Compa?eros de fisioterapia
Ant¨®n Arrufat y Pedro Juan Guti¨¦rrez, dos figuras clave de la literatura cubana, charlan sobre las bondades y las cicatrices de su pa¨ªs
Lunes por la noche. Tres d¨ªas despu¨¦s de la muerte de Fidel Castro. Ant¨®n Arrufat (Santiago de Cuba, 1935) y Pedro Juan Guti¨¦rrez (Matanzas, 1950) est¨¢n sentados en mecedoras en la casa del siglo XIX de La Habana Vieja en la que vive Arrufat, con un vaso de vino. Tienen dos cosas en com¨²n. Son figuras clave de la literatura cubana y van por las ma?anas al mismo centro de fisioterapia.
Pregunta. ?C¨®mo est¨¢ Cuba?
Ant¨®n Arrufat. En el Caribe, chico. Est¨¢ de lo mas interesante. Yo a mi edad no pod¨ªa esperar que se introdujeran en la sociedad cubana una serie de cambios, peque?os pero cambios al fin, que yo creo que el tiempo har¨¢ mayores. Es lo que el Gobierno llama perfeccionar y el pueblo llama arreglar.
Pedro Juan Guti¨¦rrez. El dinero ha empezado a moverse horizontalmente en la sociedad desde hace unos a?os. Se est¨¢ notando que hay m¨¢s dinero de manera horizontal. Y cada d¨ªa hay m¨¢s emprendedores que se est¨¢n quedando en el pa¨ªs y est¨¢n poniendo su propio negocio con eficiencia. Eso es important¨ªsimo, que los j¨®venes tengan esa posibilidad para que no se sigan yendo.
P. ?Qu¨¦ hac¨ªan el viernes por la noche?
A. A.?Yo dorm¨ªa. Hab¨ªa estado trabajando en una conferencia sobre Los cuentos fr¨ªos de Virgilio Pi?era. Me cans¨¦, me tir¨¦ en la cama y me dorm¨ª. Alrededor de las doce y media son¨® el tel¨¦fono. Era un amigo. ¡°Qu¨¦ pasa¡±. ¡°Se muri¨® Fidel Castro¡±. ¡°No jodas, que a Fidel Castro lo han matado un mill¨®n de veces¡±. ¡°No, Ant¨®n, se muri¨® de verdad¡±. Me tir¨¦ de la cama, puse la televisi¨®n y hab¨ªa un link [sic] que dec¨ªa: ¡°Fallece Fidel Castro, el l¨ªder de la Revoluci¨®n cubana¡±. Me qued¨¦ estupefacto. Me sent¨¦ en el sill¨®n mientras miraba ese link que sal¨ªa una y otra vez y me dije: ¡°No es posible, no es posible¡±. Y era posible.
P. J. G.?Yo estaba en una casita que tengo en la playa. Me acost¨¦ temprano, no me enter¨¦ de nada y el s¨¢bado me llama mi esposa desde Tenerife y me lo dice. Tambi¨¦n me qued¨¦ estupefacto. Aunque no hab¨ªa que quedarse estupefacto. Era un hombre de 90 a?os. Adem¨¢s, seg¨²n el budismo la vida y la muerte son un mismo proceso. Despu¨¦s del primer estupor dije: ¡°Bueno, Lola, nada, est¨¢ bien¡±.
A. A.. Espera. Una de las cosas que m¨¢s me asombr¨® es que me asom¨¦ al balc¨®n y hab¨ªa una quietud, un silencio, una inmovilidad. La gente pasaba que parec¨ªan fantasmas, parec¨ªan zombis. Y la ciudad se mantiene as¨ª. Ayer sal¨ª, camin¨¦ por las calles, me encontr¨¦ con dos o tres amigos y nos mir¨¢bamos como diciendo: ¡°?Hablamos de eso o no?¡±. Y eleg¨ªamos no hablar de eso.
P. ?Qu¨¦ est¨¢n escribiendo?
P. J. G.?Yo estoy terminando un librito de poes¨ªa que se llama Cazador y otros poemas. Tambi¨¦n estoy pensando en una novela y escribo un blog que me entretiene mucho: la ¨²ltima entrada se llama Streptease en Arizona.
A. A.?Yo estoy tratando de terminar una novela que se llama Cambio de escala y tengo que entregar un libro sobre la ciudad de La Habana. Y de vez en cuando me asalta un poema yendo del ba?o a la cocina y lo escribo.
P. ?Qu¨¦ le gusta de Arrufat?
P. J. C.?Algunos de sus libros de poes¨ªa, los libros sobre Virgilio Pi?era que son encantadores. No tengo toda la obra de Ant¨®n porque en este pa¨ªs todos los autores, sean de primera, segunda, tercera o cuarta estamos en la misma fila y te publican cuando te toca. Entonces es dif¨ªcil comprar un libro de Ant¨®n porque todo el mundo compra sus libros. Es una obra maravillosa. Es una po¨¦tica muy diferente a la que tengo yo. Es lo mismo por lo que me gusta leer a Lezama, a Eliseo Diego, a Cabrera Infante. Y por potro lado est¨¢ la valent¨ªa de Ant¨®n, que fue sometido a una presi¨®n muy fuerte y supo mantenerse con mucha dignidad. Se mantuvo imperturbable: este es mi pa¨ªs y tengo derecho a vivir en mi pa¨ªs, escribir en mi pa¨ªs y publicar en mi pa¨ªs. Se pas¨® 14 a?os encerrado en una biblioteca y se mantuvo vertical, ecu¨¢nime, hasta que finalmente fue rehabilitado. Vaya palabra, rehabilitado.
P. ?Qu¨¦ le gusta de Pedro Juan?
A. A.?Lo primero que me gusta de Pedro Juan es verlo por la ma?ana en fisioterapia. Eso me da una gran alegr¨ªa. Despu¨¦s, aparte de eso, ah¨ª ha empezado nuestra amistad y creo que continuar¨¢ porque tenemos muchas cosas en com¨²n que voy adivinando a medida que converso con ¨¦l, aunque me encantan los amigos que piensan lo contrario a m¨ª y me mortifican. Me gusta adem¨¢s que escribe una literatura que yo no tuve cojones para escribir. Una literatura llena de fuerza donde se acerca al sexo, a la vida miserable de la ciudad en este pa¨ªs y lo hace bien y lo hace sin pedir permiso y lo hace porque lo quiere hacer y corre los riesgos que se corren en un pa¨ªs como el nuestro cuando se quiere escribir algo que no le gusta a los funcionarios. Me gusta su escritura, me satisface. Y otra cosa: que de pronto dice yo no voy a hablar de pol¨ªtica porque no me interesa. Y eso est¨¢ bien. Eso est¨¢ bien. Y aparte de eso: que es una hombre que te mira con una picard¨ªa extraordinaria.
P. ?Pueden hablar de la palabra capitalismo?
A. A.. Es una cosa que me ense?aron a despreciar, y cuando pienso en el capitalismo a¨²n se me pone mala la piel, me da una erupci¨®n. Me imagino que a los capitalistas cuando piensan en nuestro sistema tambi¨¦n les da una erupci¨®n.
P. J. G.?Yo estuve tres meses en Suecia y me convert¨ª a la socialdemocracia.
P. Los dos han pasado momentos duros.
A. A.?Yo escrib¨ª una obra que se llama Los siete contra Tebas. Esa obra fue juzgada problem¨¢tica y enemiga de los principios de la Revoluci¨®n y fui asignado, ni castigado ni condenado, fui asignado, esa fue la palabra de los funcionarios, a la biblioteca de Marianao [un suburbio obrero de La Habana] a trabajar en el s¨®tano haciendo paquetes de revista con soga y cart¨®n. All¨ª estuve 14 a?os sin recibir llamadas ni visitas, llegando a trabajar a las ocho y y¨¦ndome a las cuatro de la tarde, hasta que un d¨ªa me aburr¨ª y dije: ¡°Ya es demasiado tiempo¡±. Y voy a contar algo que no he contado nunca. Le hice una peque?a carta a Fidel Castro en la cual le contaba lo que ocurr¨ªa y le ped¨ªa que me diera alguna soluci¨®n, porque yo no hab¨ªa sido llevado a los tribunales, nunca se me hab¨ªa dado una sentencia ni se me hab¨ªa dicho cu¨¢l era mi pecado. A los dos d¨ªas me contest¨® dici¨¦ndome lo siguiente: ¡°Vaya al ministerio de Cultura, que all¨ª va a encontrar una soluci¨®n¡±. Fui y a los dos o tres d¨ªas ya estaba trabajando en la revista Revoluci¨®n y Cultura. Ah¨ª empez¨® lo que en este pa¨ªs se llama con una palabra horrorosa: la ¡°rehabilitaci¨®n¡± de un autor.
P. J. G. Bueno, lo m¨ªo es mucho m¨¢s reciente que lo de Ant¨®n. Yo era un periodista normal, siempre fajado con la directora por la censura, porque me gustaba hacer temas conflictivos como el de las jineteras, el suicidio, las drogas, el racismo, y eso no era lo habitual en Cuba. Y en alg¨²n momento, cuando sale a finales del 98 en Espa?a Trilog¨ªa sucia de La Habana, algunos funcionarios de jerarqu¨ªa deciden, sin leer el libro, s¨®lo por rese?as publicadas en la prensa, echarme a la calle sin explicaciones. Pasaron varios a?os de ostracismo. Yo no exist¨ªa. Mis libros no se publicaban en mi pa¨ªs, pero en pocos a?os se publicaron en m¨¢s de veinte idiomas. Yo segu¨ª escribiendo. Escrib¨ªa mucho porque ten¨ªa mucha carga dentro. Encerrado en mi casa, con mi familia y el ron. Pasaron a?os hasta que se relajaron y empezaron a publicar un libro m¨ªo cada cuatro o cinco a?os. Creo que si escribes de manera independiente el paso es la incomprensi¨®n. Se asustan. No saben qu¨¦ hacer contigo. Hace poco un mexicano me dec¨ªa que a Luis Bu?uel los mexicanos lo rechazaron porque con su pel¨ªcula Los olvidados puso a los mexicanos delante del espejo y que a m¨ª me pas¨® algo parecido con los cubanos. No les gust¨® la imagen que vieron en el espejo.
P. Digan el sitio de La Habana que m¨¢s les guste.
A. A.?Yo estoy enamorando de esta casa.
P. J. G. Mi azotea. Es un lugar donde he sufrido mucho y he sido muy feliz.
P. ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s les gusta de Cuba?
P. J. G.?La gente.
A. A.?La forma en que habla la gente. Ese idioma no existe en ninguna otra parte.
P. ?Y lo que menos les gusta?
P. J. G.. El verano. Me baja la presi¨®n y me pone mal el calor.
A. A.?La irresponsabilidad del cubano.
P. ?C¨®mo escriben?
A. A.?Por la ma?ana, temprano, despu¨¦s de ba?arme y tomarme dos tazas de te. Escribo en la computadora dos o tres horas, descanso y por la noche paso un poco en limpio. Y m¨¢s n¨¢. Espero al d¨ªa siguiente.
P. J. G.?Yo sigo escribiendo a mano o a m¨¢quina. Me gusta escribir despacio. La poes¨ªa, s¨®lo a mano.
A. A.??Eso se me olvid¨®! Yo la poes¨ªa tambi¨¦n a mano.
P. ?Podr¨ªan hacer una oraci¨®n completa que empiece con la frase: La Historia me absolver¨¢?
P. J. G.?No.
A. A.?Hay dos cosas en esa expresi¨®n en las que no creo. Ni en ¡°La Historia¡± ni en ¡°me absolver¨¢¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.