Los proxenetas libaneses hacen caja con la guerra siria
Las mujeres sirias se convierten en las nuevas v¨ªctimas de la explotaci¨®n sexual en L¨ªbano al tiempo que el conflicto ahuyenta a la tradicional clientela del Golfo
La historia se repite. Una de abusos y de explotaci¨®n sexual. La guerra siria, como todas las guerras, hace de las mujeres y de los menores el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil convirti¨¦ndolos en presas privilegiadas de las redes de explotaci¨®n sexual. En 2003, las j¨®venes refugiadas iraqu¨ªes se convirtieron en las v¨ªctimas predilectas para las mafias de prostituci¨®n sirias. Vendidas por sus padres, enga?adas por sus novios o simplemente sacrificadas por madres viudas a cargo de alimentar al resto de su prole, las mujeres que hu¨ªan de la guerra en Irak pasaron a engrosar las arcas de los decadentes tugurios que proliferaron en la periferia de Damasco. Hoy, son cada d¨ªa m¨¢s las mujeres de nacionalidad siria quienes nutren el negocio de la prostituci¨®n en la capital del L¨ªbano. Diminuto pa¨ªs que alberga a un mill¨®n y medio de refugiados sirios, es decir, un cuarto de la poblaci¨®n total, y en el que sobran Super Night Clubs pero escasean estad¨ªsticas.
Hace tan solo 72 horas que las Fuerzas Internas de Seguridad libanesas desarticularon la ¨²ltima red de explotaci¨®n sexual en L¨ªbano. De nuevo ocurri¨® en Yunieh, regi¨®n cristiana situada a apenas media hora al norte de Beirut, en un trayecto en coche en el que se suceden los neones luminosos que puntean abiertamente la hilera de clubes nocturnos. Madame Gigi, alias de una famosa proxeneta libanesa en la sesentena, dirig¨ªa la operaci¨®n con decenas de chicas a su cargo. Entre ellas, numerosas sirias de entre 18 a 27 a?os. ¡°Ten¨ªa dos c¨®mplices que reclutaban a las chicas: uno liban¨¦s y otro sirio. Y llevaba m¨¢s de una d¨¦cada operando en esta zona¡±, asegura Redu¨¢n, seud¨®nimo para este polic¨ªa liban¨¦s que particip¨® en las redadas. Varias de las j¨®venes arrestadas en la operaci¨®n aguardan entre rejas a que un juez dicte sentencia. A pesar de que la mayor¨ªa de los clubes nocturnos est¨¢n vigilados por la polic¨ªa, en pocas ocasiones son inspeccionados. ¡°Es un sistema establecido donde se mueve mucho dinero y se compra a mucha gente¡±, da por respuesta Redu¨¢n encogi¨¦ndose de hombros.
El pasado mes de marzo, las fuerzas libanesas desmantelaron la mayor red de tr¨¢fico de mujeres de la historia del L¨ªbano. El burdel Chez Maurice tambi¨¦n llevaba m¨¢s de una d¨¦cada operando con ingresos que rozaban el mill¨®n de euros mensuales. En su tugurio, 75 mujeres, muchas de ellas sirias, fueron forzadas a la explotaci¨®n sexual, apaleadas y retenidas contra su voluntad. ¡°Este caso es el primero en el que las mujeres han sido consideradas legalmente como v¨ªctimas. En L¨ªbano, las prostitutas son criminalizadas al mismo nivel que las proxenetas. De hecho, se les impone casi la misma condena¡±, explica en sus oficinas de Beirut Ma?va Br¨¦au, coordinadora de la unidad de tr¨¢fico de mujeres de la ONG Kafa (Basta en ¨¢rabe). ¡°La mayor¨ªa de las v¨ªctimas sirias que acogimos en el refugio han optado por regresar junto a sus familias en Siria. Tan solo dos han solicitado los tr¨¢mites para ser reasentadas por la ONU en Europa¡±, a?ade Br¨¦au.
Y sin embargo, L¨ªbano es pionero regional en material legal. Desde 2011, el pa¨ªs cuenta con una ley que condena el tr¨¢fico de mujeres seg¨²n la cual las prostitutas pueden ser consideradas v¨ªctimas si se prueba que han sido forzadas. A pesar de ello, la reinserci¨®n social y la asistencia psicol¨®gica de las v¨ªctimas corren a cargo de dos ONG privadas, Kafa y C¨¢ritas, quienes suplen el papel de un Gobierno reci¨¦n parido tras 30 meses de vacuum pol¨ªtico.
La guerra en Siria ha inundado el mercado liban¨¦s de refugiadas presas de la necesidad econ¨®mica que hoy representan el 60%, seg¨²n datos policiales, de un negocio que antes explotaba a marroqu¨ªes y mujeres llegadas de Europa del este. Pero tambi¨¦n ha transformado la demanda. Los turistas del Golfo constitu¨ªan desde hace d¨¦cadas la principal clientela, una con un alto poder adquisitivo. Pero desde 2015, sus ciudadanos tienen prohibido viajar al L¨ªbano ante la inseguridad que plantea la vecina Siria.
?La explotaci¨®n sexual de las mujeres sirias en los clubes nocturnos no es m¨¢s que la punta del iceberg. En la campi?a de la Bekaa, regi¨®n este fronteriza con Siria y alejada de la mirada policial, cada d¨ªa es m¨¢s com¨²n la explotaci¨®n legal de las refugiadas. El tr¨¢fico de mujeres y la poligamia aumentan con las viudas y menores sirias de hasta 14 a?os que, v¨ªctimas de la necesidad, son entregadas por sus padres o hermanos en segundo o tercer matrimonio.
La explotaci¨®n sexual en L¨ªbano: un lucrativo y desconocido negocio
A pesar de que no existen estad¨ªsticas oficiales, L¨ªbano contar¨ªa con m¨¢s de 100 clubes nocturnos que generan un m¨ªnimo de 40 millones de euros anuales.
La mayor red de prostituci¨®n en la historia del L¨ªbano fue desmantelada en marzo de 2016, donde por primera vez se consider¨® legalmente a las mujeres prostituidas como v¨ªctimas sin ser criminalizadas.
Desde que estallara el conflicto sirio, las nacionales sirias cuentan por el 60% de las mujeres arrestadas en relaci¨®n con la prostituci¨®n en L¨ªbano.
L¨ªbano cuenta desde 2011 con una ley que penaliza la explotaci¨®n sexual , pero no ofrece canales de reinserci¨®n social.
L¨ªbano acoge a un mill¨®n de refugiados sirios, 1,5 seg¨²n el Gobierno liban¨¦s, de los cuales el 52.3% son mujeres.
Con miles de hombres muertos, desaparecidos o huidos durante el conflicto, las mujeres refugiadas sirias quedan al frente del 20%?de los hogares en L¨ªbano, una de cada tres en el caso de las palestinas sirias.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.