Las manos sucias
Este hombre peinado como Yeltsin se ha mirado al espejo de la vanidad, ha bajado la vista y ha escuchado lo que ¨¦l quer¨ªa escuchar: Trump President!
El mundo vivi¨® anoche con el sue?o cambiado, y es probable que ahora ese sue?o no se recupere. Como si se hubiera retorcido el horario de la raz¨®n y ¨¦sta se pusiera a girar como los relojes blandos de Salvador Dal¨ª.
Este hombre peinado como Yeltsin en sus peores horas se ha mirado al espejo de la vanidad, ha bajado la vista y se ha encontrado con una multitud vociferando lo que ¨¦l quer¨ªa escuchar. Trump President!, el doble apellido de su vida. Ante la concurrencia presa ya de la satisfacci¨®n esc¨¦nica en la que ha sido educado como M¨ªster Universo, le perdon¨® la vida a su oponente y se sinti¨® embutido en la piel suave de los osos cari?osos para hacer un discurso que despu¨¦s los analistas del futuro consideraron un ejemplo de que el hombre no es tan lobo para el hombre.
En medio de su himno triunfal de la madrugada, y del insomnio, del mundo, Donald Trump desliz¨® la patita de la que se dotan los deslices freudianos para expresar lo que de verdad resume la piel de su ideolog¨ªa. ¡°La pol¨ªtica es sucia¡±, dijo, y como Pilatos en el poema de ?ngel Gonz¨¢lez Final conocido, se lav¨® las manos sucias como si se hubiera comido doce n¨¦coras despu¨¦s de haber manchado el terreno con ignominias que fueron tan bien recibidas por los racistas, los xen¨®fobos y los que est¨¢n de acuerdo con que al otro le vaya mal, sobre todo si es extranjero y pobre. Y no se lav¨® las manos como si a lo largo de su campa?a no hubiera sido ¨¦l, precisamente, quien arrastr¨® por el suelo la palabra y la acci¨®n de la pol¨ªtica, hasta ensuciarla con una palabra, nasty, precisamente, la misma que le prodig¨® en p¨²blico a la mujer a la que venci¨® en las urnas. Nasty, este es un oficio nasty. Y a otra cosa, mariposas, que dir¨ªa Nabokov.
Decir palabras no es gratis. La lengua de Trump arrastra una historia de la que tendr¨ªa que resarcirse con un esfuerzo enorme. No s¨®lo manch¨® la pol¨ªtica sino que, en ese camino, ensuci¨® la palabra Am¨¦rica. Sus oponentes, Obama, Clinton, fueron despu¨¦s m¨¢s caballerosos. Acaso m¨¢s americanos, m¨¢s dem¨®cratas, m¨¢s limpios y, por eso, m¨¢s pol¨ªticos que lo que fue Trump mientras hizo esta excursi¨®n por lo que ¨¦l llama el lado nasty de la vida.
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