La intoxicaci¨®n conspirativa
Un complotista dir¨ªa que este corto art¨ªculo formar¨ªa tambi¨¦n parte de una gran conspiraci¨®n
La mentalidad conspirativa ha sido estudiada ampliamente. Los historiadores L¨¦on Poliakov y Norman Cohn, y el mismo Umberto Eco desde la ficci¨®n, contribuyeron a explicar por qu¨¦ nos fascinan las teor¨ªas delirantes que pretenden poseer la clave para develar la ¡°verdad¡± de lo que pasa en el mundo.
Esta ¡°verdad¡± va m¨¢s o menos as¨ª: un peque?o grupo de malvados ricos (casi siempre jud¨ªos, claro) controlar¨ªan los hilos del poder, la econom¨ªa, los medios de comunicaci¨®n y las instituciones religiosas. De hecho, un complotista dir¨ªa que este corto art¨ªculo que usted est¨¢ leyendo, formar¨ªa tambi¨¦n parte de una gran conspiraci¨®n.
Como algunos lectores me lo han expresado en correos de odio que recibo de vez en cuando, qui¨¦n mejor que un jud¨ªo para hacerles creer que la conspiraci¨®n de la ¡°sinarqu¨ªa sionista¡± no existe.
El problema no es la mentalidad conspirativa. Cada quien puede creer lo que quiera, incluso en cosas que rayan en el delirio paranoide. Lo grave se presenta cuando de la creencia se pasa a la acci¨®n. Gente intoxicada por teor¨ªas escatol¨®gicas pueden hacer da?o.
Por ejemplo, eligen presidentes. Una parte del electorado que vot¨® por Donald Trump cree en disparatadas (y no tan disparatadas) historias sobre los ¡°perversos extranjeros¡± que quieren destruir el American way of life. En otros contextos, las visiones delirantes del mundo hacen que alguien se ponga un chaleco de explosivos y mate a transe¨²ntes en un mercado.
?Qu¨¦ funci¨®n cumplen las teor¨ªas conspirativas? La misma que las religiones, de alguna manera. Los conspiracionistas tienen una visi¨®n coherente del mundo. Todo lo explican por una supuesta ¡°raz¨®n superior¡±, raz¨®n que responde a los dict¨¢menes de unos pocos (los judeo-masones o los illuminati) que manejan los hilos de una gran conjura, como lo har¨ªa el Dios todopoderoso de las religiones.
Desde el punto de vista psicol¨®gico, la intoxicaci¨®n conspirativa produce angustia entre los creyentes. Parad¨®jicamente, de esa angustia paranoide surge una certeza: el mundo tiene sentido, todo tiene una explicaci¨®n de acuerdo al plan magistralmente ejecutado por los conspiradores.
Las redes sociales contribuyen a potenciar la intoxicaci¨®n conspirativa. Las plataformas digitales crean loops cognitivos en los que los conspiracionistas se retroalimentan con toda clase de medio verdades, noticias falsas, im¨¢genes manipuladas, v¨ªdeos grotescos, fantas¨ªas numerol¨®gicas, entre otros dispositivos de la ret¨®rica del complot.
Pero la teor¨ªa conspirativa no es solamente un asunto que ata?e a minor¨ªas ruidosas. Textos basados en mentiras conspirativas, como los desgraciadamente famosos Protocolos de los Sabios de Sion, han tenido y tienen todav¨ªa influencia en el imaginario p¨²blico en pa¨ªses como Egipto o Pakist¨¢n. Reg¨ªmenes como el de Ir¨¢n de los ayatol¨¢s, la Corea del Norte de la dinast¨ªa Kim y el desgobierno chavista en Venezuela, tienen maquinarias de propaganda que alimentan visiones conspirativas del mundo.
No hace falta, sin embargo, dejarse arrastrar por el delirio extremo para caer en la ceguera de los complotistas. Hay diferentes niveles de intoxicaci¨®n que pueden llegar a verdaderas borracheras doctrinarias. Hemos tenido suficientes demostraciones recientes de ello entre los apologistas de Fidel Castro. Debido a su daltonismo ideol¨®gico, no son capaces de distinguir el rojo de la sangre derramada de las v¨ªctimas del fallecido dictador.
Isaac Nah¨®n Serfaty es profesor en la Universidad de Ottawa (Canad¨¢) y coautor, con Meir Magar, de la novela La conjura del esplendor.
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