La catedral ortodoxa en Par¨ªs expone las fricciones entre Putin y Hollande
El viaje de Putin para inaugurar el templo deriva en una bronca diplom¨¢tica
La agresiva pol¨ªtica militar de Vladimir Putin a¨ªsla cada d¨ªa m¨¢s al mandatario ruso. Este martes tuvo que anular una visita a Par¨ªs porque Fran?ois Hollande avis¨® de que le echar¨ªa en cara los brutales bombardeos rusos sobre Alepo. El presidente franc¨¦s los calific¨® de ¡°cr¨ªmenes de guerra¡± que podr¨¢n ser juzgados por el Tribunal Penal Internacional. Pero la historia m¨¢s espectacular es la de la catedral ortodoxa rusa que Putin quer¨ªa a inaugurar en la capital francesa el pr¨®ximo d¨ªa 19.
Es una historia de intrigas, extorsiones, alta diplomacia y aspiraciones imperiales con la religi¨®n de por medio. En su cruzada por recuperar s¨ªmbolos del desaparecido imperio sovi¨¦tico, Putin incluy¨® a mediados de la pasada d¨¦cada la construcci¨®n de una gran catedral ortodoxa en Par¨ªs. Exist¨ªa ya una, la de Alejandro Nevski, donde se cas¨® Pablo Picasso, pero est¨¢ bajo la obediencia de la rama ortodoxa de Constantinopla-Estambul.
Putin encarg¨® el proyecto a Vlad¨ªmir Kojine, entonces director de asuntos econ¨®micos y un hombre de su m¨¢xima confianza. Fue ¨¦l y el propio Putin quienes convencieron al Gobierno de Nicolas Sarkozy para que les vendiera una fabulosa parcela de 4.200 metros, antigua sede del Instituto de Meteorolog¨ªa, situada en el muelle Branly, a orillas del Sena, entre la torre Eiffel y el puente de Alma.
Por esa joya pugnaron grandes fortunas, pero sobre todo dos Estados: Rusia y Arabia Saud¨ª. El primero, para la catedral, ofrec¨ªa unos 73 millones de euros. El segundo, que ofrec¨ªa mucho m¨¢s, quer¨ªa construir una enorme mezquita.
Tras muchas gestiones y presiones, Sarkozy recibi¨® en 2007 al entonces gran patriarca ruso Alexis II, que le explic¨® la necesidad de construir un templo digno para los 200.000 fieles rusos de Par¨ªs. El proyecto se aceler¨® y, tras muchas peripecias, el concurso lo gan¨® el prestigioso arquitecto Manuel N¨²?ez-Yanowsky (Samarcanda, 1942), hijo de un republicano espa?ol.
¡°Sabe por qu¨¦ est¨¢ esto aqu¨ª¡±, cuenta por tel¨¦fono este arquitecto franc¨¦s que le dijeron en el El¨ªseo al ense?arle mapas y dibujos del proyecto. ¡°Se?alaba el templo y la cruz y me a?ad¨ªa: Si no, estar¨ªa una media luna¡±.
El inter¨¦s y la presi¨®n de Putin por acelerar las obras hizo que la futura catedral fuera bautizada como ¡°San Vlad¨ªmir sur-Seine¡± por parte de Fr¨¦d¨¦ric Mitterrand, ministro de Cultura de Sarkozy. ¡°Para la embajada rusa en Par¨ªs se convirti¨® en el proyecto central¡±, dicen en el Ayuntamiento.
Fue en la casa consistorial donde el socialista Bertrand Delano?, entonces alcalde, le puso proa al templo, que ahora se llama oficialmente Catedral de la Santa Trinidad. ¡°Es un insulto al alma rusa, a la iglesia ortodoxa y a Par¨ªs¡±, argument¨® al usar el caso como arma arrojadiza contra el conservador Sarkozy.
Rusia y Arabia Saud¨ª pugnaron por construir en el mismo terreno una catedral y una mezquita, respectivamente?
Llegado al El¨ªseo en mayo de 2012, Hollande no quiso contradecir a su popular alcalde y orden¨® revisar a fondo todo el proyecto. No puede hacerse ¡°por razones t¨¦cnico-est¨¦ticas¡±, zanj¨® su ministra de Cultura, Aur¨¦lie Filipetti.
El par¨®n enerv¨® a Mosc¨². En julio, entr¨® directamente en acci¨®n Putin con Hollande. Los dos encontraron un compromiso. La v¨ªctima fue N¨²?ez-Yanowsky. ¡°Se cargaron mi proyecto. Los dos pactaron un arreglo¡±. Consisti¨® en encargar la construcci¨®n al arquitecto franc¨¦s Jean-Michel Wilmotte, firmante de fara¨®nicas obras en Rusia. ¡°Mi proyecto era el encuentro de la tradici¨®n y la modernidad, y el que han acabado haciendo es el despacho de un ¨¢rabe rico¡±, critica airado N¨²?ez-Yanowsky.
Las obras se han hecho con una celeridad inusitada tras la luz verde definitiva dada en enero de 2014. Al menos esta vez no se ha tra¨ªdo tierra rusa para los cimientos de esta mole culminada por cinco majestuosos bulbos dorados, la central de una altura de cerca de 30 metros. Es lo que hizo el zar cuando en el siglo XIX se construy¨® la catedral de Alejandro Nevski, de solo tres peque?as torres junto al Arco de Triunfo.
Pero el objetivo era y es id¨¦ntico. ¡°Es la gran vuelta de Rusia a la escena internacional. Putin lo ha hecho para decir: hemos vuelto a Par¨ªs, esta vez a orillas del Sena¡±.
En la recta final, a¨²n tuvo que superar el Kremlin otra prueba en la que invirti¨® mucha energ¨ªa diplom¨¢tica y financiera, que a veces es lo mismo. En junio de 2014, un Tribunal de Arbitraje de La Haya dict¨® que los antiguos accionistas del imperio energ¨¦tico ruso Yukos debieran ser indemnizados con 50.000 millones de euros.
Para recuperar parte de ese dinero, los socios del antiguo propietario, el encarcelado Mija¨ªl Jodorkouski, exigieron embargar bienes rusos en el extranjero, como la catedral parisina. Los jueces franceses se pusieron en marcha. El Kremlin tambi¨¦n, hasta que logr¨® que el Gobierno franc¨¦s endureciera la ley que regula esos embargos. Quiz¨¢s a cambio, apenas exigi¨® compensaciones tras la decisi¨®n de Hollande de no entregar dos portaaeronaves Mistral comprometidos con Mosc¨².
La catedral, hoy protegida por inmunidad diplom¨¢tica, lucir¨¢ con todo su esplendor el d¨ªa 19. Pero Putin no podr¨¢ llenar los informativos rusos con su presencia en la inauguraci¨®n. Es una mancha, aunque peque?a, en esa gran bandera que acaba de izar en pleno coraz¨®n de Par¨ªs.
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