Los necios en conjura
Hay quienes creen que Hillary vivir¨¢ un 'Landslide', otros temen que el resultado ser¨¢ muy cerrado
Hac¨ªa meses que no llov¨ªa en Nueva Orleans y quiso el azar soltar una tromba justo la v¨ªspera del d¨ªa de las elecciones presidenciales m¨¢s enrevesadas de los tiempos recientes de los Estados Unidos. El diluvio oblig¨® a no pocos hu¨¦spedes y lugare?os a refugiarse en el Carrusel, antiguo bebedero de William Faulkner en el gran Hotel Monteleone, en pleno coraz¨®n del French Quarter e improvisar una tertulia que iba de las banalidades de la obviedad a la vera preocupaci¨®n por los secretos c¨®digos nucleares. Hay quienes hablan de que Hillary vivir¨¢ lo que llaman en ingl¨¦s Landslide, que deber¨ªa traducirse como el apabullante deslave de un cerro que se desgajar¨¢ sobre el copete engre¨ªdo de Donald Trump y luego, hay quienes temen que el resultado ser¨¢ muy cerrado y no tan apabullante, aunque no imaginan ni la remota posibilidad de que triunfe la demencia del mentiroso magnate.
Pero estamos en Nueva Orleans y, como dec¨ªa Ignatius J. Reilly ¡ªel entra?able cet¨¢ceo de La conjura de los necios, genial novela del malogrado John Kennedy Toole¡ª estamos en una ¡°confortable metr¨®polis que combina cierta apat¨ªa con inmovilismo que me resultan inofensivos¡±. Hasta all¨ª la c¨®moda cita del enloquecido personaje del bigote de morsa, pero en la lluviosa realidad de la v¨ªspera no deja de cimbrar la calma de todos los tertulianos la repentina exposici¨®n de motivos que proclaman los Trumpistas convencidos. Hablo de la m¨ªnima conjura de necios que se dieron cita en el Carrusel para celebrar la v¨ªspera (imitando el tono bravuc¨®n de su candidato que no deja de amenazar su creencia de que las elecciones est¨¢n ¡°ama?adas¡± y asegurar que ma?ana mismo ser¨¢ su d¨ªa de j¨²bilo) y justificar las bravuconadas de su candidato con el desprecio que sienten por la pareja Clinton y el desahucio que creen haber heredado de las presidencia de Obama; entre ellos, la sorprendente presencia de un latino que asegura que ¡°lo del Muro no es m¨¢s que un sentido figurado¡±, pues cree a pie juntillas que en el fondo, su candidote Trump ¡°es el ¨²nico de los dos contendientes que realmente ha prometido trabajo para los latinos¡±. Los necios fincan su conjura en el hecho de que el incre¨ªble fen¨®meno ahora pol¨ªtico del otrora magnate de teleserie no es m¨¢s que el sue?o idealizado de un forajido solitario contra el sistema como Ogro con may¨²scula, y justifican incluso su falta de esp¨ªritu ciudadano y esa habilidad para ¡°ganar perdiendo¡±, no pagar impuestos y capitalizar bancarrotas como ¡°el perfil ideal de un aut¨¦ntico triunfador¡±.
Lo cierto es que se abate el viejo silogismo de quienes cre¨ªamos entender a la alta pol¨ªtica norteamericana como un c¨ªclico juego de relevos generacionales: Kennedy venci¨® a Nixon por un m¨ªnimo margen por un relevo generacional que exig¨ªa en el reloj norteamericano la llegada de una pareja presidencial joven hasta en los peinados y que incluso iban a tener un beb¨¦ en la Casa Blanca; la siguiente criba generacional lleg¨® cuando Clinton ¡ªtocando el saxof¨®n y aceptando haber fumado mariguana aunque ¡°sin inhalarla¡±¡ª ganaba la contienda a un Bush que hab¨ªa cosechado alt¨ªsima popularidad en las encuestas con la primera Guerra de Irak¡ pero ma?ana, ambos candidatos son mayores que el presidente que deja ahora el poder, dejando adem¨¢s un vac¨ªo ejemplar que en mucho explica las confusiones y revuelos que pone espesa la saliva de los necios Trumpistas en conjura y las debilidades de las esperanzadas masas Clintonianas: las filas de j¨®venes, las millones de mujeres, los alineados BerniSanderistas, los hispanos que esperan ahora apuntalar en masa su importancia electoral y la sombra de la poblaci¨®n negra que por lo menos aqu¨ª en Nueva Orleans es mayor¨ªa, as¨ª como toda la comunidad del jazz de esta ciudad tan Caribe, en un estado pintado de rojo Republicano por las simpat¨ªas conservadoras de los municipios del norte de Louisiana.
Lo que urge en Nueva Orleans es que pare de llover para que la tertulia donde ya se vuelve nocivo el discurso de los necios en conjura se vaya con su candidote de piel anaranjada a otro barrio y nos dejen ensayar la libre descarga del mejor rostro musical de todo eso que llaman americano a quienes definitivamente no podr¨ªamos imaginar al Orate del Copete Amarillo con los c¨®digos nucleares en las yemas de los dedos. Que deje de llover y puedan acudir en masa los muchos habitantes de esta ciudad antes francesa, tan Caribe y tan literaria, para empezar a poner en un nuevo equilibrio la muy movida y mancillada cordura o raz¨®n de la sinraz¨®n de la llamada Uni¨®n Americana, aunque fuera como propone Ignatius J. Reilly cuando afirma que ¡°Se ha de imponer una regla firme sobre nuestra naci¨®n antes de que se destruya a s¨ª misma. Los Estados Unidos necesitan algo de teolog¨ªa y de geometr¨ªa, algo de buen gusto y decencia, pues sospecho que estamos columpi¨¢ndonos al filo del abismo¡±.
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