C¨®mo sobrevivir a un fusilamiento
Nedzad Avdic, que se salv¨® milagrosamente de la matanza de Srebrenica, reconstruye su vida
Nedzad Avdic, de adolescente, so?aba con jugar en la selecci¨®n de f¨²tbol de Yugoslavia junto a leyendas de los Balcanes como Savicevic o Boban. La guerra civil que sufri¨® Bosnia entre 1992 y 1995, los a?os en los que deber¨ªa haberse desarrollado como deportista, lo despert¨® de golpe. En medio de esa sucesi¨®n de eventos locos y descontrolados acab¨® frente a un pelot¨®n de fusilamiento. Entonces cay¨® en la cuenta de que todo hab¨ªa acabado. En ese momento exist¨ªa, pero dentro de unos instantes iba a dejar de hacerlo. No tuvo miedo, ni suplic¨® clemencia. Solo recuerda que un pensamiento terrible lo llen¨® de angustia: voy a morir y mi madre nunca va a saber c¨®mo ni d¨®nde.
Avdic, de 38 a?os, sobrevivi¨® milagrosamente a la matanza de Srebrenica. Los soldados serbios que les dispararon a ¨¦l y a otros hombres a sangre fr¨ªa vaciaron sus cargadores durante varios minutos. El muchacho de 17 a?os que era entonces recibi¨® un disparo en el est¨®mago. Entr¨® en shock al sentir el escalofr¨ªo de la p¨®lvora. Le ard¨ªa la barriga y el dolor era insoportable. Le consol¨® pensar que en unos instantes iban a rematarle de un disparo en la cabeza y todo, ahora s¨ª de veras, habr¨ªa acabado. Absorto en esas enso?aciones perdi¨® el sentido. Se despert¨® un rato despu¨¦s, cuando escuch¨® a los camiones que transportaban a los soldados marcharse por un camino de tierra. Si pod¨ªa o¨ªr eso es que estaba vivo, de verdad.
El testimonio de Avdic ha sido fundamental para alumbrar lo que ocurri¨® en aquellos d¨ªas de mediados de julio de 1995. El Ej¨¦rcito serbobosnio consigui¨® entonces tomar un enclave bosniaco (bosnio musulm¨¢n), Srebrenica, que durante dos a?os de guerra hab¨ªa sido sitiado pero que hab¨ªa sido declarado zona segura por la ONU y contaba con la ayuda de los cascos azules holandeses. Pese a todo, m¨¢s de 8.000 varones musulmanes, muchos de ellos refugiados que hu¨ªan del avance de las tropas serbias, fueron aniquilados por los hombres del general Ratko Mladic, cuyo juicio en La Haya por cr¨ªmenes contra la humanidad est¨¢ visto para sentencia.
Avdic ha testificado en tribunales nacionales e internacionales para que los responsables del genocidio paguen por lo que hicieron. En su caso se trata de un asunto personal. En esos d¨ªas perdi¨® a su padre y a sus t¨ªos. ¡°Convivir con todo ese dolor, con todas esas muertes encima no ha sido nada f¨¢cil¡±, dice en un bar de Srebrenica, una ciudad de 15.000 habitantes cerca de la frontera con Serbia, al otro lado del r¨ªo Drina. ?l vino aqu¨ª como refugiado, como otros miles de los que fueron asesinados. Al acabar la guerra y quedar Srebrenica ligado a la parte serbia de bosnia, la Rep¨²blica Srpska, el pueblo que hasta entonces era mayoritariamente musulm¨¢n dej¨® de serlo. Solo se quedaron los vecinos de origen serbio, que se apropiaron de las casas y los terrenos. Sin embargo, para Avdic el sitio donde pens¨® que iba a morir, aunque su madre no lo supiera, se convirti¨® en su hogar. En 2007, como otros muchos musulmanes, regres¨® determinado a instalarse a toda costa.
No fue nada f¨¢cil, ni entonces ni ahora. Muchos de los serbios del pueblo minimizan el crimen y ven con malos ojos a gente como Avdic, que ha se?alado con el dedo a los criminales. Sus hermanas no quieren saber nada de Srebrenica y ¨¦l las entiende, fue un pozo que se trag¨® sus vidas. Pero para Avdic es diferente, aunque no sea sencillo de explicar.
Para ¨¦l, este tiene que ser el sitio donde se cr¨ªen sus tres hijas, unas hermosas muchachas que corretean por el Memorial a las v¨ªctimas con una despreocupaci¨®n absoluta, sin la carga emocional del pasado. ¡°Les estoy ense?ando a vivir sin odio, algo que no es nada f¨¢cil despu¨¦s de todo lo que hemos vivido¡±, explica. En el lugar donde lo condenaron a morir, ¨¦l quiere esparcir su semilla.
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