio Navarro Wolff, ahora senador, antes guerrillero del M19, que se transform¨® en partido pol¨ªtico; Gabo salv¨® la vida de Navarro Wolff), a conspirar, en definitiva como don Juan Tenorio, en las altas esferas y en lo m¨¢s bajo del escalaf¨®n.
En ese mismo festival literario (el Festival Gabo) que se celebraba en Medell¨ªn, en el que le preguntaron a la viuda de Cano sobre el perd¨®n, se rindi¨® homenaje a un libro ahora simb¨®lico de Garc¨ªa M¨¢rquez, Noticia de un secuestro, publicado hace veinte a?os. Estaba all¨ª, hablando con periodistas colombianos, Maruja Pach¨®n, con cuya historia de secuestrada arranca esa obra en la que Gabo, con un estilo que no tiene adjetivos sino periodismo y dolor, cuenta el nudo humano de esa tragedia que esos d¨ªas previos al plebiscito ten¨ªa a Colombia tan dividida como antes y como despu¨¦s.
En ese libro, Noticia de un secuestro, Garc¨ªa M¨¢rquez, conspirador por la paz desde que tuvo uso de raz¨®n pol¨ªtica, desde que vivi¨® el bogotazo que tanto cont¨® para su vida de periodista y de narrador, el Nobel de 1982 explicaba su deseo, desde el pr¨®logo: que esa historia triste que hab¨ªa en el libro no fuera sujeto de escritura otra vez. Algunos a?os antes de que saliera ese libro a la calle, con la cr¨®nica de secuestros como el de Maruja Pach¨®n y Francisco Santos (periodista, vicepresidente con ?lvaro Uribe y, como ¨¦ste, firme partidario del No en el plebiscito), Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez celebr¨® con miles de personas en Bogot¨¢ la posibilidad de la paz, en medio de una tregua que luego no pas¨® a la historia sino como un fracaso.
Antes de que respondiera Ana Mar¨ªa Busquets sobre el perd¨®n y sobre la paz la periodista que coordinaba el di¨¢logo, Ana Cristina Navarro, exhibi¨® un v¨ªdeo que ella misma hab¨ªa dirigido sobre aquella manifestaci¨®n que ten¨ªa a la paz como s¨ªmbolo. Todos dibujaban, a su modo, la paloma de la paz, y tambi¨¦n la dibuj¨® Gabo. Cuando ya se iba, le preguntaron al Nobel (que ya lo era) que dijera qu¨¦ escribi¨® antes de estampar su firma (¡°Gabriel¡±) en la plaza repleta. Dijo este escritor de tan pocas palabras: ¡°?Viva la paz con los ojos abiertos!¡±.
Ni con las palabras ni con los gestos dio Gabo puntada sin hilo. Ahora todos (los del S¨ª) lo aclaman en Colombia como un adalid de la paz; lo fue, no cabe duda, y acaso ¡°los ojos abiertos¡± que aconsej¨® entonces han llevado ahora a la antesala de la paz, por la que Santos ha merecido el Nobel de la Paz, precisamente. El segundo Nobel colombiano, uno dese¨® la paz, contribuy¨® a ella, el otro est¨¢ amaneciendo a esa posibilidad, que podr¨ªa truncar la mezquindad pol¨ªtica que miente para torcer la informaci¨®n de los colombianos, que han hecho de la imposibilidad de perd¨®n un emblema del No.
La paz no cierra los ojos, sino que los abre. Los que est¨¢bamos escuchando aquel coloquio en el que Ana Cristina Navarro ofreci¨® la imagen de Gabo con la paloma de la paz sobre ese eslogan a favor de ¡°la paz con los ojos abiertos¡±, pudimos anotar lo que la viuda del periodista asesinado, Guillermo Cano, respondi¨® cuando la periodista le dijo si ella hab¨ªa perdonado. Dijo Ana Mar¨ªa Busquets: ¡°?Perdonar? Nadie me lo pidi¨®. En todo caso, el perd¨®n no justifica el acto de matar. Lo que hemos querido es que los hijos y los nietos no vivieran con ese dolor; que vivieran sin rencor, sin ganas de venganza. Nadie me ha pedido que perdone, y no se trata de perdonar o no, de lo que se trata es de reconciliarnos con la humanidad, y ofrecer eso a las generaciones futuras¡±.
Cuando el jurado del Nobel anunci¨® el premio a Jos¨¦ Manuel Santos vinieron a mi mente esas palabras y las palabras de Gabo en la antesala de Noticia de un secuestro: Colombia se merece, como se dice al final de Cien a?os de soledad, una segunda oportunidad sobre la tierra. Quiz¨¢ en Noruega se ha certificado la posibilidad de ese sue?o que ahora une a los dos Nobel de Colombia y que junta tambi¨¦n a Maruja Pach¨®n y a los descendientes de Guillermo Cano. Entre millones de otros que, como dijo H¨¦ctor Abad en EL PA?S y en El Espectador, ya no se sienten v¨ªctimas sino personas que buscan la paz con los ojos abiertos.
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