El personalismo de Trump frente al ¡®big data¡¯ de Clinton: la otra elecci¨®n
El 8 de noviembre se pone a prueba una campa?a improvisada que lo f¨ªa todo a la figura del candidato
Las elecciones presidenciales en Estados Unidos pondr¨¢n a prueba la fiabilidad de la ciencia electoral. No se trata s¨®lo de los sondeos, que, con excepciones, llevan meses dando una ventaja clara a la dem¨®crata Hillary Clinton ante el republicano Donald Trump. El 8 de noviembre se pondr¨¢ a prueba si una campa?a improvisada, con un candidato desligado de las estructuras de su partido pero con una proyecci¨®n televisiva inmensa, puede derrotar a la que seguramente sea la campa?a m¨¢s sofisticada, en la organizaci¨®n y la tecnolog¨ªa, de la historia.
En Reading, una ciudad industrial de Pensilvania, pod¨ªa constatarse hace unos d¨ªas la diferencia entre las campa?as de Trump y Clinton. En la misma calle, frente a frente, se encontraban las sedes de ambos candidatos. La sede dem¨®crata ocupaba un piso con varias oficinas en un edificio alto. Contaba con m¨¢s de una decena de personas contratadas, en funciones espec¨ªficas de organizaci¨®n y movilizaci¨®n de votantes, adem¨¢s de voluntarios, en las oficinas y en la calle. En la sede republicana, una oficina comercial a pie de calle, s¨®lo hab¨ªa un miembro contratado y un grupo peque?o de voluntarios.
La campa?a presidencial enfrenta a una m¨¢quina de ¨²ltima tecnolog¨ªa, con una plantilla amplia y experta en el uso de las t¨¦cnicas m¨¢s modernas de movilizaci¨®n y persuasi¨®n, ante un equipo rudimentario que gira en torno a los mensajes del atractivo de una sola persona. Clinton tiene m¨¢s de 800 personas trabajando para la campa?a en todo EE UU. Trump tiene a unas 350, aunque la mayor¨ªa est¨¢n encuadradas en el Partido Republicano.
Trump logr¨® su ¨¦xito en las primarias del Partido Republicano no gracias a una recaudaci¨®n millonaria: gast¨® menos que muchos de sus rivales. Tampoco con una organizaci¨®n sobre el terreno que llamase puerta a puerta y sacase a los votantes a las urnas: en estados clave sus rivales ten¨ªan m¨¢s y mejores equipos para movilizar el voto. El magnate neoyorquino no med¨ªa sus palabras en funci¨®n de su efecto en los sondeos, como se han acostumbrado a hacer tantos pol¨ªticos: soltaba instintivamente lo que le pasaba por la cabeza, o intu¨ªa que pod¨ªa funcionar.
El secreto de Trump fue Trump. Su personalidad ¡ªun multimillonario que vend¨ªa una imagen de ¨¦xito en la vida y los negocios¡ª y su habilidad para atraer los focos con insultos y salidas de tono ¡ªaunque es constructor, su fama a escala nacional se la debe a su reality show¡ª le concedi¨® centenares de horas gratuitas de televisi¨®n y le catapult¨® a la nominaci¨®n.
Sasha Issenberg es el autor de The victory lab (El laboratorio de la victoria), un ensayo imprescindible sobre la evoluci¨®n de las t¨¦cnicas electorales. En una entrevista tel¨¦fonica, Issenberg explica que la campa?a de Trump se parece a las campa?as de los a?os setenta en EE UU, o a campa?as latinoamericanas, m¨¢s que a las del siglo XXI.
"Hay un uso de los medios de comunicaci¨®n de masas, anuncios en la calle, eventos de masas, pero no hay mucha campa?a a parte de esto", dice. Todo se centra en torno a la figura del candidato y se trata de colocarlo cada d¨ªa ante el m¨¢ximo n¨²mero de personas, con presencia en televisi¨®n o m¨ªtines multitudinarios. Trump a?ade a esto la herramienta de Twitter. No hay distinci¨®n en el target, el objetivo del mensaje: el mismo mensaje debe valer para los millones de votantes potenciales.
Es, explica Issenberg, una campa?a basada en la persuasi¨®n m¨¢s que en la movilizaci¨®n de los votantes, que requiere un intenso trabajo de campo. La de Clinton, en cambio, combina persuasi¨®n y movilizaci¨®n, con el uso de modelos estad¨ªsticos para identificar a los votantes susceptibles de ser persuadidos y movilizados, y confeccionar mensajes espec¨ªficos para ellos. La suya es, como la de Obama en 2008 y 2012, una campa?a muy tecnol¨®gica y a la vez muy primitiva: el big data permite saber a qu¨¦ barrios, cuadras y puertas hay que llamar para convencer a los potenciales votantes, cara a cara, de que efectivamente voten al candidato.
Trump habla con un tono y mensaje para todo el pa¨ªs; Clinton, con diferentes mensajes y tonos, adaptados a las audiencias. ¡°Lo que hace que la campa?a de Trump sea tan defectuosa es que muchas de sus posiciones est¨¢n lejos de tener un apoyo mayoritario, y las presenta ante toda la gente¡±, dice Issenberg. No hay matices.
Issenberg cree que, si Trump usase los m¨¦todos de Clinton, en vez de proclamar que prohibir¨¢ la entrada a los musulmanes a Estados Unidos, un mensaje impopular entre buena parte de la poblaci¨®n, desarrollar¨ªa un modelo estad¨ªstico que identificar¨ªa los hogares islam¨®fobos y les har¨ªa llegar este mensaje, ahorr¨¢ndose las reacciones adversas.
Trump, que tantos precedentes ha roto en esta campa?a electoral, destrozar¨ªa otro en caso de derrotar a Clinton el martes. Demostrar¨ªa que se puede llegar a la Casa Blanca sin tener en cuenta las d¨¦cadas de experiencia de la gesti¨®n de las campa?as.
¡°La campa?a de Trump no es una mala campa?a. No es una campa?a ca¨®tica. No es una campa?a disfuncional¡±, dijo a la revista The New Yorker en verano James Carville, el jefe de campa?a de Bill Clinton en 1992, el hombre que acu?¨® la famosa frase de es la econom¨ªa, est¨²pido. Pero a?adi¨®: ¡°No hay campa?a. Todos lo que se dedican a esto y les pagan por esto dicen: ¡®Dios, imagina que funciona. Nos volveremos in¨²tiles¡¯. Habr¨¢ destruido una profesi¨®n entera¡±.
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