Las acusaciones por agresi¨®n sexual desestabilizan la campa?a de Trump
El candidato republicano denuncia una conspiraci¨®n criminal del establishment en su contra
Donald Trump contra el mundo. Desde que hace una semana se revel¨® una grabaci¨®n en la que alardeaba de comportamientos que bordean el crimen sexual, el republicano Trump afronta una sucesi¨®n de acusaciones de agresi¨®n sexual. El aspirante a la Casa Blanca replic¨® este jueves con un discurso contra los periodistas que han publicado las recientes revelaciones, las mujeres que le han denunciado y la familia de su rival dem¨®crata, Hillary Clinton, a la que calific¨® de criminal.
Como un animal malherido, Trump ha redoblado la virulencia ret¨®rica tras la avalancha de denuncias y cr¨ªticas que ha recibido en los ¨²ltimos d¨ªas. El candidato republicano dispara hacia todos los lados: los periodistas, los Clinton, los propios l¨ªderes republicanos por retirarle el apoyo o simplemente expresar dudas sobre la viabilidad de su campa?a.
Los sondeos reflejan una ventaja creciente de Clinton sobre Trump, e incluso estados tradicionalmente conservadores como Utah, feudo de los mormones, pueden acabar votando dem¨®crata el 8 de noviembre. La estrategia del republicano tras conocerse la grabaci¨®n de hace 11 a?os ¡ªen la que se enorgullec¨ªa de poder agarrar impunemente, y sin su consentimiento, a mujeres por sus genitales¡ª no ha sido moderar el tono sino lo contrario. Ha llamado desleal e inefectivo al l¨ªder republicano en Washington, el respetado speaker o presidente de la C¨¢mara de Representantes, Paul Ryan. Ha insinuado, en el tono conspirativo que suele usar, que la decisi¨®n de Ryan de dejar de apoyarlo activamente responde a un complot oculto en su contra, ¡°un pacto siniestro que est¨¢ en marcha¡±. Su adversario ya no es Clinton, ni los dem¨®cratas, sino el establishment, ¡°una empresa criminal¡± en la que incluye desde al New York Times, al que promete denunciar, a los jefes de su propio partido. ¡°Saben que si ganamos su poder desparecer¨¢ y regresar¨¢ a vosotros, el pueblo¡±, dijo en West Palm Beach (Florida).
Las revelaciones de las ¨²ltimas horas empujan m¨¢s a Trump hacia la espiral de descalificaciones incendiarias y palabras gruesas que hacen las delicias de su base m¨¢s fiel pero pueden espantar al votante moderado que al final acaba decidiendo las elecciones.
Si se hace caso simplemente a los sondeos, camina a la autodestrucci¨®n. Su apuesta es fuerte, e incierta: la idea de que la ira contra las ¨¦lites conecta con el sentir mayoritario del pa¨ªs y que esta mayor¨ªa silenciosa se siente tan agraviada como ¨¦l por el complot contra el pueblo. Encerrado en su b¨²nquer, el republicano retoma otra teor¨ªa conspirativa, la que sostiene que habr¨¢ fraude electoral en favor de los dem¨®cratas, y amenaza a Clinton con encarcelarla si gana las elecciones.
En una entrevista con The New York Times, una mujer llamada Jessica Leeds explic¨® que hace m¨¢s de treinta a?os, durante un viaje de negocios en avi¨®n, Trump le toc¨® los pechos e intent¨® meter la mano debajo de su falda. ¡°Era como un pulpo¡±, dijo.
En el mismo diario, Rachel Crooks explic¨® que en 2005, cuando trabajaba de recepcionista en una empresa ubicada en la Torre Trump de Manhattan, se encontr¨® con Trump frente a un ascensor y, tras presentarse, Trump la bes¨® en la boca.
Una periodista de la revista People, Natasha Stoynoff, explic¨® en un art¨ªculo c¨®mo Trump se le lanz¨® encima antes de una entrevista que deb¨ªa hacerle a ¨¦l y a su esposa, Melania, en Mar-a-lago, la mansi¨®n del magnate en Palm Beach.
Lo llamativo es que este comportamiento es el mismo que el propio Trump ha descrito en tono jactancioso, desde la grabaci¨®n de la semana pasada hasta sus comentarios lascivos en programas de radio.
Trump cay¨® en su propia trampa cuando, el debate del domingo ante Clinton, uno de los moderadores, Anderson Cooper, le pregunt¨® si era verdad que ten¨ªa por costumbre besar a mujeres sin su consentimiento. Esta era una de las bravuconadas del magnate en la famosa grabaci¨®n de Hollywood. Trump respondi¨®: ¡°No¡±.
Es este ¡°no¡± lo que ha incitado a varias mujeres a dar el paso. A menos de un mes para las elecciones, las compuertas se han abierto.
"Miradla. Mirad sus palabras. Decidme qu¨¦ pens¨¢is¡±
La respuesta de Donald Trump a las mujeres que le acusan de agresi¨®n sexual consiste en desacreditarlas personalmente en t¨¦rminos ofensivos. En el mitin en Florida, el candidato republicano se centr¨® en Natasha Stoynoff, la periodista de la revista People que en un art¨ªculo asegura que Trump la bes¨® sin su permiso a principios de la d¨¦cada pasada. ¡°Echaz un vistazo. Miradla. Mirad sus palabras. Y decidme qu¨¦ pens¨¢is. Yo no lo creo¡±, dijo el republicano. Sus palabras pueden dar a entender que se refer¨ªa a su aspecto f¨ªsico.
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