Un hurac¨¢n en el cr¨¢neo
Castro ha muerto en Cuba sin apearse de la utop¨ªa, entre las l¨¢grimas y v¨ªtores de sus devotos y las calladas maldiciones de sus v¨ªctimas
Durante la apoteosis revolucionaria de 1959 en La Habana, horas despu¨¦s del derrocamiento de Fulgencio Batista, una paloma se pos¨® sobre el hombro de Fidel Castro y la m¨ªstica africanista se hinc¨® de rodillas agradeciendo a Obatal¨¢ que se?alara al elegido. El d¨ªa de la milagrosa unci¨®n, el ocho de enero de 1959, el ate¨ªsmo se hac¨ªa cruces y la exaltaci¨®n cat¨®lica elev¨® los brazos al cielo agradeciendo la llegada del mes¨ªas, del salvador de una naci¨®n carcomida por la corrupci¨®n, el atraso y la servidumbre a Estados Unidos. La idolatr¨ªa concentrada junto al viejo cuartel Columbia se qued¨® corta la noche del trance. El caudillo fallecido este viernes, determin¨® el destino de tres generaciones de cubanos, inspir¨® arrebatos libertarios en los arrabales del planeta y coloc¨® a los dos imperios de la Guerra Fr¨ªa al borde del choque nuclear. Nadie consigui¨® rapar las barbas m¨¢s emblem¨¢ticas del mundo, apagadas para siempre en la mayor de las Antillas, en la tierra del controvertido patriarca.
Incluso quienes le odiaron llam¨¢ndole liberticida sin alma, tirano disfrazado de nacionalista, admit¨ªan la envergadura de un l¨ªder hacedor de historia, construido para el combate y la resistencia. Fidel Castro ha muerto en Cuba sin apearse de la utop¨ªa, entre las l¨¢grimas y v¨ªtores de sus devotos, y las calladas maldiciones de sus v¨ªctimas. Nacido con un hurac¨¢n tropical bajo el cr¨¢neo, su preceptor de chaval, el fallecido padre Armando Llorente escribi¨® en la orla colegial que ten¨ªa ¡°madera de h¨¦roe. La historia de su patria un d¨ªa tendr¨¢ que hablar de ¨¦l¡±. Anticomunista hasta el tu¨¦tano en el exilio de Miami, al jesuita espa?ol le hubiera gustado confesarle y absolverle si p¨²blicamente se hubiera arrepentido de sus maldades, pero no hubo ocasi¨®n, ni prop¨®sito de la enmienda, porque su alumno era rebelde por naturaleza y estaba llamando a seguir pecando. Nadie pudo imponerle otros mandamientos que los redactados de propia mano, de obligado cumplimiento.
Hasta el advenimiento de la paloma y la coronaci¨®n, cumplidos los 32 a?os, hasta la expulsi¨®n a tiros del ignorante sargento que hab¨ªa convertido Cuba en el traspatio de las multinacionales norteamericanas, en el despacho caribe?o de Meyer Lansky y Lucky Luciano, el itinerario existencial de Fidel Castro respondi¨® a los impulsos y la audacia de un nacionalista virtuoso en la oratoria martiana y la seducci¨®n. Lleg¨® al mundo en un pueblecito del oriente isle?o llamado Bir¨¢n y desarroll¨® un car¨¢cter brav¨ªo, indomable. La mansedumbre no le hubiera permitido entrar en la leyenda, ni sobrevivir en los a?os de la agitaci¨®n social y el matonismo universitario, que alcanz¨® al veintea?ero Fidel empu?ando una pistola belga. ¡°Estaba decidido vender cara mi vida¡±. El apocamiento era incompatible con el grupo de insurrectos que asalt¨® el poder cuando lleg¨® a la certeza de que solo a balazos ser¨ªa posible la regeneraci¨®n de un pa¨ªs colonizado por Espa?a hasta 1898 y convertido en protectorado por Estados Unidos desde 1901 con la intervencionista enmienda Platt incrustada en la Constituci¨®n isle?a.
Licenciado en 1950, al joven abogado nunca le gust¨® perder, pero la fallida toma del cuartel Moncada, el 26 de julio en 1953, le sirvi¨® para ganar autoridad en la Cuba de las inmoralidades, difundiendo su arenga fundacional, La Historia me absolver¨¢, el catecismo primigenio de una revoluci¨®n reverenciada por la religiosidad fidelista, pero aborrecida por quienes sufrieron expropiaciones y purgas estalinistas y perdieron patrimonio y libertades. El inspirador de sublevaciones en los pa¨ªses maltratados por el colonialismo y sus encomenderos criollos, nunca encaj¨® bien las derrotas, ni siquiera en las pesquer¨ªas con Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. ¡°Una noche est¨¢bamos de pesca con un amigo com¨²n, que estaba pescando m¨¢s que Fidel, que se hac¨ªa el indiferente. Ese amigo empez¨® a contar los pescados para que viera que ten¨ªa m¨¢s pescados que ¨¦l¡±, record¨® el fallecido escritor colombiano en el documental de Estela Bravo La Historia No contada. ¡°Lleg¨® un momento en que me acerqu¨¦ al amigo y le dije: ¡°Mira, no sigas pescando porque mientras tengas m¨¢s que Fidel no nos iremos nunca y son las cuatro de la madrugada¡±. Al final Fidel tuvo una racha de buena suerte y cuando pesc¨® uno m¨¢s que el amigo dijo: ¡°Bueno, nos vamos porque ya son las cinco¡±.
Fidel Castro perd¨ªa la partida cuando parti¨® hacia M¨¦xico en 1955 despu¨¦s de cumplir dos a?os de c¨¢rcel en la isla de Pinos leyendo 12 horas al d¨ªa y conspirando las otras 12. Sus herramientas m¨¢s eficaces fueron la informaci¨®n, el c¨¢lculo, la elocuencia, y un arrojo acorde con su intr¨¦pido temperamento. Persuadido de que hab¨ªa llegado la hora del alzamiento, volvi¨® al a?o siguiente a Cuba a bordo del yate Granma, con 82 hombres y la firme determinaci¨®n de encontrar la muerte o recuperar la patria.
La recuper¨®, pero toda para ¨¦l, seg¨²n le reprochar¨ªa hasta la muerte gentes que combatieron a su lado en la cordillera del sureste, donde comenz¨® la heroicidad adivinada por el padre Llorente. Contra todo pron¨®stico, dos a?os despu¨¦s del estallido revolucionario contra la represi¨®n y la indecencia, la tripulaci¨®n del barco adquirido en Veracruz y las milicias obreras y campesinas incorporadas en tierra derrotaron al ej¨¦rcito pertrechado por Estados Unidos para sostener a Batista, que huy¨® a Rep¨²blica Dominicana con un bot¨ªn de 100 millones de d¨®lares.
La victoria de A?o Nuevo del 1959, durante la guerra de bloques entre Estados Unidos y la URSS, prendi¨® como la p¨®lvora en Bolivia, Nicaragua, Chile, el Congo, y en las barriadas del Tercer Mundo estragadas por la miseria, el racismo y las plutocracias retr¨®gradas.
El discurso del comandante de Sierra Maestra, resultaba fascinante entre la izquierda comunista, la burgues¨ªa nacionalista y mucho m¨¢s entre los 200 millones de latinoamericanos m¨ªseros. Mosc¨² se frot¨® las manos imaginando un nuevo aliado, mientras que Washington, perdido al t¨ªtere insular, intent¨® seducir a su barbudo sucesor para evitar el nacimiento de un r¨¦gimen comunista a 145 kil¨®metros de la costa de Florida. La misi¨®n resultar¨ªa imposible pues el 60% de los guajiros cubanos viv¨ªa en la miseria y el jefe miliciano los hab¨ªa encandilado despu¨¦s de sumergirse en las teor¨ªas anticapitalistas de Marx y Lenin, a las que nunca renunci¨®.
El testimonio de Arthur M. Schlesinger, asesor del J. F. Kennedy, contribuy¨® a entender la popularidad del levantamiento contra la perruna sumisi¨®n de Batista a la dominaci¨®n yanqui. ¡°Me encantaba La Habana y me horroriz¨® la manera en que esta adorable ciudad se hab¨ªa transformado desgraciadamente en un gran casino y prost¨ªbulo para los hombres de negocios norteamericanos (¡) Mis compatriotas caminaban por las calles, se iban con muchachas de 14 a?os y tiraban monedas s¨®lo por el placer de ver a los hombres revolcarse en el alcantarillado y recogerlas. Uno se preguntaba c¨®mo los cubanos, viendo esta realidad, pod¨ªan considerar a Estados Unidos de otro modo que con odio¡±. El cantante negro Harry Belafonte nunca vio democracia en Cuba. ¡°Yo vi racismo y opresi¨®n, ignorancia y enfermedades¡±.
Los discursos de la refundaci¨®n republicana fueron conmovedores, incendiarios, premonitorios del inminente encontronazo con Washington. Intelectualmente brillante, se malograr¨ªa como gobernante porque hab¨ªa nacido para batallar contra Estados Unidos y acaudillar la agitaci¨®n universal. Sus proclamas antiamericanas germinaron en Cienfuegos, en Trinidad, en la India de Nheru y en las afueras de Ciudad del Cabo, que vibraban al escucharle tronar contra el yugo imperialista, los monopolios estafadores, la esclavitud y el apartheid. El mea culpa de los mansos y toque a rebato de los impacientes se suced¨ªan desde r¨ªo Bravo a Tierra del Fuego, cuando el tribuno antillano bramaba contra del sometimiento de Am¨¦rica Latina al neocolonialismo.
Imposible la avenencia con el fascinante rebelde, arranc¨® el toma y daca entre su administraci¨®n y Estados Unidos. La reforma agraria de mayo de 1959 afect¨® a la United Fruit Company y otros monopolios, y deton¨® represalias durante el bienio 1960-62: expropiaci¨®n de los bienes norteamericanas, anulaci¨®n de las importaciones de az¨²car cubano, embargo, ruptura de relaciones diplom¨¢ticas, invasi¨®n de Bah¨ªa de Cochinos, alineamiento con la URSS y crisis de los Misiles. La naci¨®n caribe?a rescat¨® la soberan¨ªa perdida en 1901, alfabetiz¨® y universaliz¨® la atenci¨®n sanitaria, un hito en la Am¨¦rica subdesarrollada, pero ignor¨® las elecciones y libertades prometidas. ¡°Descubrimos otras formas de democracia, encontramos otra formas m¨¢s honestas de hacer participar al pueblo. Descubrimos que era mejor que la norteamericana¡±, dir¨ªa saliendo al paso de quienes le imputaron aversi¨®n a la democracia y adicci¨®n al poder.
La fallida ocupaci¨®n militar organizada por la CIA y el s¨ªndrome de plaza sitiada hab¨ªan entronizado la consigna ¡°con la revoluci¨®n todo, contra la revoluci¨®n, nada¡± y desde entonces nada fue posible fuera el partido comunista, que ocup¨® todo el espacio. Quien se sublev¨® contra el precepto fue proscrito, cumpli¨® c¨¢rcel o march¨® exilio. La represi¨®n cultural durante el denominado quinquenio gris (1965-70) se cobr¨® talentos irremplazables. Todo fue superlativo en Fidel Castro. El cine, la academia y las bibliotecas hablan del portento que sobrevivi¨® a diez presidentes norteamericanos y ri?¨® con el sovi¨¦tico Nikita Jruschov cuando sin consultarle pact¨® con J. F. Kennedy la retirada de los misiles de la isla. Ensayos, biograf¨ªas, y tambi¨¦n f¨¢bulas, en espa?ol y chino mandar¨ªn ilustran sobre la trayectoria del hombre que influy¨® en los movimientos de liberaci¨®n americanos y afroasi¨¢ticos del siglo XX, y se adentr¨® en el XXI sin ceder ideol¨®gicamente.
Acept¨® como inevitable la avenencia del 17 de diciembre del 2014 con Estados Unidos, su frustrado verdugo, pero nunca la aplaudi¨® en p¨²blico. Siempre en el torbellino, amparado por Mosc¨² hasta su desintegraci¨®n como metr¨®poli, fue amigo de Nelson Mandela, Agostinho Neto, Samora Machel, Am¨ªlcar Cabral, Julius Nyerere y Seku Tur¨¦, envi¨® 300.000 soldados a luchar en Angola (1974-92), y no hubo guerrilla americana o palestina que no pasara por la meca cubana para entrenarse, rendir pleites¨ªa y recibir orientaciones. Inspir¨® populismos y alzamientos contra las dictaduras castrenses de obediencia norteamericana, y probablemente le est¨¦n llorando milicias anacr¨®nicas, pero tambi¨¦n se acordar¨¢n admiradores que dejaron de serlo cuando aprob¨® la entrada de los tanques del Pacto de Varsovia en la Praga de 1968 argumentado que la contrarrevoluci¨®n y la larga mano del imperialismo se adue?aban de Checoslovaquia.
Nunca habl¨® sobre su vida familiar y poco se sabe sobre la convivencia con su viuda, Dalia Soto del Valle, con la que tuvo cinco hijos, probablemente la mujer m¨¢s importante en su vida. Fidelito (1949) fue fruto de su primer y fugaz matrimonio con Mirta D¨ªaz-Balart y su hija Alina (1956) naci¨® de una breve relaci¨®n sentimental con Natalia Revuelta. En su libro 'La hija de Castro. Memorias del exilio de Cuba', aparecido en 1988, llam¨® a su padre "un dictador distante", pero en declaraciones a la revista Foreign Policy salv¨® a su t¨ªo Ra¨²l: "?l era la persona a quien se le pod¨ªa ir a pedir ayuda¡±. Frugal en las comidas, Fidel Castro casi muere en 2006 de un revent¨®n estomacal. Hab¨ªa dejado de fumar nueve a?os antes y prolong¨® su pasi¨®n por el submarinismo. Su adicci¨®n al ajedrez pol¨ªtico no tuvo fecha de caducidad. Aunque el papa Juan XXIII lo excomulg¨® en 1962, el celeb¨¦rrimo ateo asisti¨® a la misa funeral por Juan Pablo en 2005, siete a?os despu¨¦s de su visita pastoral a la isla para intentar, sin conseguirlo, una primavera cubana.
Evangelizado desde su primera arenga universitaria, el verbo de Fidel Castro se hizo revoluci¨®n y habit¨® en Cuba durante 57 a?os, porque esperanz¨® a millones en un mundo que exig¨ªa justicia y necesitaba visionarios. Pero la fuerza de la palabra fue perdiendo fuerza, result¨® enga?osa, y se desplom¨® al desaparecer los subsidios de la URSS y gobernar en orfandad. Cuba estaba arruinada. La oratoria hab¨ªa sido su arma m¨¢s importante porque la facundia hacia posible lo imposible, pero los a?os encanecieron las barbas y los mitos revolucionarios, y llegaron internet y la globalizaci¨®n para quedarse. Las carencias del r¨¦gimen precipitaron el desabastecimiento y el creciente descontento social.
Resumir una biograf¨ªa tan universal y extraordinaria es imposible porque nada en la existencia del difunto fue rutinario. Corolario del fracaso econ¨®mico y el absolutismo ideol¨®gico, la simulaci¨®n y cinismo se propagaron como la p¨®lvora. M¨¢s de dos millones se fueron so?ando con volver alg¨²n d¨ªa. Quiz¨¢s lo hagan ahora que parece haber amainado el s¨ªndrome de plaza sitiada y su hermano Ra¨²l reconduce el pa¨ªs hacia objetivos m¨¢s realistas siempre sin ceder poder pol¨ªtico. Esas metas fueron inabordables durante la supremac¨ªa del comandante que cabalg¨® sobre Rocinante, pero no quiso embridarlo cuando el jaco de la fantas¨ªa cervantina se perdi¨® en la quimera.
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