Bruselas admite que ser¨¢ ¡°dif¨ªcil¡± trabajar con Donald Trump

Conmoci¨®n en los mercados financieros desde el Pac¨ªfico hasta el Atl¨¢ntico. Y temporada de huracanes pol¨ªticos: Europa se ha despertado hoy con la tremenda sacudida pol¨ªtica por la inesperada victoria del republicano, multimillonario y exc¨¦ntrico --no necesariamente por ese orden-- Donald Trump en las elecciones estadounidenses. Trump, que en campa?a ha amagado con debilitar los tradicionales lazos de Estados Unidos con Europa e incluso con cambiar el papel de Washington en la OTAN, abre una etapa de incertidumbres en todo el mundo.

Los l¨ªderes ultraderechistas del Viejo continente han madrugado para felicitar al nuevo presidente norteamericano y ponerse a su servicio, empezando por Marine Le Pen. Los presidentes de la Comisi¨®n Europea, Jean-Claude Juncker, y el Consejo Europeo, Donald Tusk, han hecho un llamamiento a la "cooperaci¨®n" entre Europa y Estados Unidos ante los desaf¨ªos que suponen el Estado Isl¨¢mico, la actitud de Rusia en Ucrania y la inestabilidad en Oriente pr¨®ximo. Bruselas ha invitado a Trump a una cumbre transatl¨¢ntica. El jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha asegurado que el liderazgo de EE UU es "m¨¢s necesario que nunca" y tambi¨¦n ha confiado en una pronta reuni¨®n con el nuevo presidente estadounidense. Pero tras las felicitaciones de todos esos l¨ªderes hay una mezcla de incertidumbre y miedo ante la formidable convulsi¨®n que representa el trumpismo para el viejo orden internacional posterior a la II Guerra Mundial.

Barack Obama, el hombre que en su visita a Alemania durante la campa?a para llegar a la Casa Blanca fue aclamado en Berl¨ªn por 200.000 personas con un discurso de esperanza que llamaba a derribar los muros entre razas, naciones y credos y estrechar los lazos con Europa, dejar¨¢ su lugar a Donald Trump, el m¨¢s firme defensor de levantar junto a su vecino M¨¦xico una inmensa pared infranqueable y con varios frentes abiertos en el Viejo Continente. Europa trata de asimilar el nuevo escenario. En medio de una visible decepci¨®n, sus dirigentes se han valido de palabras tan corteses como vac¨ªas de emoci¨®n: "Como presidente del Parlamento Europeo felicito al nuevo presidente de EE UU, Donald Trump. La UE est¨¢ lista para cooperar con el nuevo presidente", ha declarado esta ma?ana Martin Schulz.

El presidente de la Euroc¨¢mara hab¨ªa evitado refugiarse en la comodidad del silencio para pronunciarse con claridad sobre sus preferencias: ¡°Trump no es solo un problema para la UE, es un problema para el mundo entero¡±, dijo al diario alem¨¢n Der Spiegel hace apenas dos meses. Este mi¨¦rcoles su rol se ha ce?ido al de representar la correcci¨®n diplom¨¢tica de la instituci¨®n no sin reconocer que "el trabajo ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil que con anteriores Administraciones".

Algo parecido han hecho los dem¨¢s dirigentes. El noruego Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, ha felicitado a Trump y le ha recordado la importancia de "mantener fuerte" el v¨ªnculo trasatl¨¢ntico y que todos los pa¨ªses de la OTAN han hecho "un compromiso solemne" de "defender al otro". Pero Trump ya ha anunciado durante la campa?a que las relaciones de su pa¨ªs con la OTAN van a cambiar. Los ministros de Exteriores y Defensa europeos son conscientes de que la Alianza Atl¨¢ntica puede sufrir un viraje. Berl¨ªn ya ha calificado el resultado de Estados Unidos como "un tremendo shock", en palabras de su ministra de Defensa, Ursula von der Leyen.

La victoria de Trump tiene consecuencias m¨¢s all¨¢ del claro posicionamiento favorable a Hillary Clinton que han expresado en voz alta sus l¨ªderes, desde la canciller Angela Merkel hasta el presidente franc¨¦s Fran?ois Hollande pasando por el de la Comisi¨®n Europea, Jean-Claude Juncker. ¡°Predicador del odio¡±, lleg¨® a llamarle el ministro de Exteriores alem¨¢n, Frank-Walter Steinmeier. Todos ellos deber¨¢n tratar ahora cara a cara con el Gobierno de Trump, primer socio comercial de la UE, del que esperan una evoluci¨®n de candidato agresivo a gestor prudente. "Los lazos entre la UE y EE UU son m¨¢s profundos que cualquier cambio pol¨ªtico", ha declarado la alta representante de la Pol¨ªtica Exterior europea, Federica Mogherini.

En este ¨¢mbito, el primer efecto claro del triunfo republicano es el entierro definitivo del tratado de libre comercio que desde hace tres a?os negocian la UE y Estados Unidos, el llamado TTIP. Se abre adem¨¢s un nuevo periodo en el que la mayor potencia econ¨®mica mundial tendr¨¢ como l¨ªder a un firme partidario de pol¨ªticas proteccionistas que ha cuestionado a los principales organismos que regulan los intercambios mundiales al calificar de ¡°desastre¡± la Organizaci¨®n Mundial del Comercio y desconfiar de la OCDE.

Pero sobre todo, eleva a cotas inesperadas la inquietud ante los pr¨®ximos procesos electorales que afronta el Continente, con el xen¨®fobo Geert Wilders en liza en los comicios holandeses de marzo, la ultraderechista Marine Le Pen liderando las encuestas para las presidenciales francesas de abril y mayo, y la antiinmigraci¨®n Alternativa por Alemania lista para dar un salto cualitativo en las elecciones federales germanas previstas para la segunda mitad del a?o.

El calendario juega ahora a favor de las fuerzas populistas. Los partidos tradicionales no encuentran la f¨®rmula para frenar el ascenso del antiestablishment que ya dej¨® muestra de su potencia en el continente con el Brexit. La tendencia no entiende aparentemente de claves macroecon¨®micas, pero la debilidad de la recuperaci¨®n europea la hace m¨¢s vulnerable ante este tipo de mensajes: Estados Unidos crece casi el doble y tiene la mitad de paro que la eurozona, unas cifras que de nada le han servido para acortar la distancia sideral que parece separar hoy a las ¨¦lites del ciudadano.

La magnitud de los fuegos que los Veintiocho tendr¨¢n que apagar con Trump tras sus desencuentros p¨²blicos abarcan materias tan trascendentes como la Defensa, donde el nuevo presidente mira m¨¢s a Mosc¨² que a Bruselas, sede de la OTAN. Trump ya verti¨® duras cr¨ªticas contra sus aliados durante la campa?a, acus¨¢ndoles de aportar poco dinero al organismo, y amenaz¨® con dejarles fuera del paraguas americano. Estados Unidos supone casi el 75% del gasto militar de los miembros de la Alianza. Y aparte de Grecia, Reino Unido, Estonia y Polonia, ninguno de los aliados europeos cumple el objetivo de gastar en defensa una cifra equivalente al 2% del PIB (Espa?a se sit¨²a en el 0,91%).

La imprevisible actitud del nuevo presidente en un campo de importancia estrat¨¦gica podr¨ªa empujar a Europa a asumir un papel m¨¢s relevante en el tablero internacional y acelerar la integraci¨®n militar en la UE ante la envergadura de retos como el conflicto en Ucrania o la guerra en Siria.