La paz es un dif¨ªcil juego de equilibrios

Tres son las condiciones que llevaron al acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC firmado hace unos d¨ªas en Cartagena de Indias, y hoy reconocido con el merecido galard¨®n del Nobel de la paz al presidente Juan Manuel Santos.

La primera fue la labor del propio Santos como ministro de Defensa durante el segundo mandato del presidente Uribe. Diezmando constantemente las filas y el liderazgo de la guerrilla fue de vital importancia para convencer a este ¨²ltimo residuo de la Guerra Fr¨ªa que es las FARC de que se acab¨® el sue?o de llevar al colapso del Estado para reestructurarle en la imagen de la guerrilla. La diplomacia de la paz nunca es un simple ejercicio de buena voluntad. Si no es respaldada por la fuerza, pocas son sus perspectivas.

La segunda condici¨®n que el presidente Santos puso en marcha a pocos d¨ªas de asumir el cargo en agosto del 2010 fue una revoluci¨®n diplom¨¢tica, un cambio radical de las relaciones de Colombia con el eje bolivariano, pa¨ªses como Venezuela y Ecuador que le dieron a la guerrilla ox¨ªgeno pol¨ªtico y apoyo log¨ªstico. Santos asumi¨® la presidencia cuando su pa¨ªs estaba pr¨¢cticamente en estado de guerra con Venezuela y Ecuador, y en pocos meses convirti¨® a Hugo Ch¨¢vez en el m¨¢s eficaz mediador de paz con la guerrilla.

La tercera condici¨®n es el liderazgo. L¨ªderes banales nunca son capaces de detectar oportunidades, y si las detectan suelen ignorarlas. Santos no solo cre¨® las condiciones para la paz, sino que lider¨® el proceso invirtiendo todo el capital pol¨ªtico necesario. Era mucho m¨¢s f¨¢cil y mucho m¨¢s popular seguir en la senda de la guerra.

El dilema del l¨ªder en la transici¨®n de la guerra a la paz es agonizante. La naci¨®n quiere la paz, pero frecuentemente se resiste a pagar el precio. Esa es una de las mayores paradojas de la historia, el que la paz divida y la guerra una. La decisi¨®n del presidente Santos de poner fin al conflicto armado en Colombia y de hacer justicia social (con la Ley de V¨ªctimas y Restituci¨®n de Tierras) a los millones de desheredados y desplazados a trav¨¦s de la vasta geograf¨ªa colombiana es una empresa de dimensiones meta-hist¨®ricas que los anales de la historia deber¨¢n de reconocer; es inevitable que las actuales generaciones se vean divididas en torno a esta dif¨ªcil construcci¨®n de la paz.

El presidente Uribe, que lider¨® la oposici¨®n al acuerdo de paz con argumentos contra la supuesta impunidad a los guerrilleros, debe de saber que la paz no es un tema jur¨ªdico, es un dif¨ªcil ejercicio de equilibrios que requiere contextualizar la justicia en un espacio pol¨ªtico muy particular. Curiosamente, los que lo entendieron as¨ª son las v¨ªctimas del conflicto que han sido los m¨¢s indulgentes con los victimarios. Entienden tambi¨¦n que el papel central del presidente es como evitar las victimas del futuro.

Hay distintas maneras de ganar una guerra. Colombia la ha ganado al llevar a una guerrilla que luch¨® medio siglo para implantar en el pa¨ªs el marxismo-leninismo a un acuerdo de paz que no les hace ni una sola concesi¨®n ideol¨®gica. Nada de castro-chavismo como dec¨ªa la propaganda del ¡°no¡±. Colombia sigue siendo una democracia liberal, y un Estado de derecho en el que las balas han dado paso definitivo a los votos.

Shlomo Ben Ami, exministro de Exteriores de Israel, es asesor de Santos en el proceso de paz y vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz.