La batalla que entierra una revoluci¨®n
El Asad que viene ser¨¢ reh¨¦n de quienes han ganado la batalla de Alepo
En la historia de las guerras, suele ocurrir que al cabo de unos a?os una batalla vale por todo un conflicto. Aunque su trascendencia no haya sido tanta, como la batalla del Ebro en la Guerra Civil espa?ola, o ni siquiera haya existido tal batalla, como la de Argel en la Guerra de Liberaci¨®n argelina. Pero en Siria, una vez m¨¢s, las leyes de la guerra, las escritas y las no escritas, han saltado por los aires. Y la batalla de Alepo pasar¨¢ a la historia, con raz¨®n y por desgracia, como la que enterr¨® la revoluci¨®n siria.
El sitio del este de Alepo ha durado dos a?os y medio. En este tiempo, m¨¢s de 250.000 sirios se han convertido en objetivo de las milicias afines al r¨¦gimen de Al Asad. El fuego indiscriminado de los milicianos chi¨ªes iraqu¨ªes, de los partisanos del Hizbol¨¢ liban¨¦s, de los comandos iran¨ªes y de la aviaci¨®n rusa han hecho de los barrios del este de la ciudad una ratonera dantesca. Ni una tregua ni un corredor humanitario se han respetado. Los hospitales y los equipos de rescate han sido objetivo militar, mientras la ONU y el resto del mundo volv¨ªan la cabeza o, como mucho, lanzaban inertes lamentos. Los barbudos yihadistas, que se supone parapetados en Alepo, han servido de excusa para que la ¡°comunidad internacional¡± se inhiba hasta emocionalmente, y la l¨ªnea divisoria entre buenos y malos se ha ido difuminando. Tal y como calcul¨® El Asad astutamente cuando en 2012 dej¨® salir de las c¨¢rceles a los cabecillas yihadistas que han islamizado la guerra.
Por eso conviene recordar que la revoluci¨®n siria fue un alzamiento popular, pac¨ªfico y hasta festivo en sus manifestaciones callejeras. Que el pueblo se levant¨® en contra de la dictadura y de la oligarqu¨ªa asadiana. Que el r¨¦gimen supo desde el principio que su fin estaba cerca si no internacionalizaba e islamizaba el conflicto. Y que ha sabido gestionarlo. Alepo es la culminaci¨®n de su estrategia. Con la ca¨ªda de la ciudad rebelde se certifica el fin de la revoluci¨®n: el futuro de Siria, por m¨¢s negro que sea, contar¨¢ con Al Asad, el dictador contra el que se levant¨® el pueblo.
Pero ese futuro en absoluto va a traer la estabilidad que Occidente sue?a, ni siquiera en versi¨®n Trump-Putin, mucho menos civilizada que la versi¨®n ONU. Se ha llegado a esta situaci¨®n porque el clan de los Asad ha manejado a su antojo la pol¨ªtica siria durante medio siglo. Sin embargo, ya no volver¨¢ a ser as¨ª. El Asad que viene ser¨¢ reh¨¦n de quienes han ganado la batalla de Alepo, Rusia e Ir¨¢n, que se disputar¨¢n el control de un pa¨ªs aniquilado sobre el que sobrevuelan las aspiraciones hegem¨®nicas del resto de potencias de la regi¨®n.
Luz G¨®mez es profesora de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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