Otro d¨ªa tremebundo en Italia
El refer¨¦ndum ha originado uno de esos ciclos de p¨¢nico en el pa¨ªs, en los que nunca sucede lo que se espera y que suelen acabar en nada
Hay algo parad¨®jico en decir que el voto antisistema en Italia es el del ¡°no¡±. Porque quiz¨¢ sea al rev¨¦s: es el sistema el que se defiende, como siempre en Italia, y se niega a cualquier cambio. De ah¨ª que quien est¨¢ harto de que nada cambie, aunque esta reforma sea muy mejorable, vote "S¨ª" solo para que cambie algo, porque peor no puede ser. Italia es un curioso pa¨ªs refractario a cualquier novedad, pero especialista en producirlas e inventarlas. Adora la creatividad de superficie ¨Cla moda, por ejemplo- mientras lo de siempre siga como est¨¢.
En este caso basta ver la lista de quien se opone a la reforma constitucional: todo el mundo, salvo Renzi. De exfascistas a compa?eros de partido de izquierda del propio primer ministro. Gente que no se pondr¨ªa de acuerdo ni para organizar una merienda. Tienen sus razones, algunas muy sensatas, y sobre todo un temor end¨¦mico, el de tocar una Constituci¨®n que se ide¨® en la posguerra para evitar que volviera a aparecer un Mussolini, alguien que acumule todo el poder. Tambi¨¦n parece un sacrilegio dejar el Senado en una c¨¢mara ornamental sin elecci¨®n directa, pero ya es as¨ª en Francia o Alemania, por ejemplo. Es significativo que la gran mayor¨ªa de los italianos residentes en el extranjero vayan a votar ¡°S¨ª¡±, seg¨²n las encuestas. Se fueron de Italia porque no funciona y lo ven desde fuera.
Pero tambi¨¦n hay un componente nada desde?able de oportunismo pol¨ªtico, bien es verdad que propiciada por el propio Renzi: el refer¨¦ndum es una invitaci¨®n a votar contra ¨¦l, al margen de lo que se pregunte. Un dato para comprender la fiabilidad de los ideales de gran parte de la clase pol¨ªtica italiana: en estos tres a?os de legislatura ha habido ya 363 cambios de partido en el Parlamento. Probablemente mientras lee esto alg¨²n diputado est¨¦ traicionando al suyo y pasando a otro. Adem¨¢s de altos ideales, tanto el PD, el partido de Renzi, como Berlusconi, o Salvini, o Grillo, quieren echarle, por encima de todo.
Pero lo que se pregunta s¨ª tiene como objetivo algo esencial en Italia, acabar con un sistema que hace que gobernar el pa¨ªs sea un dolor de muelas, y cualquier objeci¨®n es menor ante la posibilidad de conseguirlo, porque tendr¨¢n que pasar d¨¦cadas antes de que se d¨¦ la conjunci¨®n de planetas necesaria para volver a intentarlo. Ahora se ha dado porque por primera vez en much¨ªsimo tiempo en Italia no hay oposici¨®n ni tiene l¨ªderes ¨Cpor eso ha visto una ocasi¨®n de oro de tomar cuerpo en el refer¨¦ndum- y Renzi es una figura an¨®mala y con una notable falta de escr¨²pulos, para lo bueno y para lo malo. Ha encarnado precisamente ese deseo colectivo de cambiar el pa¨ªs de una vez, sin ser Beppe Grillo que da m¨¢s miedo.
Ni siquiera Silvio Berlusconi, que con su coalici¨®n logr¨® la primera mayor¨ªa absoluta en casi sesenta a?os en 2001, consigui¨® hacer gran cosa. Y ¨¦l mismo someti¨® a refer¨¦ndum una reforma constitucional, mucho m¨¢s incisiva que la actual en los poderes del primer ministro, que perdi¨® en 2006, aunque en Europa no cundieron las alarmas y no se enter¨® nadie. El centroizquierda intent¨® en 2007 una gran reforma liberalizadora que tras una guerra desesperada de todos los gremios, sectores y tribus italianas imaginables se qued¨® en un decretillo cuyo gran logro era que las peluquer¨ªas por fin pod¨ªan abrir sin limitaci¨®n de distancia de otra.
En resumen, todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que la arquitectura institucional debe cambiar, pero jam¨¢s se pondr¨¢n de acuerdo en c¨®mo. De hecho los sondeos predicen que ganar¨¢ el ¡°no¡±. Pero si es as¨ª, pese a todo el alarmismo, la tradici¨®n indica que seguramente no pasar¨¢ nada. En 70 a?os Italia ha tenido 41 jefes de Gobierno, frente a 15 de Reino Unido y 8 de Alemania. No es que irrumpa la inestabilidad, es seguir como siempre.
Se dice que Renzi quiz¨¢ dimita y habr¨¢ elecciones, pero antes habr¨ªa que retocar el sistema electoral, que ahora est¨¢ cojo por una sentencia del Constitucional y un inveros¨ªmil culebr¨®n dif¨ªcil de resumir, como casi todos los asuntos italianos, y pasar¨¢n meses. De todos modos habr¨¢ elecciones igual, salga lo que salga. Argumento maquiav¨¦lico: aun perdiendo con el 45 % de los votos Renzi se los puede atribuir ¨¦l solito, cosa que no puede hacer su variopinta tropa de adversarios con el triunfo. En unas elecciones ser¨ªa un alto porcentaje de voto y ya esgrimi¨® este sofisma en las europeas. Vive de referencias sin haberse presentado nunca a las urnas, un genio. Pase lo que pase, caer¨¢ de pie. Se dice que en unos comicios ganar¨ªa Grillo y eso ser¨ªa el fin, pero habr¨¢ que verlo. Si Grillo sigue teniendo posibilidades es porque la clase pol¨ªtica tradicional no hace m¨¢s que darle la raz¨®n: su lema es echarles, y la gente comparte ese deseo en lo m¨¢s profundo de su alma.
Lo ¨²nico previsible es que Italia entrar¨¢ en uno de sus circos c¨ªclicos, llenos de sorpresas, cl¨ªmax de p¨¢nico y monta?as rusas, pero sin prisas, en el que no suceder¨¢ nada de lo que se piensa, y que acabar¨¢ con la sensaci¨®n de que todo se coloca en su sitio otra vez. Habr¨¢ sido otro d¨ªa tremebundo m¨¢s en Italia. Ya han vivido muchos as¨ª, y este no es de los peores. El resto del mundo seguir¨¢ el espect¨¢culo at¨®nito sin entender nada y pasar¨¢ a otra cosa. Alinear el refer¨¦ndum italiano con el Brexit y Trump puede haber sido m¨¢s bien cosa de tertulianos simplificadores. Italia siempre es un caso aparte.
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