Tel¨¦fono rojo, Trump llama a Mosc¨²
Imaginemos que Trump gana las elecciones y, un d¨ªa antes de su investidura, habla con Putin. ?C¨®mo ser¨ªa la conversaci¨®n?
Con suerte solo nos quedan unas pocas horas para imaginar c¨®mo pudiese haber sido la presidencia de Estados Unidos con Donald Trump. No desaprovechemos la oportunidad¡
El d¨ªa antes de la investidura de Trump, un g¨¦lido d¨ªa de enero en Washington y Mosc¨², suena el tel¨¦fono de Vlad¨ªmir Putin.
Putin: ?Donald! Reconozco tu n¨²mero en la pantalla del m¨®vil. ?Qu¨¦ tal? ?Y felicidades una vez m¨¢s!
Trump: ?Gracias, Vlad! ?Gracias! S¨ª, la bruja est¨¢ en la c¨¢rcel y en pocos d¨ªas la mandamos a la hoguera.
P. Haces bien, Donald. Se lo merece, la hija de perra. Pero, ?en qu¨¦ te puedo servir, camarada?
T. Pues mira, mi querido Vlad, me da cosa reconocerlo pero no tengo a nadie en mi equipo que sepa un carajo de pol¨ªtica internacional. Necesito tu ayuda.
P. Hombre, claro. ?Para qu¨¦ son los amigos?
T. ?Ser¨ªas mi asesor? ?Te podr¨ªa contratar como una especie de consejero en la sombra de seguridad nacional?
P. ?Por supuesto que s¨ª! Lo har¨ªa encantado, ?y sin cobrarte un rublo! Aunque quiz¨¢ podr¨ªas construir un Trump Tower en Mosc¨² y darme el 50% de las acciones.
T. Faltar¨ªa m¨¢s, Vlad. Trato hecho. Ahora, al grano. Primero, Cuba. Me cuentan que ese negro de mierda inici¨® una apertura con [Ra¨²l] Castro, que est¨¢ todo en marcha para reanudar relaciones normales con la isla. ?Tengo que parar ese tren!
P. F¨¢cil, Donald. Me das Cuba. Vuelve a ser una colonia rusa.
T. Ay, Vlad. ?De veras har¨ªas eso por m¨ª?
P. S¨ª, claro. No te molestar¨¢, supongo, que de paso recuperemos Ucrania, Polonia, Letonia, Estonia¡
T. En absoluto. ?Todos tuyos!
P. ?La OTAN no nos lo complicar¨ªa?
T. A partir de ma?ana, mi querido Vlad, la OTAN deja de existir. Fue una de las promesas electorales que me sugeriste que hiciera, como recordar¨¢s. Pero hablando de promesas electorales, tengo otra dificultad. El muro de 3.000 kil¨®metros que debo construir a lo largo de la frontera mexicana. Va a costar m¨¢s de lo que pens¨¦.
P. Tengo la soluci¨®n. Mira, el muro ya lo financiar¨¢n los decenas de millones de tus compatriotas que desde que ganaste las elecciones han buscado asilo pol¨ªtico en M¨¦xico. Pero, mientras, te propongo que hagamos por fin aquello que Kennedy nos impidi¨® hacer en 1962.
T. ?Kennedy? ?Te refieres al actor que hizo el papel del cura en aquella fabulosa pel¨ªcula de Chuck Norris Delta Force?
P. No, al presidente que fue asesinado.
T. Ah, me suena. ?Pero no me asustes, Vlad, co?o, que ya sabes que tengo enemigos por todos lados!
P. No te preocupes, Donald. Si quieres, despide a los guardaespaldas del servicio secreto que tuvo el negro y te pongo un equipo crack de la KGB¡
T. Ay, ?no sabes c¨®mo te lo agradecer¨ªa¡!
P. Hecho. Pero volviendo a Cuba, mi sugerencia como tu asesor en pol¨ªtica internacional ser¨ªa que dieras luz verde a la instalaci¨®n de misiles nucleares rusos en la isla. Los apuntar¨ªamos no a Estados Unidos, por supuesto, sino a M¨¦xico. Y le dejamos saber al Gobierno mexicano, bien clarito, que en caso de que un narco o un violador, uno solo, cruce la frontera a tu pa¨ªs, Ciudad de M¨¦xico dejar¨¢ de existir.
T. ?Sab¨ªa que eras mi hombre, Vlad! ?Eres genial!
P. Y en cuanto a Siria¡
T. Ah, s¨ª. Tambi¨¦n me suena. Pa¨ªs fronterizo con Rusia, ?no?
P. Eso. Pues, mira, retira tus tropas de la zona, olv¨ªdate de ese l¨ªo, deja que mi fuerza a¨¦rea pulverice Alepo y aniquile a todos los habitantes de los territorios donde est¨¢n los terroristas.
T. Pero ese era mi plan secreto para acabar con el ISIS, ?Vlad!
P. Ok, ok. Los aniquilamos juntos. Pero despu¨¦s, deja que yo instale un Gobierno t¨ªtere all¨¢ con El Asad.
T. ?Asad? Otro musulm¨¢n de mierda, ?supongo?
P. Otro musulm¨¢n de mierda, pero mi musulm¨¢n de mierda, Donald.
T. Hecho. Te lo doy. Mil gracias por todo, Vlad. Te seguir¨¦ consultando.
P. De nada, Donald. Encantado. Hasta la pr¨®xima.
T. Adi¨®s, Vlad. Creo, sabes, que ¨¦ste es el comienzo de una bella amistad.
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