El Ateneo y la memoria
Conmemorar en el Ateneo Espa?ol de M¨¦xico los 40 a?os del restablecimiento de las relaciones diplom¨¢ticas entre ambos pa¨ªses sigue siendo un acto de coherencia pol¨ªtica y moral
El a?o pr¨®ximo, M¨¦xico y Espa?a celebrar¨¢n cuatro d¨¦cadas de haber restablecido sus relaciones diplom¨¢ticas, tras haber puesto fin a las que durante ese mismo lapso nuestro pa¨ªs mantuvo con el Gobierno de la Rep¨²blica en el Exilio, durante una ceremonia en la que, a las 5:20 de la tarde del 28 de marzo de 1977, los cancilleres de ambas naciones intercambiaron las llamadas notas verbales en el sal¨®n Napole¨®n del hotel Jorge V de Par¨ªs.
M¨¢s que en su sentido jur¨ªdico, la palabra restablecer, seg¨²n previene la Academia, quiz¨¢ sea la adecuada para referirse a algo que se coloca en el estado que antes ten¨ªa y que vuelve a ponerse en marcha a partir del momento en el que, alg¨²n d¨ªa, se interrumpi¨®.
M¨¦xico fue, desde el primer minuto de ocurrido el drama espa?ol, territorio de refugio para quienes eran perseguidos
Han pasado muchos a?os desde ese momento, sea que lo situemos en junio de 1939, cuando inicia la inmigraci¨®n espa?ola a M¨¦xico con el arribo del Sinaia a Veracruz, en agosto de 1945, cuando el Gobierno mexicano reconoce al Gobierno de la Rep¨²blica en el Exilio y por ende se niega al del r¨¦gimen franquista, o en 1977, cuando se establecen relaciones diplom¨¢ticas plenas con la Espa?a democr¨¢tica. Conmemorarlos ahora en el Ateneo Espa?ol de M¨¦xico sigue siendo un acto de coherencia pol¨ªtica y moral que recupera el efecto milagroso de la historia, mantiene la l¨¢mpara votiva de la memoria, honra a los actores principales de aquel episodio y dota de sentido y significado a los dilemas actuales, distintos a los de entonces pero igualmente sombr¨ªos. Recordarlo, por tanto, como lo ha hecho largamente el Ateneo desde su vieja casona porfiriana en la Ciudad de M¨¦xico, es un acto de fe en los valores que nos unen y de respeto al sentido de la historia.
O, parafraseando a Alberti: si hay ¡°pasado muerto¡± habr¨¢ ¡°porvenir helado¡±.
De muchos modos, como ha sido ya escrito y relatado con abundancia, elegancia y sentimiento por muchos, M¨¦xico fue, desde el primer minuto de ocurrido el drama espa?ol, territorio de refugio para quienes eran perseguidos por sus ideas, militancias y convicciones. De sus casas, escuelas, trabajos y ciudades salieron, seg¨²n las cuentas de Vicente Guarner, entre 30.000 y 40.000 espa?oles a vivir en M¨¦xico la experiencia del exilio, el m¨¢ximo castigo que los griegos impon¨ªan a un ciudadano, para preservar sus aspiraciones y sue?os.
Pero esos a?os relatan tambi¨¦n una historia de lealtad con aquellos principios en que se funda toda comunidad civilizada que pretenda ser digna de ese nombre. Pasaron d¨ªas, semanas y meses en los que esos miles de transterrados encontraron, en medio de una situaci¨®n extremadamente compleja, cierto sosiego para poner a salvo primero su integridad f¨ªsica, psicol¨®gica y moral, y luego para vislumbrar, as¨ª fuera de una manera confusa e incierta, c¨®mo reencontrar las opciones vitales. En esta tierra de acogida organizaron la convivencia cotidiana, estrecharon los tejidos afectivos, establecieron lazos de apoyo colectivo y vieron crecer sus propias tribus familiares.
La acci¨®n de M¨¦xico en aquellos tiempos no fue sin embargo un gesto de generosidad. Fue de fidelidad al principio de que en la pol¨ªtica, como en la vida, hay que hacer sencillamente lo correcto, entre otras razones porque, usando la met¨¢fora de Borges, ¡°cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre¡± ¡ªo un pa¨ªs en este caso¡ª ¡°sabe para siempre qui¨¦n es¡±. La decisi¨®n mexicana fue de coherencia con una tradici¨®n diplom¨¢tica puesta a prueba en varios episodios del siglo XX ante rupturas del orden constitucional y democr¨¢tico o ante intentos de intervenci¨®n externa en diversos pa¨ªses. Y fue quiz¨¢, al final del d¨ªa, un acto de autoafirmaci¨®n, como alguien ha dicho, una especie de cirug¨ªa ¨ªntima por la que una naci¨®n rastrea lo que ha hecho en horas decisivas y reconstruye as¨ª sus c¨¦lulas esenciales.
Los aniversarios son una buena ocasi¨®n para recordar las ra¨ªces en que la historia se sostiene pero son tambi¨¦n un momento oportuno para reflexionar sobre el futuro
Con el tiempo, el exilio espa?ol enriqueci¨® notablemente la vida del pa¨ªs. M¨¦xico apoy¨® la creaci¨®n de centros de investigaci¨®n, escuelas e instituciones como la Casa de Espa?a, el Colegio Madrid y el Luis Vives; facilit¨® a numerosos cient¨ªficos, investigadores, pol¨ªticos, maestros, artistas y profesionales integrarse a lo que se convertir¨ªa en su nuevo hogar; apoy¨® a quienes manten¨ªan enhiesta la bandera, rom¨¢ntica pero firme, de la Rep¨²blica, y respald¨®, desde el punto de vista pol¨ªtico, log¨ªstico e incluso financiero, a numerosos dirigentes socialistas, eurocomunistas y liberales espa?oles que articulaban, en especial a principios de los a?os setenta, la oposici¨®n al tardofranquismo y luego hicieron la transici¨®n. Esta sucesi¨®n de acontecimientos explica puntualmente el entorno afectivo que se gener¨® por el exilio y que defini¨® la calidad del trato hacia los miles de espa?oles que encontraron en M¨¦xico una oportunidad para rehacer sus vidas truncadas por la Guerra Civil.
Los aniversarios, como el que ocurrir¨¢ en 2017, son ciertamente una buena ocasi¨®n para recordar las ra¨ªces en que la historia se sostiene pero son tambi¨¦n un momento oportuno para reflexionar sobre el futuro. Si la historia sirve de algo, y sirve mucho, es para saber de d¨®nde venimos, condici¨®n indispensable para tratar de entender hacia d¨®nde vamos.
El itinerario recorrido supone sobre todo una lecci¨®n de conciencia y un ejercicio de lealtad
Mucha agua ha corrido bajo los puentes en estos 40 a?os. Hay numerosas lecciones de amistad y solidaridad entre M¨¦xico y Espa?a. El mapa global est¨¢ lleno de problemas complejos, antiguos y recientes. Surgen nuevas preguntas en el horizonte internacional para las que no tenemos a¨²n respuesta. Nos une, no obstante, un pasado singular y un presente compartido pero sobre todo el deseo y la responsabilidad de heredar a las generaciones actuales y futuras, en medio de tiempos confusos e inciertos, algo mejor.
Del esp¨ªritu que el Ateneo simboliza, y de los seres humanos que lo encarnaron, dec¨ªa don Jes¨²s Reyes Heroles, ¡°aprendimos no ¨²nicamente a saber, sino tambi¨¦n a ser. Hab¨ªan sido derrotados en un combate pero no vencidos. Fueron muchos sus m¨¦ritos pero quiz¨¢ el mayor consisti¨® en que, sin dejar de ser espa?oles, si¨¦ndolo m¨¢s d¨ªa a d¨ªa, fueron igualmente grandes mexicanos¡±.
Por ello, el itinerario recorrido supone sobre todo una lecci¨®n de conciencia y un ejercicio de lealtad con principios compartidos que hoy como ayer honramos.
Otto Granados es Subsecretario de Planeaci¨®n de la SEP. En 1985 y 1986 fue Consejero de la embajada mexicana en Espa?a.
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