Cuba deja atr¨¢s el siglo XX con la muerte de Fidel Castro
El fallecimiento del fundador de la Revoluci¨®n cubana cierra un cap¨ªtulo de la historia de Am¨¦rica Latina
Fidel Castro, el hombre que cambi¨® la historia de Cuba con una revoluci¨®n socialista que lo enfrent¨® durante medio siglo a Estados Unidos, muri¨® el viernes por la noche en La Habana. Su fallecimiento a los 90 a?os supone la desaparici¨®n de la figura pol¨ªtica m¨¢s influyente del siglo XX en Am¨¦rica Latina, un genio del poder tan alabado como denostado durante su larga y tempestuosa existencia. Retirado del mando en 2006 por enfermedad, su presencia en un primer¨ªsimo segundo plano sigui¨® funcionando como pilar simb¨®lico del r¨¦gimen que fund¨® en 1959, a¨²n en los ¨²ltimos a?os de vejez, ya muy debilitado. Ahora Fidel, como le llamaban los cubanos, fueran sus adeptos o m¨¢s ac¨¦rrimos enemigos, no est¨¢. Cuba camina sin ¨¦l por primera vez en seis d¨¦cadas. La ruta que viene, capitalismo rojo de partido ¨²nico, pluralismo de partido hegem¨®nico o transici¨®n a la democracia, es todav¨ªa muy incierta.
Los galones los port¨® desde su retiro y los seguir¨¢ portando su hermano Ra¨²l Castro, de 85 a?os. El general y presidente de Cuba fue quien anunci¨® la muerte de Fidel en un mensaje televisivo que arranc¨® con voz tr¨¦mula. ¡°Con profundo dolor comparezco para informarle a nuestro pueblo, a los amigos de nuestra Am¨¦rica y del mundo que hoy 25 de noviembre del 2016, a las 10.29 horas de la noche, falleci¨® el comandante en jefe de la revoluci¨®n cubana¡±.
La reacci¨®n en Cuba fue sosegada y recogida. Muchos no se enteraron porque la noticia trascendi¨® tarde. Cerraron discotecas y el Malec¨®n se qued¨® apagado. Los cubanos que hab¨ªan salido a bailar o pasear regresaron a casa. El s¨¢bado segu¨ªa la calma pero todos hablaban de ello. ¡°Hasta los m¨¢s detractores est¨¢n conmovidos¡±, dec¨ªa Leticia Rodr¨ªguez, hostelera de 56 a?os. ¡°Pero todo tranquilo, esperando a que lleguen las honras f¨²nebres¡±. La mayor¨ªa de los que dec¨ªan unas palabras sobre lo ocurrido ensalzaban la figura de Castro, como Francisco Garc¨ªa, un mulato de 60 a?os que regresaba por la tarde a casa con intenci¨®n de sentarse ¡°ante la televisi¨®n¡±. Garc¨ªa afirmaba sentir ¡°angustia¡± por la p¨¦rdida de Fidel Castro. ¡°Pero la vida continua y seguiremos perfeccionando el socialismo¡±.
Volviendo de buscar a su ni?a en la escuela de danza, Yordanka Ferrer, de 42 a?os, titubeaba sobre si decir algo o no y al final se arrancaba con cautela: ¡°Qu¨¦ quiere que le diga. No me siento ni bien ni mal. Yo nac¨ª con la Revoluci¨®n. ?l fue bueno en unas cosas y en otras no. Fue virtuoso en la educaci¨®n y en la salud pero el cubano necesitaba libertad de palabra. Se vive con cierto temor¡±.
En la capital de la isla parec¨ªa un d¨ªa normal. Los carteles propagand¨ªsticos con lemas sobre Fidel segu¨ªan ah¨ª, los j¨®venes beb¨ªan una cerveza en el Malec¨®n, alg¨²n hombre mayor merodeaba anunciando sus cacahuetes: ¡°Man¨ª, man¨ª¡±. Cuba no era tan expresiva como es lo propio en su cultura. Al d¨ªa siguiente de la muerte de Fidel Castro, Cuba era m¨¢s bien un estado interior.
¡°Se ven¨ªa esperando pero no deja de causar una sorpresa¡±, apuntaba por tel¨¦fono desde la capital cubana Enrique L¨®pez Oliva, profesor de Historia en la Universidad de La Habana, de 80 a?os. ¡°Esto marca el fin de una etapa y el inicio de otra que la gente de la calle cree que supondr¨¢ una aceleraci¨®n del proceso de cambios¡±, a?adi¨®.
Mientras en la isla quienes se pronunciaban en p¨²blico lo hac¨ªan para loar la figura del h¨¦roe de la revoluci¨®n, en Miami, el n¨²cleo duro del exilio anticastrista se ha ech¨® a la calle nada m¨¢s hacerse p¨²blica la noticia para celebrar el fallecimiento de Castro con el estruendo de un carnaval. La Peque?a Habana, feudo hist¨®rico de los opositores a la Revoluci¨®n, se llen¨® de gente festejando el acontecimiento. Todos agolpados con banderas de Cuba, cacerolas y tambores, gritando su satisfacci¨®n ¡°?Viva Cuba libre!¡±.
La muerte de Castro provoc¨® reacciones de la mayor¨ªa de los l¨ªderes internacionales. El presidente saliente de Estados Unidos, Barack Obama, el arquitecto del deshielo con la isla, reaccion¨® con un medido ejercicio de equilibrio: ni reproches ni halagos al fallecido l¨ªder, s¨ª la mano tendida al pueblo cubano. Su sucesor, el presidente electo, Donald Trump, calific¨® a Castro de ¡°brutal dictador¡± y enterr¨® la pol¨ªtica de Obama en este viejo conflicto. Desde Venezuela, el principal aliado de Cuba en Latinoam¨¦rica, el presidente, Nicol¨¢s Maduro, urgi¨® a los ¡°revolucionarios del mundo¡± a seguir el legado de Castro, y el l¨ªder chino, Xi Jinping, manifest¨® que ¡°los chinos han perdido a un camarada cercano y un amigo sincero¡±.
Estaba previsto que los restos de Castro fueran incinerados el s¨¢bado. El Gobierno ha declarado nueve d¨ªas de luto. El lunes y el martes tendr¨¢n lugar actos de homenaje en La Habana y el mi¨¦rcoles comenzar¨¢ el traslado de sus cenizas en una procesi¨®n que atravesar¨¢ la isla hasta llegar a Santiago de Cuba, donde se le dar¨¢ sepultura en el cementerio donde reposa Jos¨¦ Mart¨ª, el h¨¦roe de la Guerra de Independencia de Espa?a, del que Castro se consideraba continuador natural.
Con Fidel Castro se evapora el ¨²ltimo aliento de la Guerra Fr¨ªa. Se va el socio de la Uni¨®n Sovi¨¦tica que coloc¨® con Mosc¨² misiles nucleares apuntando a Estados Unidos, el l¨ªder que repeli¨® la invasi¨®n de Bah¨ªa de Cochinos auspiciada por la CIA montado en un tanque con gafas de intelectual, el propagador de revoluciones que llev¨® a miles de cubanos a matar y morir bajo el sol de ?frica, el tit¨¢n geopol¨ªtico que aguant¨® el pulso a 11 inquilinos del Despacho Oval.
Cuba despide al dirigente que la condujo a tocar los extremos de la experiencia humana siempre en proporciones desmesuradas para lo que pudiera esperar una isla de 11 millones de habitantes. De la gloria soberanista del triunfo de la Revoluci¨®n a la miseria del Periodo Especial, los a?os del hambre causados por la desintegraci¨®n de la URSS y en el que a¨²n hoy hunde sus ra¨ªces la carest¨ªa cubana.
Ra¨²l Castro, mano derecha de Fidel desde los d¨ªas de los combates en la sierra contra los soldados del militar golpista Fulgencio Batista, seguir¨¢ como presidente hasta 2018 y ese a?o dejar¨¢ sus cargos, seg¨²n ha prometido, aunque seguir¨¢ siendo secretario general del Partido Comunista de Cuba hasta 2021. Si la salud lo acompa?a, guiar¨¢ el proceso de apertura hasta entonces. Para la sucesi¨®n presidencial asoma la figura del vicepresidente Miguel D¨ªaz-Canel, exministro de Educaci¨®n con reputaci¨®n de hombre moderado del aparato.
El futuro del deshielo
La inc¨®gnita es c¨®mo evolucionar¨¢ la relaci¨®n con Estados Unidos cuando llegue en enero Trump, que ha dicho ¡ªaunque sus declaraciones se toman con pinzas¡ª que tumbar¨¢ la pol¨ªtica del presidente saliente para volver al viejo esquema: exigir a La Habana la restituci¨®n plena de las libertades pol¨ªticas para tener relaciones bilaterales. La inercia que ha cogido el rumbo lanzado por Obama, los intereses empresariales de compa?¨ªas de Estados Unidos y la opini¨®n p¨²blica favorable a la normalizaci¨®n entre los americanos podr¨ªan contener el plan de demolici¨®n de Trump.
Entre las ¨¦lites conservadoras del poder cubano seguir¨¢ oy¨¦ndose el eco antiyanqui de la voz de Fidel Castro. Todav¨ªa el ¨²ltimo a?o sac¨® fuerzas de flaqueza para escribir un art¨ªculo en el que unos d¨ªas despu¨¦s de la visita de Barack Obama, a quien Ra¨²l Castro hab¨ªa levantado la mano ante los medios como un p¨²gil que se hermana con el otro tras el combate, puso en negro sobre blanco su beligerancia eterna ante Washington: ¡°No necesitamos que el imperio nos regale nada¡±. Sean como sean las nuevas relaciones bilaterales, en la c¨²pula siempre se tendr¨¢ a mano la f¨®rmula cl¨¢sica. En caso de duda, Fidel Castro.
En su ¨²ltima aparici¨®n ante el congreso del Partido Comunista de Cuba, el pasado abril, el fundador de la Revoluci¨®n cubana se despidi¨® del pueblo que tutel¨® a su medida: ¡°Pronto ser¨¦ ya como todos los dem¨¢s, a todos nos llegar¨¢ nuestro turno¡±. ¡°Pero quedar¨¢n las ideas de los comunistas cubanos¡±. La huella de Fidel Castro ser¨¢ imborrable en Cuba y con seguridad su figura seguir¨¢ siendo por d¨¦cadas fuente de debates a fuego vivo. Pero el comandante en jefe ha muerto y Cuba se encuentra, ya, definitivamente de frente ante el siglo XXI.
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