¡®Felix Austria¡¯
La victoria de Van der Bellen no alivia: el 47% de los votos para la ultraderecha es muy asumible como derrota
La expresi¨®n es Felix Austria Nube (Feliz Austria, que te engrandeces por el matrimonio y no la guerra), la del imperio que form¨® el eje Madrid-Viena y luch¨® contra el luteranismo en la guerra de los Treinta A?os (1618-48) y mantuvo dos siglos a los Habsburgo en el trono castellano. La formaci¨®n pol¨ªtica austriaca, heredera de facto desde el XV del sacro imperio romano germ¨¢nico, que resisti¨® la ¨²ltima arremetida otomana con el fin del sitio de Viena (1629), y solo sufri¨® su primera gran derrota ante otro imperio de lengua alemana en Sadowa (1864), fue siempre un fulcrum de Europa, una Europa dentro de Europa, un eje gravitacional del continente. Y esa palanca continental ha estado en peligro.
El imperio austriaco desapareci¨® con la derrota de las potencias centrales en la Gran Guerra, y Viena, con los territorios circundantes de lengua alemana, fue como un puesto avanzado de Occidente en la Europa bizantina. En la posguerra mundial, ya solo como Austria, pas¨® de ap¨¦ndice de la dictadura nazi al bipartidismo democr¨¢tico aparentemente m¨¢s pl¨¢cido. Dos fuerzas se turnaban en el poder, el catolicismo heredero de la contrarreforma, y los socialdem¨®cratas de Bruno Kreisky. Para colmo del ecumenismo este ¨²ltimo era jud¨ªo, elegido por una ciudad en la que precisamente hab¨ªa surgido a comienzos de siglo el primer partido antisemita, bien que del todo ajeno al sionismo.
Y aunque la extrema derecha no hab¨ªa dejado nunca de existir en Austria, es la crisis de los refugiados la que le ofrece su gran oportunidad. La repetici¨®n de unas elecciones presidenciales en las que el laicismo hab¨ªa ganado solo por unos miles de votos, se ha coronado con una victoria que alivia a los que quieren aliviarse: la ultraderecha obtiene casi el 47% de sufragios, muy asumible como derrota. Y al mismo tiempo, los datos hist¨®ricos parecen trastocados: los votos han dado la victoria al protestante de origen holand¨¦s Alexander Van der Bellen, y parte del sufragio cat¨®lico ha ido a la extrema derecha, que es hoy el primer partido del pa¨ªs en las encuestas para las legislativas.
Los resultados de las presidenciales austriacas quiz¨¢ tengan alg¨²n parentesco con la clamorosa derrota de Renzi en Italia, pero es seguro que alientan a la ultraderecha de Marine Le Pen. El candidato de la derecha francesa homologable, Fran?ois Fillon, cierto que sigue pareciendo el favorito para presidir su pa¨ªs porque en segunda vuelta deber¨ªa, mal que bien, recibir los votos de la izquierda socialista. Pero en el peor de los casos la hija de Jean-Marie Le Pen puede obtener el mejor resultado de la historia del Frente Nacional. Su padre ya compiti¨® en 2002 en una segunda vuelta contra el que repetir¨ªa presidencia, Jacques Chirac, y lleg¨® al 23% de sufragios, y cuando este periodista le preguntaba ya en capilla electoral con qu¨¦ porcentaje se dar¨ªa por satisfecho, prefer¨ªa indignarse. Probablemente a su sucesora no le har¨ªa falta tanto.
Todo eso es lo que se ha perdido con unas presidenciales austriacas, que algunos creen que se han ganado. ?Y qu¨¦ es lo que falta en todo ello? Europa.
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