Hillary Clinton: ¡°Siento que no hayamos ganado¡±
La perdedora pide a Trump que sea el presidente de todos los americanos
En los pasados d¨ªas, viajando con la candidata dem¨®crata a bordo de su avi¨®n de campa?a, escribiendo su historia ante la recta final de las elecciones, escrib¨ª algo sobre Hillary Clinton que ahora me recuerda una colega de EL PAIS en Madrid y que ha resultado una premonici¨®n no deseada. ¡°Cuando parece que algo le va a suceder, casi por derecho propio, la realidad trastorna los planes de Clinton¡±.
Hab¨ªa incertidumbre. Cierto nerviosismo. Ansiedad, Turbulencias que esperaban fueran pasajeras. Pero en el fondo, tras m¨¢s de 20 meses de entregada campa?a, ni su campa?a, ni la mism¨ªsima candidata, podr¨ªan haber imaginado este brutal final: amanecer el mi¨¦rcoles con un presidente Donald J. Trump. Ni en sus peores pesadillas hubieran contemplado ese ¡°trastorno de planes¡± que ha sido un devastador choque de trenes entre la realidad y el deseo.
La exsecretaria de Estado decidi¨® no comparecer en la noche del martes en el lugar que hab¨ªa elegido en Manhattan para celebrar el hito de la primera mujer que lograba romper el tristemente famoso techo de cristal al lograr la presidencia del pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo.
Nadie se lo reproch¨®. Al menos no en el lugar en el que ya le esperaban en vano sus entregados seguidores. No hubo malas palabras, nadie puso en duda que la candidata no pudiera venir. Si a los asistentes les temblaban las piernas y no sal¨ªan de su asombro, especulaban con que muy probablemente Hillary Clinton tuvo que ser asistida m¨¦dicamente para controlar el shock inicial.
Clinton no ha dejado pasar mucho tiempo para pedir disculpas a sus seguidores. Ya hab¨ªa escrito el que ser¨ªa su discurso m¨¢s dif¨ªcil. Pero cuando faltaban minutos para que la antigua senadora entrara a la sala en un hotel de Nueva York, el ambiente parec¨ªa el propio de la espera ante un funeral. Caras largas, tristes. Abrazos de confort entre l¨¢grimas. Miradas que se evitaban para frenar a las l¨¢grimas.
Clinton subi¨® al escenario despu¨¦s de que le diera paso el que hubiera sido su vicepresidente en una Administraci¨®n Clinton. Tim Kaine estaba visiblemente emocionado.
Contenida, en ese papel de estadista que tan bien ha lucido a lo largo y ancho del mundo durante sus cientos de viajes como secretaria de Estado, Clinton expuso con claridad lo que desea para Estados Unidos en los pr¨®ximos cuatro a?os.
La exsecretaria dio las gracias primero a sus seguidores y luego les pidi¨® perd¨®n: ¡°Siento que no hayamos ganado las elecciones¡±. A partir de ah¨ª, su siguiente mensaje fue relatar que en la noche anterior hab¨ªa felicitado al presidente electo, Donald Trump. ¡°Me ofrec¨ª para trabajar con ¨¦l por nuestro pa¨ªs¡±, dijo. ¡°Espero que pueda ser un presidente exitoso para todos los americanos¡±.
A sus emocionados seguidores, Clinton les dijo: ¡°Donald Trump es nuestro presidente y le debemos una mente abierta y la oportunidad de liderar¡±.
Tranquila, con el guion que llevaba preparado bajo control, Clinton dijo saber cu¨¢n decepcionados se sent¨ªan los que la escuchaban. ¡°As¨ª me siento yo tambi¨¦n¡±, indic¨®. Y a?adi¨® la candidata dem¨®crata: ¡°Pero nuestra responsabilidad como ciudadanos es seguir haciendo nuestra parte para construir una Am¨¦rica mejor, m¨¢s fuerte, m¨¢s justa. S¨¦ que lo har¨¦is¡±.
Clinton tuvo palabras c¨¢lidas para Trump, a quien pidi¨® que fuera un presidente inclusivo, porque en el sue?o americano, dijo, caben todos: las mujeres, los inmigrantes, el colectivo LGTBI, quienes tienen minusval¨ªas, todos. ¡°El sue?o americano es suficientemente grande para todos, para personas de todas las razas y todas las religiones", defendi¨® Clinton.
En el tono optimista con el que quiso enterrar su campa?a, la exsenadora dijo que ¡°nuestros mejores d¨ªas todav¨ªa est¨¢n por llegar¡±. ¡°Nunca dud¨¦is de que sois valiosos, poderosos y merec¨¦is todas las oportunidades para perseguir vuestros sue?os¡±.
Hillary, de 69 a?os, con ya muy pocas posibilidades de volver a hacer una nueva apuesta por la Casa Blanca, dijo que nada la hac¨ªa sentir m¨¢s orgullosa que ser la l¨ªder de sus seguidores. ¡°S¨¦ que todav¨ªa no hemos roto ese techo de cristal, pero un d¨ªa se acabar¨¢ cayendo y espero que antes de lo que creemos¡±.
Clinton finaliz¨® aceptando la decepci¨®n que sent¨ªa. ¡°S¨¦ lo decepcionados que est¨¢is porque yo tambi¨¦n lo siento. Esto es doloroso y lo ser¨¢ durante mucho tiempo, pero nuestra campa?a nunca fue sobre una ¨²nica persona ni unas ¨²nicas elecciones, sino por una Am¨¦rica esperanzada y unificada. Todav¨ªa creo en Am¨¦rica y siempre lo har¨¦¡±, concluy¨®. Ni una l¨¢grima. Con el total control de sus emociones y sus gestos, Hillary Clinton abandon¨® el lugar. No fuera a ser que hubiera alguien que atribuyera sus l¨¢grimas al hecho de ser mujer.
105 d¨ªas de un sue?o frustrado
A Tim Kaine le cost¨® no dejar correr esas l¨¢grimas que se agolpaban en sus ojos. Este mi¨¦rcoles lluvioso en Nueva York reflejaba como nada el ambiente en la campa?a republicana, caras congestionadas y a¨²n at¨®nitas. Ante ellos, el que este d¨ªa esperaba haber comparecido como vicepresidente dem¨®crata electo tuvo que salir a presentar a la derrotada candidata a la Casa Blanca, Hillary Clinton. No pudo ser. Estados Unidos no tendr¨¢ a¨²n a su primera mujer presidente y Kaine tuvo que volver a aludir al t¨ªtulo con el que Clinton se quedar¨¢ ya para la historia, secretaria de Estado, para marcar su entrada. El sue?o de formar equipo con una Madam President, record¨®, le dur¨® a ¨¦l 105 d¨ªas, los transcurridos desde que se conoci¨® que este senador por Virginia y enamorado de todo lo espa?ol y lo hispano era el compa?ero de f¨®rmula de quien esperaba romper el eterno techo de cristal que tanto se resiste a las mujeres. Asegur¨® que no lamenta ni uno solo de esos momentos. "Recordaremos esos 105 d¨ªas el resto de nuestros d¨ªas", dijo. Y prometi¨® que el ¨²ltimo cap¨ªtulo no ha sido escrito a¨²n.
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