Libia, la primera gran derrota del ISIS
Las milicias logran tras dos a?os el control de Sirte, el basti¨®n yihadista en el norte de ?frica
El coronel Ismail Shukri no disimula su satisfacci¨®n, pero tampoco su preocupaci¨®n. Despu¨¦s de dos a?os, las tropas libias han recuperado el control de Sirte, basti¨®n del Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s) en el norte de ?frica. ¡°Hemos liberado la ciudad, pero la guerra contra los yihadistas no ha terminado¡±, dice el jefe de la seguridad militar. Del pr¨®spero puerto, donde viv¨ªan cerca de 100.000 personas, solo queda un amasijo de ruinas, con excepci¨®n de algunas escuelas y mezquitas en la periferia y del colosal Complejo Uagadug¨², construido por el dictador Muamar al Gadafi. La poblaci¨®n ha sido evacuada en su totalidad y no podr¨¢ volver hasta que el Ej¨¦rcito termine de neutralizar las innumerables trampas explosivas dejadas por los yihadistas.
A la entrada de la ciudad, delante de una mezquita, unos hombres calientan grandes teteras en una hoguera. Es uno de los puestos donde las familias de la vecina Misrata llevan la comida para los combatientes todos los d¨ªas desde hace siete meses: hoy toca unos generosos bocadillos de huevo con at¨²n, d¨¢tiles, t¨¦ con almendras y una bebida lechosa, el lagbi, hecha con savia de palmera.
Un poco m¨¢s adelante est¨¢ la rotonda de Zafaran, donde el ISIS convocaba a la poblaci¨®n para asistir a las ejecuciones. Ah¨ª est¨¢ la estructura met¨¢lica de la antigua valla publicitaria en la que los verdugos colgaban los cad¨¢veres martirizados de sus v¨ªctimas. En el centro de la plaza, la bandera nacional libia ha sustituido la insignia negra del Estado Isl¨¢mico.
Es jueves, hace dos d¨ªas cayeron las ¨²ltimas posiciones en manos del ISIS en el barrio c¨¦ntrico de Giza al-Bahriya, frente al mar. Los militares se mueven con cautela ante la posibilidad de que algunos yihadistas est¨¦n a¨²n escondidos en uno de los numerosos t¨²neles excavados dentro de las casas. En las ¨²ltimas horas han encontrado cerca de 300 cad¨¢veres. Unas r¨¢fagas de ametralladora rompen el silencio estremecedor que envuelve la ciudad. Llega la explicaci¨®n poco despu¨¦s: dos yihadistas libios han sido capturados y un tunecino ha activado su cintur¨®n explosivo, sin lograr matar a nadie m¨¢s que a ¨¦l.
En su puesto de mando en la ciudad vecina de Misrata, el coronel Shukri dibuja un mapa del norte de Libia, desde la capital, Tr¨ªpoli, hasta Sirte, separadas por 450 kil¨®metros en la costa del Mediterr¨¢neo. ¡°Los sobrevivientes del ISIS se han replegado en peque?os grupos a unos 40 kil¨®metros al sur. No tardar¨¢n en reorganizarse gracias al apoyo de sus c¨¦lulas clandestinas en Tr¨ªpoli, Khoms o Bani Walid, pero est¨¢n muy debilitados despu¨¦s de haber perdido casi la mitad de sus 2.500 combatientes¡±.
Sirte era la tercera ciudad del califato, junto a Raqa (Siria) y Mosul (Irak)
Menos cauteloso, el jefe de informaci¨®n de la ciudad de Misrata, Ramadan Meitig, clama que se trata de ¡°la primera verdadera derrota en la historia de Daesh, tanto en Libia como fuera de aqu¨ª¡±. El experiodista de la televisi¨®n local recurre al acr¨®nimo Daesh, que designa al ISIS en ¨¢rabe y matiza su entusiasmo: ¡°Si bien Daesh est¨¢ derrotada como organizaci¨®n, sus ideas siguen ancladas en la cabeza de algunos¡±.
Los cruentos incidentes ocurridos durante los ¨²ltimos d¨ªas de combate en Sirte son una indicaci¨®n del grado de fanatismo que esa organizaci¨®n ha instilado en la mente de sus seguidores. El lunes, mientras las brigadas de Misrata convertidas en un ej¨¦rcito uniformado intentaban evacuar a los ¨²ltimos civiles que el ISIS usaba como escudo humano, una mujer sali¨® de un edificio y deton¨® la bomba que llevaba en brazos, como si fuera un beb¨¦. Varios milicianos murieron. Hubo un incidente similar el d¨ªa siguiente con un saldo de v¨ªctimas a¨²n mayor. A pesar de todo, los militares lograron rescatar a 31 ni?os fam¨¦licos y aterrorizados, algunos con heridas infectadas.
La mayor¨ªa de los yihadistas, incluidas las mujeres suicidas, proceden de T¨²nez
En ambos casos y en otros m¨¢s, las suicidas eran tunecinas, como la mayor¨ªa de los yihadistas que se apoderaron de Sirte en 2014 a petici¨®n del califato dirigido por Abubaker al Bagdadi en Siria e Irak. Despu¨¦s de Raqa y Mosul, Sirte ser¨ªa la tercera ciudad de un Estado islamista que no tardar¨ªa en cruzar el Mediterr¨¢neo para ¡°conquistar Roma¡±, en palabras de sus l¨ªderes.
?Por qu¨¦ Sirte? Los yihadistas aprovecharon el vac¨ªo pol¨ªtico y la frustraci¨®n de una poblaci¨®n abandonada despu¨¦s de haber sido la ni?a mimada de Gadafi, que naci¨® en esa ciudad y en ella encontr¨® la muerte, a manos de una brigada de Misrata, en 2011.
El caos reinante en el resto del pa¨ªs tras el derrocamiento de una dictadura de casi medio siglo hizo que el ISIS pudiera consolidar su poder en Sirte con el apoyo de su casa matriz en Oriente Pr¨®ximo y con la llegada de cientos de combatientes extranjeros, sobre todo de los pa¨ªses vecinos, T¨²nez, Egipto y Sud¨¢n, pero tambi¨¦n de ?frica subsahariana. Bagdadi mand¨® a algunos de sus m¨¢s cercanos lugartenientes para reproducir en Libia el mismo modelo: un Estado con sus propias instituciones, empezando por la polic¨ªa, la justicia y hacienda; y con la misma brutalidad para imponer sus leyes dr¨¢sticas contra el alcohol, el tabaco o la m¨²sica.
Los islamistas han huido al sur, pero han perdido m¨¢s de mil hombres
Por fin, la reacci¨®n
¡°Este no es el islam que practicamos en Libia¡±, asegura Juma, que regenta con sus numerosos hermanos varias tiendas en Misrata. Aqu¨ª todos son sun¨ªes, a diferencia de lo que ocurre en el resto del mundo ¨¢rabe, donde sun¨ªes y chi¨ªes se enfrentan brutalmente por sus divergencias en la interpretaci¨®n del Cor¨¢n, entre otros motivos. Existen, sin embargo, algunos grupos extremistas, muy minoritarios. ¡°Esa gente no conoce el Cor¨¢n y lo instrumentaliza para crear un Estado isl¨¢mico en Libia¡±, lamenta Boubaker, miembro de la misma familia.
Ante la pasividad del poder central, dividido en dos Gobiernos rivales, y despu¨¦s de que los yihadistas atacaran, en mayo, un puesto de control cerca de Misrata, las autoridades de esta gran ciudad comercial, hist¨®ricamente rebelde, decidieron lanzar la operaci¨®n militar Bunyan Marsous (Estructura S¨®lida) contra Sirte. El Gobierno de Tr¨ªpoli acept¨® finalmente el reto y colabor¨® con mandos militares y parte de la log¨ªstica. Estados Unidos y los brit¨¢nicos ofrecieron una cobertura a¨¦rea, que ha sido muy eficiente. Sin embargo, Misrata ha pagado un precio muy alto, ya que el 80% de los 6.000 voluntarios y de las bajas (700 muertos y 3.000 heridos) son suyos. Entre los muertos, el yerno de Juma, Brahim Laareq, que dej¨® sus pr¨®speros negocios para luchar contra Daesh.
El coronel Shukri confi¨® hasta el final que el emir del ISIS en Sirte estuviera atrapado dentro de una casa. Se trata de un saud¨ª, Mohamed Omar al Emraui, conocido como Abu Omar, asegura el jefe de Inteligencia. ¡°Ha vivido 12 a?os en EE UU, lo que no deja de sorprenderme¡±, ironiza. ¡°Es el hombre con la cara tapada que lleva un cuchillo y habla en un v¨ªdeo mientras deg¨¹ellan a una docena de v¨ªctimas¡±. No descarta, sin embargo, que haya huido como tantos otros l¨ªderes que se esfumaron al inicio de los combates.
Cuando la bandera negra apareci¨® en el horizonte
Mustafa Muftah trabajaba en el Ayuntamiento de Sirte, donde era encargado del registro civil. Llevaba una vida apacible con su familia en el centro de la ciudad, a pocos metros del mar. Entre sus padres, sus t¨ªos y sus hermanos ocupaban cinco casas de dos plantas.
Todo cambi¨®, recuerda, cuando ¡°un grupo de 16 o 17 militantes procedentes de Derna (ciudad del este de Libia con una fuerte tradici¨®n yihadista) fue invitado en 2014 a Sirte por Ansar al Sharia¡±, una organizaci¨®n islamista dedicada entonces a gestionar programas de ayuda social. ¡°Empezaron a traer tunecinos y subsaharianos para darles una formaci¨®n militar en las fincas de la periferia¡±.
En octubre de ese a?o, el coronel Ramadan Turk, encargado de la gesti¨®n de los pasaportes, es asesinado. Poco tiempo despu¨¦s, un alto cargo del Ayuntamiento, Milad Burgueiba, muere en circunstancias similares. ¡°Es el inicio de una serie de asesinatos, algo muy inusual en Sirte¡±.
En diciembre, unos enmascarados asaltan un blindado del Banco Central y se llevan el equivalente de 30 millones de euros, que ser¨¢n invertidos en la compra de decenas de camionetas Toyota de ¨²ltima generaci¨®n. ¡°En marzo de 2015, vimos llegar una columna de casi tres kil¨®metros de esos veh¨ªculos, equipados con ametralladoras antia¨¦reas y la bandera negra del ISIS. Cientos de hombres armados y con la cara cubierta iban a bordo. No sab¨ªamos de d¨®nde ven¨ªan, pero el miedo se apoder¨® de la gente¡±.
Los yihadistas inauguran su reino de terror en agosto de 2015 cuando crucifican a su primera v¨ªctima en la rotonda de Zafaran. ¡°Pararon el tr¨¢fico en toda la zona para que la gente asistiera a la ejecuci¨®n de Mohamed Bu Zomita. Nos dijeron que era un esp¨ªa y que todos los traidores morir¨ªan as¨ª. Lo mataron a balazos y dejaron su cad¨¢ver colgado ah¨ª¡±. Habr¨¢ mucho m¨¢s en los siguientes meses: flagelaci¨®n para las infracciones menores, amputaci¨®n de una mano para los ladrones, decapitaciones para los adversarios. Siempre en la plaza p¨²blica.
Mustafa conoce a los verdugos. ¡°La mayor¨ªa son Warfala y Gadafa, las tribus aliadas con la antigua dictadura. Muchos han muerto pero otros han huido¡±.
Despu¨¦s de que su mujer perdiera el beb¨¦ que esperaba, Mustafa y su familia lograron huir. Dejaron detr¨¢s a un hermano, capturado por el ISIS. No saben nada de ¨¦l. Hoy, padres y hermanos viven hacinados en un peque?o piso en Misrata. Mustafa ense?a las fotos de su barrio que un amigo le ha tra¨ªdo: no queda ni una casa en pie, habr¨¢ que reconstruir todo.
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