La discreta revoluci¨®n de un presidente
Lleg¨® al cargo con poca experiencia, pero supo lidiar con la Gran Recesi¨®n y revertir la cruzada intervencionista de su antecesor
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Los historiadores saben lo bastante como para no pronunciarse sobre el legado de un presidente antes de que abandone el cargo. La reputaci¨®n cambia como cambian los acontecimientos y las condiciones y el criterio con los que se juzga a los l¨ªderes. Harry Truman era visto como un presidente fallido cuando dej¨® la Casa Blanca en 1953, y ahora se le considera un visionario de la Guerra Fr¨ªa y un luchador en l¨ªnea con la mejor tradici¨®n del new deal. Por otro lado, hoy casi nadie se acuerda de Calvin Coolidge, quiz¨¢ el presidente del siglo XX que goz¨® de mayor popularidad durante su mandato.
Pero esta humildad frente a los quiebros de la historia no tiene por qu¨¦ impedir que se haga un inventario tentativo. Cuando los presidentes se preparan para dejar el cargo es normal que todos echemos la vista atr¨¢s para ver qu¨¦ cambios, buenos o malos, trajeron. Con Barack Obama, la cuesti¨®n de su legado es acuciante. De hecho, mientras ha viajado estos meses por el pa¨ªs instando al electorado a votar a Clinton, el propio Obama ha dicho que el futuro de su legado est¨¢ en esas papeletas. Los votos a Hillary no solo indicar¨ªan el deseo de continuar impulsando las l¨ªneas que han guiado sus pol¨ªticas; sino que la victoria de Clinton es necesaria para asegurar que muchos de los cambios emprendidos den sus frutos.
En los libros de historia, lo primero que se dice sobre Obama es que super¨® la barrera de la raza. Ocho a?os despu¨¦s de que llegara a la Casa Blanca, muchos estadounidenses son ya insensibles a este logro, especialmente porque la excitante conversaci¨®n sobre una sociedad ¡°posracial¡± ¡ªdesde el principio totalmente rid¨ªcula¡ª se disip¨® r¨¢pidamente. De hecho, las tensiones raciales en EE UU atraviesan su peor momento desde los tiempos de Reagan y George Bush padre. Las polarizadoras peleas pol¨ªticas sobre la acci¨®n policial, el encarcelamiento y las trabas electorales de las minor¨ªas demuestran que lo que hace 70 a?os Gunnar Myrdal denomin¨® ¡°el dilema americano¡± sigue sin resolverse. Y, sin embargo, si lo vemos con una mirada m¨¢s fresca, que Obama lograra obtener la confianza de los votantes no una, sino dos veces, pasar¨¢ a la historia como un punto de inflexi¨®n.
En el terreno de las pol¨ªticas implementadas, Obama ha sido menos memorable. A diferencia de Reagan o de Bill Clinton, no ha encarrilado el pa¨ªs en una nueva direcci¨®n. Reagan y Clinton cambiaron las reglas del juego, lograron alterar de forma fundamental el debate pol¨ªtico. Desde el senador Warren Harding, Obama probablemente haya sido el presidente que lleg¨® al cargo con menos experiencia. No ten¨ªa una visi¨®n clara y bien pensada de lo que quer¨ªa hacer. Su campa?a de 2008 iba sobrada de ret¨®rica que sub¨ªa los ¨¢nimos, pero falta de an¨¢lisis econ¨®mico y pol¨ªtico, y ¨¦l no ha sido capaz de construir el tipo de gran visi¨®n que marca las grandes presidencias.
A diferencia de Ronald Reagan y Bill Clinton durante su mandato no ha conseguido encarrilar el pa¨ªs en una nueva direcci¨®n
Seguro que se le reconocer¨¢ el m¨¦rito de haber guiado al pa¨ªs durante la Gran Recesi¨®n. Impuls¨® valientemente un plan enorme de recuperaci¨®n econ¨®mica, la regulaci¨®n financiera y las ayudas a la vital industria automovil¨ªstica. Que lo lograra, a pesar de la intransigente oposici¨®n republicana, redundar¨¢ a su favor. Pero si la econom¨ªa estadounidense no sigue mejorando en los pr¨®ximos a?os, su primer a?o en la Casa Blanca podr¨ªa ser recordado como una oportunidad perdida. Puede que en retrospectiva se considere que Obama fue t¨ªmido a la hora de enfrentarse a Wall Street en los primeros meses de su presidencia. Bajo la tutela del secretario del Tesoro, Timothy Geithner, decidi¨® no arriesgarse a agitar los mercados financieros ¡ª que ya empezaban a recuperarse cuando asumi¨® el cargo¡ª y no persigui¨® la implantaci¨®n de medidas m¨¢s duras. Este fallo tuvo como efecto secundario que toda la energ¨ªa populista se escor¨® a la derecha. En lugar de un revitalizado populismo econ¨®micamente liberal, su mandato ha presenciado el auge del llamado Tea Party, al reclamar la derecha su alianza con aquellos que quedaron rezagados en la recuperaci¨®n y se frustraron ante la lentitud de los cambios.
Obama tambi¨¦n ser¨¢ recordado por conseguir hacer realidad el viejo sue?o de una sanidad universal ¡ªo casi universal¡ª proporcionada por el Gobierno. La batalla por Obamacare supuso un enorme gasto de capital pol¨ªtico, y aunque el programa sigue teniendo flagrantes problemas (notablemente, la incapacidad para controlar el coste de las primas de las aseguradoras), ha marcado un importante hito en la lucha para que la sanidad sea aceptada como un derecho y no como un privilegio. Para que el plan funcione, probablemente ser¨¢ necesaria una reforma m¨¢s radical que permita a los ciudadanos contratar su seguro directamente con el Gobierno.
Al ser incapaz de defender las l¨ªneas rojas que hab¨ªa marcado Obama le ha dado alas a Putin y a una Rusia resurgente
La pol¨ªtica exterior ser¨¢ el ¨¢rea en que la presidencia de Obama ser¨¢ m¨¢s duramente juzgada. La apertura con Cuba ha supuesto un paso adelante; el acuerdo nuclear con Ir¨¢n ser¨¢ tildado de astuto o na?ve, en funci¨®n de cu¨¢ndo o de si ese pa¨ªs sigue los pasos de Corea del Norte. En un plano estrat¨¦gico m¨¢s amplio, Obama quiso revertir la cruzada nacionalista e intervencionista emprendida por George W. Bush, cuyo m¨¢ximo exponente fue la desastrosa guerra de Irak. Pero Obama corrigi¨® el curso en exceso. Estaba tan decidido a evitar el reproche del p¨²blico por enredarse en el exterior que se repleg¨® demasiado, permitiendo que Oriente Pr¨®ximo, en particular, se sumiera en el caos. No podemos especular ¡°?y si¡?¡± o asegurar que una intervenci¨®n m¨¢s temprana y astuta en Siria hubiera evitado necesariamente la cat¨¢strofe humana que se vive en la regi¨®n, pero s¨ª podemos declarar como un fracaso la pol¨ªtica de Obama. Adem¨¢s de las muertes, la destrucci¨®n y la aparici¨®n de una crisis de inmigrantes, al ser incapaz de defender las l¨ªneas rojas que ¨¦l mismo hab¨ªa marcado, Obama le ha dado alas a Putin y a una Rusia que resurge. La agresividad de Putin en Ucrania y, m¨¢s recientemente, su interferencia en el proceso electoral estadounidense en parte son resultado de la seguridad que tiene de que puede salirse con la suya. El pr¨®ximo presidente tiene un buen l¨ªo que resolver, tan grande como el que George W. Bush dej¨® como herencia.
En el futuro, tanto sus admiradores como sus detractores encontrar¨¢n argumentos para discutir sobre si la presidencia de Obama ha sido un ¨¦xito o un fracaso. Cu¨¢l de esos juicios prevalecer¨¢ depender¨¢ de acontecimientos imposibles de prever.
David Greenberg, profesor de historia en la Universidad Rutgers, es autor, entre otros libros, del recientemente publicado: Republic of Spin: An Inside History of the American Presidency (Rep¨²blica del Spin: La historia de la presidencia americana)
Traducci¨®n de Germ¨¢n Ponte
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