Trump, el c¨ªrculo duro
Para EE UU, abandonar el Pac¨ªfico significar¨ªa entregar la hegemon¨ªa planetaria a China
Tras recluirse en su torre de oro y dos semanas despu¨¦s de convertirse en presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump comienza a dar los primeros signos de sus verdaderas intenciones. Desde su victoria y, una vez que se le quit¨® la cara de sorpresa cuando se percat¨® de que efectivamente hab¨ªa ganado, ha sido muy poca la informaci¨®n fiable sobre los debates internos, lo que de verdad quiere y qui¨¦nes figurar¨¢n en su Gabinete. Pero como ocurre con todos los candidatos, la lista de promesas por las que fue elegido es sencillamente incumplible.
Con frecuencia solemos olvidar que Estados Unidos, el pa¨ªs que hasta la promulgaci¨®n de la Ley Patri¨®tica tuvo un balance favorable a la institucionalizaci¨®n de las leyes, tambi¨¦n fue el pa¨ªs de las listas negras del senador McCarthy y de las persecuciones de los a?os cuarenta. No hay nada nuevo bajo el sol y si hay algo verdaderamente antiguo son los miedos hist¨®ricos de los pueblos que siempre generan un buen caudal de votos para los duros o para los que no le tienen miedo a la realidad.
El miedo, el p¨¢nico y el terror desatados desde el 11-S no han sido los ¨²nicos elementos que han predeterminado la pol¨ªtica estadounidense, sino tambi¨¦n los millones y millones de d¨®lares gastados dentro y fuera para combatir el temor que siente Am¨¦rica. Hay muchos aspectos que el mundo espera que Trump resuelva: para empezar, la expectativa de saber si definitivamente Washington decidir¨¢ abandonar su condici¨®n de potencia global y se dedicar¨¢ a administrar los miedos locales.
La primera confrontaci¨®n con la realidad ha llegado con el encuentro de Trump y el primer ministro japon¨¦s, Shinzo Abe. Si el republicano hace lo que ha anunciado y abandona el paraguas de seguridad de Jap¨®n y Corea del Sur, sus dos m¨¢ximos aliados en Asia, no solo estar¨¢ abandonando la parte fundamental de su dominio mundial que es la cuenca del Pac¨ªfico, sino que adem¨¢s se estar¨¢ retirando de la gran batalla que va m¨¢s all¨¢ de los chivos expiatorios, es decir, los mexicanos, el racismo y los negros nubarrones que marcan sus primeros nombramientos. Abandonar el Pac¨ªfico significar¨ªa entregar la hegemon¨ªa planetaria a China.
Trump y los suyos no pretenden matizar su posici¨®n frente a M¨¦xico porque les sale rentable como excusa para explicar por qu¨¦ no van a cumplir las promesas electorales, desde la retirada de la OTAN hasta la salida de Asia. Se mire por donde se mire, M¨¦xico es la parte m¨¢s d¨¦bil de la ecuaci¨®n ya que el Gobierno de Enrique Pe?a Nieto est¨¢ contestando de una manera t¨ªmida e ilusa al impulsar solo una serie de medidas consulares para evitar deportaciones masivas de inmigrantes. Una situaci¨®n que condena al Estado mexicano a no ser capaz de superar psicol¨®gicamente la batalla que se le plantea.
A partir del 20 de enero, veremos cu¨¢l es y hasta d¨®nde piensa llegar la fuerza de Trump y lo comprobaremos por las confirmaciones y los rechazos del Senado que dependen de la aprobaci¨®n de aquellos que nunca fueron sus compa?eros, es decir, los republicanos que tienen la mayor¨ªa en las dos c¨¢maras.
Am¨¦rica est¨¢ irritada y desconfiada sin raz¨®n porque, si no quer¨ªa que Trump llegara a la Casa Blanca, lo que ten¨ªa que hacer era votar. El ataque del reparto de Hamilton, un musical de Broadway, contra el vicepresidente electo, Mike Pence, que asist¨ªa a la funci¨®n el pasado viernes, no es un signo de democracia, sino de una sociedad dividida, tensa y con graves problemas. En alg¨²n lugar de la estructura pol¨ªtica estadounidense debe permanecer el instinto de la conservaci¨®n y, sobre todo, las limitaciones a los desaf¨ªos que imponen los primeros pasos del nuevo presidente.
Trump ha vendido aislacionismo y la idea de que ¨¦l pondr¨¢ orden en casa, pero, sobre todo, ha prometido abandonar el papel de Estados Unidos en muchos lugares a la vez, lo cual es imposible. Por eso, el gran problema de Trump consistir¨¢ en mantener la m¨¢quina de la popularidad y saber qu¨¦ v¨ªctimas, de entre todas las posibles, tendr¨¢n la capacidad de reaccionar.
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