La esperanza est¨¢ al norte de EE UU
El primer ministro de Canad¨¢ apela a las emociones como Trump, pero desde la tolerancia y el respeto
En un momento en el que los medios de comunicaci¨®n est¨¢n repletos de noticias y an¨¢lisis sobre la elecci¨®n de Donald Trump y lo que significa para las relaciones internacionales, la econom¨ªa global y la pol¨ªtica interna norteamericana y de otros pa¨ªses, puede parecer osado escribir un art¨ªculo sobre un pa¨ªs modesto como Canad¨¢. Pero si las elecciones presidenciales estadounidenses y el refer¨¦ndum sobre el Brexit han demostrado algo es el poder pol¨ªtico de las emociones, incluso cuando estas carecen de pol¨ªticas realistas que las apoyen. Es precisamente por esta misma raz¨®n que el ejemplo del primer ministro Justin Trudeau adquiere una importancia que va m¨¢s all¨¢ de las fronteras canadienses.
A Donald Trump se le puede resumir, por muchas razones, pero sobre todo por su campa?a electoral, como a un demagogo que personifica la oposici¨®n a todo lo conseguido en Estados Unidos y Europa desde 1945, y especialmente desde los a?os sesenta: el Estado de bienestar, los derechos de la mujer, y la apertura y tolerancia hacia las minor¨ªas raciales, religiosas y sexuales.
En contraste, Justin Trudeau, quien lleg¨® al poder hace justamente un a?o, es el polo opuesto a Trump. Hizo campa?a prometiendo m¨¢s impuestos para los ricos y d¨¦ficits p¨²blicos para financiar nuevas inversiones en infraestructuras y servicios p¨²blicos. Proclama tambi¨¦n que el Gobierno es un factor positivo en la vida p¨²blica. Es un feminista declarado. Aboga no ya por la tolerancia hacia los inmigrantes, sino por su aceptaci¨®n plena. Rechaza el nacionalismo nativista y ofrece un discurso alternativo de inclusi¨®n. Un mes despu¨¦s de llegar al poder, Trudeau describi¨® su visi¨®n de Canad¨¢ a The New York Times en los t¨¦rminos siguientes: ¡°No hay una identidad intr¨ªnseca o normal de Canad¨¢. Hay valores comunes: apertura, respeto, compasi¨®n, disposici¨®n a trabajar duro, solidaridad y la b¨²squeda de la igualdad y la justicia. Estos valores nos convierten en el primer Estado posnacional¡±. Es dif¨ªcil concebir algo m¨¢s alejado de la xenofobia de Trump, el brit¨¢nico Nigel Farage, la francesa Marine Le Pen, el holand¨¦s Geert Wilders u otros l¨ªderes de la derecha radical europea.
Trump y Trudeau comparten algo: que ambos apelan a la emoci¨®n de los votantes. En el caso de Trump, a las emociones negativas: miedo, el odio y el resentimiento. Por su parte, Trudeau apela a las emociones positivas como la esperanza y el optimismo. En su discurso de la victoria de hace un a?o, este ¨²ltimo dijo: ¡°D¨ªas de luz, amigos m¨ªos, d¨ªas de luz. Esto es lo que consiguen las pol¨ªticas positivas¡±. Algunos cr¨ªticos canadienses despreciaron estas palabras como mero palabrer¨ªo facil¨®n, pero despu¨¦s de las elecciones estadounidenses resulta evidente que significan mucho m¨¢s que eso.
D¨ªas de luz y pol¨ªticas positivas son la respuesta a la met¨¢stasis de las pol¨ªticas de miedo y resentimiento que tanto se han beneficiado de la insensibilidad y hasta el cinismo de nuestras ¨¦lites pol¨ªticas y del dolor social impuesto por la insensata austeridad econ¨®mica que se han apoderado de la vida p¨²blica en Occidente y que nos han tra¨ªdo a la triste situaci¨®n de hoy.
Justin Trudeau no es un radical. Es el l¨ªder de un partido cl¨¢sico de centro izquierda. Quiz¨¢ sea lo que estamos necesitando, pues, a pesar de su impacto medi¨¢tico y social, la izquierda radical no consigue cambiar las reglas del juego. Jeremy Corbyn entusiasma a muchos j¨®venes, pero es una figura divisiva que parece destinada a asegurar que los conservadores brit¨¢nicos se mantengan en el poder por mucho tiempo. Syriza ha sido un experimento fallido, que incluso se ha apoyado en la derecha nacionalista m¨¢s dura para mantenerse en el poder. Y aunque es pronto para saber qu¨¦ pueda conseguir Podemos, por el momento su mayor logro ha sido asegurar que Mariano Rajoy sea hoy presidente del Gobierno.
Justin Trudeau tiene una responsabilidad que va m¨¢s all¨¢ de la de gobernar Canad¨¢. ?l podr¨¢ demostrar al mundo que una pol¨ªtica cl¨¢sica que conecte con las emociones de los ciudadanos y que apela a lo mejor de nosotros puede valer para realizar proyectos colectivos al servicio de la gente de a pie y para liderar la construcci¨®n de una sociedad pr¨®spera, justa y receptiva. Esta es la hora de Justin Trudeau.?
Adrian Shubert es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de Europa en la York University (Canad¨¢).
Traducci¨®n de Antonio Cazorla S¨¢nchez.
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