Con empleo pero sin techo
Hay trabajadores en Estados Unidos que acaban el turno, recogen sus b¨¢rtulos y se van a dormir a un albergue para indigentes
A la cita con este peri¨®dico, en el centro de Manhattan, llega tarde y azorada. En el trabajo tambi¨¦n se presentar¨¢ unos minutos despu¨¦s de la hora acordada. Las demoras se suceden y se retroalimentan. Como ese d¨ªa tiene el turno de las tres de la tarde, probablemente no llegar¨¢ a casa hasta pasadas las 10 de la noche y eso, a los 27 a?os, se lo apuntan como falta. No porque viva en el seno de una familia estricta, sino porque esa es la hora l¨ªmite de llegada al albergue para indigentes en el que duerme cuando sale de trabajar en McDonald¡¯s. Al menos, ese d¨ªa es s¨¢bado y no se tiene que organizar para llevar y recoger del colegio a los ni?os de ocho, siete y cuatro a?os. All¨ª tambi¨¦n suelen afearle los retrasos.
La vida de Y., como pide que se la identifique, no es una rareza: una tercera parte de las familias que duermen en los centros para los sin techo de la ciudad tienen al frente a una persona con empleo. Pero en Nueva York, trabajar ya no significa ganarse la vida. En Estados Unidos como conjunto, tampoco: seis de cada 10 hogares que se encuentran bajo el umbral de la pobreza en todo el pa¨ªs tienen a al menos uno de sus miembros empleados, seg¨²n el Instituto de Pol¨ªtica Fiscal.
¡°Trabajo entre 25 y 30 horas semanales; no he conseguido que me den m¨¢s. Y saco normalmente unos 280 d¨®lares brutos a la semana. En cuanto los tengo, lo primero que hago es comprar la comida, no da para mucho m¨¢s, pagar el tel¨¦fono, el metro¡ Necesito eso para poder trabajar¡±, explica. Lleva en el albergue para indigentes, junto con los ni?os y su pareja, desempleado, varios meses, desde que les desahuciaron de su apartamento en el distrito de Brooklyn. En Nueva York la vivienda es, adem¨¢s, un motor de pobreza: un estudio en el Bronx, construido en un programa dirigido a ¡°bajos salarios¡±, cuesta 867 d¨®lares mensuales (unos 790 euros), y para solicitarlo hay que acreditar un sueldo anual de entre 31.098 y 36.300 d¨®lares (de 28.300 a 33.000 euros).
Cuando el trabajo no da lo bastante, el empleado recurre a la asistencia p¨²blica para cubrir sus necesidades b¨¢sicas. El 71% de los sostenidos por los programas de ayuda a los pobres son hogares cuyo cabeza de familia trabaja, seg¨²n un informe del Centro de Investigaci¨®n del Empleo y la Educaci¨®n de la Universidad de Berkeley, que cifra la factura anual de estas ayudas en 152.000 millones de d¨®lares. Si una empresa con amplios beneficios paga sueldos inferiores al nivel de subsistencia, est¨¢ trasladando los costes a los contribuyentes estadounidenses, concluyen estos investigadores.
El gigante de la distribuci¨®n Walmart, la empresa con m¨¢s trabajadores del pa¨ªs, que obtuvo unas ganancias de 14.690 millones de d¨®lares limpios el a?o pasado, se top¨® con una pol¨¦mica considerable en 2013. Algunas de sus tiendas en Ohio ped¨ªan donativos para los trabajadores de la cadena en situaci¨®n de necesidad. ¡°Por favor, donen aqu¨ª productos de comida para que los empleados en situaci¨®n de necesidad puedan disfrutar de una cena de Acci¨®n de Gracias¡±, rezaba uno de los carteles fotografiados en Cleveland.
Seis de cada diez hogares en la pobreza tienen un miembro empleado
¡°Si empresas tan grandes como Walmart o McDonald¡¯s pagasen lo m¨ªnimo para vivir, todos esos recursos se destinar¨ªan a lo que realmente hace falta, y los subsidios no se convertir¨ªan, al final, en ayudas indirectas a las empresas que desde luego no necesitan¡±, se queja H¨¦ctor Figueroa, presidente del sindicato de trabajadores de servicios SEIU. Estas grandes corporaciones se han convertido en s¨ªmbolos de la precariedad salarial del pa¨ªs, aunque el problema de los trabajadores pobres est¨¢ extendido entre el sector servicios.
L¨¢zaro Monterrey, de 40 a?os, lleva cinco meses trabajando en el aeropuerto de Boston y saca 10,5 d¨®lares la hora, de mi¨¦rcoles a viernes, as¨ª como los domingos, de dos de la tarde a 22.30. Cuando estaba empleado en la construcci¨®n, se hac¨ªa con entre 15 y 20 d¨®lares, lo cual era muy distinto. Cuida de su hija adolescente, recibe ayudas m¨¦dicas para pobres y dinero en efectivo para comer.
Muchas de las nuevas opupaciones suponen menos de 40 horas semanales
El de la comida r¨¢pida fue el sector que prendi¨® la mecha de la lucha por el sueldo de 15 d¨®lares por hora, que ha ganado varias batallas, como en California y Nueva York, cuyos gobiernos los han asumido como salario m¨ªnimo a lograr en un horizonte de varios a?os. Entre 2006 y 2014, el salario m¨ªnimo federal pas¨® de 5,25 a 7,25 d¨®lares por hora. La presi¨®n tambi¨¦n ha cambiado algunas cosas en las empresas. La citada McDonald¡¯s elev¨® en 2015 el sueldo m¨ªnimo de sus empleados un 10%, hasta algo m¨¢s de 10 d¨®lares por hora. Y Walmart anunci¨® ese mismo a?o que lo llevar¨ªa al mismo nivel. Pero algunos empleados se quejan de que ahora han perdido jornada.
Tras la Gran Recesi¨®n, el paro se halla en m¨ªnimos en el pa¨ªs m¨¢s rico del mundo, pero muchos de esas nuevas labores ocupan menos de 40 horas semanales, aunque el trabajador pida m¨¢s. Stan Veuger, del Instituto de Empresa Americano, un influyente laboratorio de ideas conservador, advierte de que un incremento de hasta 15 d¨®lares la hora del salario m¨ªnimo supondr¨ªa ¡°la destrucci¨®n de muchos empleos¡±. A su juicio, ¡°se les puede ayudar de otra forma, con ayudas en sus impuestos, por ejemplo, y dirigido a los hogares, no se puede afrontar igual el caso de un estudiante con su primer empleo y una familia¡±.
La de Y. es una m¨¢s en una amalgama de estad¨ªsticas, aunque la situaci¨®n le averg¨¹ence y oculte lo del albergue en el trabajo. La tendencia a la desigualdad no va de republicanos o dem¨®cratas, se ha construido con los a?os. Eso explica que trabajadores como ella no tengan precisamente las elecciones de la semana que viene en su cabeza.
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